Es sorprendente la capacidad que tiene la serie “Solo asesinatos en el edificio” para superar las limitaciones de su propuesta inicial pues que en el edificio Arkonia sigan existiendo muertes y no decaiga el humor es extremadamente complicado. Y eso que en la segunda temporada la historia flojeaba un tanto que elevó con la tercera y su idea teatral.
En esta se convierte en un híbrido de metacine, al rodarse una película sobre el podcast mientras que se dilucida el crimen del doble de acción de Brazzos. Y eso facilita uno de los grandes aciertos de las anteriores como es el desfile de estrellas. En esta se suman a los ya conocidos Paul Ruud y Meryl Streep, nada menos que Eugene Levy, Zach Galifanakis y Eva Longoria como émulos cinematográficos de Steve Martin, Martin Short y Selena Gomez que siguen conformando un trio de entidad. Uno de los secretos del buen hacer del producto creado por John Hoffman y Steve Martin.
Es cierto que algún episodio y situaciones están alargados pero el tono medio de los “libretos” son más que correctos. Divertidos en su mayoría y que funcionan a la perfección, sobre todo por la comicidad de sus dos actores veteranos, con escenas que rozan el surrealismo como toda la parte del rodaje con Ron Howard, donde el ganador del Oscar por “Una mente maravillosa” también hace acto de presencia. Un mundo el de los rodajes que llega al paroxismo con sospechosos entre extras, dobles, guionistas, productora o las directoras (genial el episodio central de las Brothers Sisters).
El misterio es interesante y su planteamiento les permite añadir un par de localizaciones más, una la casa familiar de Steve Martin y la segunda, más importante en la trama, el edificio anexo al principal donde viven una serie de estrafalarios personajes en un juego de espionaje que nos remite a “La ventana indiscreta” de Hitchcock. Nada extraño, por otro lado, pues “Solo asesinatos en el edificio” bebe de los clásicos del “séptimo arte” desde su primera parte, jugando con diálogos de productores, largometrajes o intérpretes ochenteros o noventeros (época donde destacaron tanto Martin como Short), la “voz en off” que nos va presentando los capítulos como si de un turbio cuento se tratase y el protagonismo para un conjunto de actores veteranos.
Todo ello consigue que el resultado final siga siendo notable y que no decaiga, incluso supere la segunda, quedando a la par con la tercera (parece que le viene bien lo de ambientar la investigación en el mundo escénico, sea este el teatral o el cinematográfico). Y además nos vuelven a dejar una sorpresa final para que podamos esperar la próxima quinta temporada con un nuevo caso.
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