A veces los discos necesitan prestarles una atención extra que estos tiempos donde el ahora se vuelve ayer en un abrir y cerrar de ojos, nos empuja a vivir con el pie oscilando permanentemente sobre el acelerador. Apreciar los detalles frente a la predisposición del juicio rápido de la sentencia firme antes de tiempo. Pensar en el siguiente y en el que vendrá después se convierte demasiadas veces en una invitación a pasar por alto lo que te traes entre manos. He dedicado tiempo al ya quinto disco de los suecos Art Nation, lo precisa, lo merece. Una primera escucha me dejó una sensación de producto excesivamente aséptico que no casaba con las expectativas que yo mismo había cocinado a fuego lento sobre este disco.
Una concienzuda segunda escucha me llevó a reconocer mis errores y arrojar a la basura una primera impresión no demasiado grata. Una tercera, intensa, disfrutando me ha convencido de que “The ascendance” es un gran disco aunque a veces algunos instantes me resulten algo mecánicos. Art Nation han torcido en su dirección hacia volubles terrenos de un metal melódico de corte moderno por un lado mientras que por otro, me traen a la cabeza los momentos más melódicos y excelsos de unos Sonata Ártica en su faceta menos power metal que desarrollaban con maestría en su maravilloso primer disco. Art Nation, sin perder de vista su pasado reciente, han apostado por acelerar su sonido, por endurecer su propuesta y acercar los límites del hard rock y el heavy metal menos contundente.
Canciones brillantes como la inicial “Set me free”, un cañonazo de velocidad controladamente endiablada o “Halo”, donde disfrutan de unas líneas vocales que engrandecen la canción. Tenemos tiempo para disfrutar de un intenso medio tiempo como”Julia” que recoge momentos maravillosos, la potencia de la speedica “The last of us” que nos sumerge en las flexiones más inspiradas del metal europeo y la grandilocuente “Lightbringer” donde de nuevo la bien dotada garganta de Alexander Strandell. No hay sitio en “The ascendance” para el a.o.r. al menos de la manera más tradicional que nos ha acostumbrado en los últimos tiempos la escudería italiana Frontiers pero sí del modo progresivo y épico que predicaban los Ten de Gary Hughes como queda palpable en la impresionante “Unstoppable”. Un disco que al menos a mi me ha exigido más de una escucha pero os aseguro que el empeño ha merecido la pena.





















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