Vamos con el siguiente poema de Las Flores del Mal, la obra de Charles Baudelaire. Se trata de El Balcón. Un poema un poco más largo que está dedicado a Jeanne Duval. En el que le agradece sus conversaciones a la luz de la lumbre, en esas noches detenidas. Es el número XXXVI de esta serie publicada en el año 1861. Un agradecimiento al legado mágico que ella le proporcionó. Así pues, el tema central de este poema es el amor.
LAS FLORES DEL MAL – CHARLES BAUDELAIRE
LE BALCON
Mère des souvenirs, maîtresse des maîtresses,
Ô toi, tous mes plaisirs ! ô toi, tous mes devoirs !
Tu te rappelleras la beauté des caresses,
La douceur du foyer et le charme des soirs,
Mère des souvenirs, maîtresse des maîtresses !
Les soirs illuminés par l’ardeur du charbon,
Et les soirs au balcon, voilés de vapeurs roses.
Que ton sein m’était doux ! que ton cœur m’était bon !
Nous avons dit souvent d’impérissables choses
Les soirs illuminés par l’ardeur du charbon.
Que les soleils sont beaux dans les chaudes soirées !
Que l’espace est profond ! que le cœur est puissant !
En me penchant vers toi, reine des adorées,
Je croyais respirer le parfum de ton sang.
Que les soleils sont beaux dans les chaudes soirées !
La nuit s’épaississait ainsi qu’une cloison,
Et mes yeux dans le noir devinaient tes prunelles,
Et je buvais ton souffle, ô douceur ! ô poison !
Et tes pieds s’endormaient dans mes mains fraternelles.
La nuit s’épaississait ainsi qu’une cloison.
Je sais l’art d’évoquer les minutes heureuses,
Et revis mon passé blotti dans tes genoux.
Car à quoi bon chercher tes beautés langoureuses
Ailleurs qu’en ton cher corps et qu’en ton cœur si doux ?
Je sais l’art d’évoquer les minutes heureuses !
Ces serments, ces parfums, ces baisers infinis,
Renaîtront-ils d’un gouffre interdit à nos sondes,
Comme montent au ciel les soleils rajeunis
Après s’être lavés au fond des mers profondes ?
— Ô serments ! ô parfums ! ô baisers infinis !
EL BALCÓN
Madre de los recuerdos, maestra de maestras
¡Oh tú, todos mis placeres! ¡Oh tú, todas mis obligaciones!
Recordarás la belleza de las caricias,
la dulzura del hogar y el hechizo de las noches
¡madre de los recuerdos, maestra de maestras!
En esas noches iluminadas por el ardor del carbón,
y las tardes en el balcón, veladas por vapores rosa
¡Tu pecho me resultaba dulce! ¡tu corazón me era bueno!
Nombramos a menudo cosas inmortales
en esas noches iluminadas por el ardor del carbón.
¡Que los soles son hermosos en los tibios atardeceres!
¡que el espacio es profundo! ¡el corazón poderoso!
Me inclinaba hacia ti, reina de las adoradas
y creía respirar el aroma de tu sangre.
¡Los soles son hermosos en los tibios atardeceres!
La noche se espesaba como una pared
y mis ojos en lo negro adivinaban tus pupilas,
bebía tu respiración, ¡oh dulzor! ¡oh veneno!
y tus pies se adormecían entre mis manos fraternales.
La noche se espesaba como una pared.
Conozco el arte de recordar los minutos felices,
y revivo mi pasado acurrucado en tus rodillas
¿Para qué vale buscar tus beldades lánguidas
en otro lugar que en tu querido cuerpo y en tu corazón tan dulce?
¡Conozco el arte de recordar los minutos felices!
Esos juramentos, esos perfumes, esos besos infinitos,
¿renacerán de un abismo prohibido a nuestras sondas
al igual que ascienden al cielo los soles rejuvenecidos
después de ser lavados al fondo de los mares profundos?
— ¡Oh juramentos! ¡oh perfumes! ¡ oh besos infinitos!
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