El terrorismo es un tema suficientemente trágico y peliagudo como para bromear a la ligera sobre ello. Hay cosas que no tienen gracia ninguna, sobre todo para las víctimas. Hay que ser muy hábil para sacar el lado divertido a un tema tan espinoso. Sin embargo, las heridas van cicatrizando, o debería ir haciéndolo. No se trata de olvidar ni pasar página, todo lo contrario. Hay que ir viendo las cosas con perspectiva y, sobre todo, sin miedo. Como bien indica Humberto Eco en El nombre de la rosa, la risa es antagonista del miedo. En esas estamos. La risa se erige como un arma muy poderosa contra aquellos que ejercen la violencia.
Parece ser que el guión de Diego San José y Borja Cobeaga llevaba tiempo rondando por las productoras sin que nadie se atreviera a llevarlo a cabo. Finalmente han sido los de Netflix quienes han financiado y distribuido este film. Con polémica campaña publicitaria de por medio, un juez dictaminó que no era ofensiva hacia las víctimas, Netflix estrenó Fe de etarras el 12 de Octubre, día de la hispanidad. La primera en la frente. Sinceramente, Fe de etarras no ofende a las víctimas sino que carga las tintas contra los intransigentes.
Fe de etarras se beneficia de un guión inteligente que busca y consigue la complicidad del espectador desde el minuto uno. Es un humor heredado de programas como Vaya semanita en los que ya se hacía humor a costa de la banda terrorista ETA y los nacionalismos. Puede parecer arriesgado hacer una comedia sobre nacionalismos pero el humor todo lo puede. El film desmitifica a la vez que pone de manifiesto los puntos en común entre puntos de vista tan enfrentados. Al final, Fe de etarras es una ácida crítica en clave de humor hacia las posturas más radicales. Yo reconozco que me divertí mucho con esta película e incluso me reí como hace mucho que no lo hacía. Gags como el de la bandera (con la que está cayendo) o el trivial me parecieron geniales. Sí, puede que caiga en ciertos tópicos, pero este país (estado plurinacional o conjunto de nacionalidades o lo que sea) llamado España necesita que nos riamos de nosotros mismos.
Más allá de un guión que aúna drama y comedia eficientemente, es el elenco actoral quien mantiene en pie esta arriesgada propuesta. Tenemos a un Javier Cámara excelente, demostrando una vez más que es un actor todoterreno tanto en comedia como en drama. Mi adorado Julián López pone el contrapunto humorístico con un personaje algo forzado y poco creíble a veces, es quizás el personaje al que más se le ven las costuras dentro del complicado equilibrio del guión. Un cambio de registro puede hacerse necesario en breve. Cambio de registro que sí han afrontado con éxito el propio Borja Cobeaga y Miriem Ibarguren. Por cierto, me hizo mucha ilusión volver a encontrarme con Tina Sáinz.
Lo dicho, no es la comedia del siglo, pero sí un necesario y divertido entretenimiento.
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