Uno con los años se da cuenta que es muy duro llevar cuatro días de festival con cierta frescura si se intentan ver casi todas las bandas. El cansancio apremia en nuestros resentidos cuerpos pero aun así en esta jornada sí abrimos con The Last international, un dúo de rock alternativo (aunque se presentaron en Cartagena en formato cuarteto) que, es posible, que fuese lo menos heavy del cartel pero que nos interesó mucho y a los que seguro que en sala y a mejor hora les disfrutaremos más.

Cobra Spell y Lovebites los pudimos ver aunque no disfrutar cerca de los escenarios, por el calor que hacía, hizo que buscásemos alguna de las sombras refrescándonos con alguna cerveza Estrella de Levante bien fría. Un sleazy divertido el de las holandesas aunque afincadas en España y un power metal el de las niponas (era como escuchar a Helloween con voz de anime) con un impecable vestuario en blanco inmaculado, todo tocado en femenino en su integridad.

Spidergawd es otro hard rock experimental desde Noruega al que teníamos ganas de ver y que nos convenció aunque se ve que este tipo de música es más minoritaria. Otros que estamos deseando ver en sala a horas más nocturnas. Sonido algo saturado por el bajo en las primeras canciones que tapaba el resto de instrumentos donde sobresalía el saxo.

Lo mismo que le sucede a Green Lung porque una banda de stoner doom pierde con un sol abrasador. Eso sí, como los noruegos su hora fue de alto nivel (y con sintetizador en vivo).

Y hora y cuarto les ofrecieron a los polacos Riverside pero como a los anteriores les condicionó el horario porque rock progresivo se disfruta más de noche. Más cuando también sufrieron algún acople en el bajo. Aun así estuvieron estupendos y en algún momento entre los toques de las cuatro cuerdas, el Hammond y el Korg nos hizo sentirnos como en una película de Dario Argento con banda sonora de los Goblin.

Cosa que sí sucedió con la reunión de Warlock donde en su hora y media desplegaron todo el catálogo de éxitos de los ochenta de los teutones, capitaneados por Doro Pesch. Discos como el “Triumph and agony” y canciones como “I love the ruins”, “Fight for rock”, la balada “Für immer”, “Burning the witches”, “Hellbound” o su gran himno “All we are” hicieron regresar por primera vez al pasado pues si el lector observa las propuestas anteriores eran bastante modernas.

Y lo siento por los muchos seguidores de Yngwie Malmsteen  porque nadie va a negar el talento a las seis cuerdas del noruego pero entre que canta él y que en su su hora y media se perdió en solos y virtuosismo máximo, interpretaciones de Bach o Paganini, su metraje se hizo “cuesta arriba” en más de un momento. Eso sí, sus temas propios fueron acompañados de versiones de Deep Purple o Jimi Hendrix aunque sin ningún tipo de conexión con el espectador. Además sabemos que no permitió la entrada de fotógrafos en el foso.

Eso hizo que el concierto de The Darkness fuese especialmente divertido pues los hermanos Hawkins crean una fiesta. Broche de oro pues además su set list, aunque aderezado por alguna joya como “One way ticket” o una estupenda versión del “Inmigrant song”, se basó en su obra maestra debut “Permission to land” y como no podía ser de otra manera final con “I believe in a thing called love”. Un fin de fiesta grandioso el que ofrecieron los británicos como cierre de un gran Rock Imperium 2024, con un balance positivo con mejoras como más puntos de agua potable o para secarse las manos en sus impolutos baños. Un festival donde uno se siente como cliente y no como ganado (como sucede en otros).

by: Jose Luis Diez

by: Jose Luis Diez

Cinéfilo y cinéfago, lector voraz, amante del rock y la ópera y ensayista y documentalista con escaso éxito que intenta exorcizar sus demonios interiores en su blog personal el curioso observador

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