Después de ese «he cruzado océanos de tiempo para encontrarte», cualquier nuevo acercamiento a la leyenda de Vlad Draculea está destinado al fracaso, a no ser que uno se quiera alejar de la historia en sí misma y tomarse una licencia para tener entretenida a lo largo de noventa minutos a la parroquia. Una vuelta de tuerca para, partiendo de esa historia de amor que ya nos planteaba el Drácula de Coppola, sin duda una de las más bellas contadas, crear un fausto universo de cartón piedra donde gracias a unos más que sofisticados efectos especiales Gary Shore -siempre mirando de reojo a los faustos de Juegos de Tronos- conseguir una más que entretenida cinta de aventuras.
Sí, en este Drácula del 2014,varios son los ingredientes que acaban dando forma al cóctel final, pero ninguno de ellos hace referencia al cine de terror, por lo que nadie espere alguna escena donde el príncipe de las tinieblas nos muestre su lado oscuro, y es que ni siquiera el bueno de Charles Dance, consigue dotar la suficiente fuerza dramática a su personaje. Queda lejos, muy lejos, del, por comparar, malnacido Tywin Lannister. Aquí lo que importa son esas escenas a campo abierto donde los ejércitos turcos acaban siendo derrotados por esa insana alianza, aunque en el último momento, justo antes de que la aguja del reloj se detenga, asistamos a ese momento tramposo, y no diremos más para no entrar en espoilers innecesarios, pero a la vez efectivo desencadenante de la maldición eterna de Vlad.; vamos, como el póster de Rita en la famosa escena de Cadena Perpetua.
Una escena que viene precedida por ese espectáculo en mayúsculas en que se acaba convirtiendo la escena de la batalla ante las puertas del castillo, y que bien pudiera resumirnos perfectamente ese cóctel que nos brinda Gary en su debut como director. Un debut que supone una vuelta de tuerca al cine de superhéroes, en la que si bien los poderes del protagonista emanan del averno, Luke Evans, al que hay que reconocer que el papel le sienta realmente muy bien, tiene todos los ingredientes para entrar a forma parte de la larga lista de personajes que bajo esa etiqueta campan a sus anchas por todas las plateas del planeta. Y es que todo parece indicar que la cosa no va a quedar aquí, y a no mucho tardar, volveremos a verlo sembrando el caos vete a a saber donde y en que momento, y es que eso de la inmortalidad suele dar mucho juego.
De todas maneras es cerrar los ojos y volver a recordar a Gary Oldman cuando susurra la mítica frase… Pero esto al bueno de Gary le trae sin cuidado, ya que sus aspiraciones no parecen pasar por ese cine en mayúsculas que tanto escasea últimamente, para centrar su objetivo en temas más suculentos monetariamente hablando.
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