El cine de “vigilantes” o “justicieros” tuvo su época de gloria en Estados Unidos en la década de los ochenta del siglo pasado durante los mandatos de Reagan aunque las claves para este tipo de personajes quedaba establecida en los setenta con títulos como “El justiciero de la ciudad” de Michael Winner o “Harry, el sucio” de Don Siegel. Figuras, dentro o fuera de la ley, que ante la falta de justicia se dedicaban a administrarla de “motu propio”. Sus secuelas o productos como “El exterminador” o “Cobra, el brazo fuerte de la ley” dejaron marcado los cánones de este sub-género.
“Beekeeper, el protector” no renuncia a este espíritu pasado pero pasándolo a la acción tipo “John Wick”, sin duda el gran referente de la cinta de David Ayer. Aquí lo que tenemos es un antiguo agente secreto de alto nivel retirado que ante la estafa sufrida por su casera, la única persona que le ha entendido, según afirma el duro personaje, decide” tomarse la justicia por su mano” y enfrentarse a un conglomerado de empresas que se dedican a arruinar a pobres incautos como la anciana propietaria que visto el desfalco decide suicidarse. El problema es que cada vez que inicia un ataque a los estafadores estos recurren a sus contactos, cada vez mayores y más cercanos al gobierno, lo que obliga al “justiciero” a seguir su espiral de violencia.
“Beekeeper” es un vehículo de lucimiento para Jason Statham que decide emular a Keanu Reeves en la saga de John Wick, convirtiéndose en una letal máquina de matar, lesionando policías y masacrando a los verdaderos villanos que son unos “millenials” sin moral que por dinero y con frases motivadoras se lucran con la estafa a seres más o menos desamparados, cosa que consigue que el espectador se ponga de su parte, a pesar de lo inverosímil del guion de Kurt Wimmer donde da exactamente igual el número de enemigos contra los que se enfrente pues nadie le puede frenar, jalonado de metáforas sobre apicultura, poses de “tipo duro” y unos rivales cada vez más psicópatas y homicidas.
Si hay que reconocer unas coreografías simpáticas y un ritmo vertiginoso eladoptado por David Ayer, otrora gran promesa hollywoodiense con “Corazones de acero” y “Escuadrón Suicida”. Quizás el desastre de la película de DC le frenó su carrera, ya que después sí tuvo un moderado éxito en Netflix con “Bright”.
Ahora ataca con este filme para el lucimiento del británico Statham, un limitado actor célebre por sus películas de acción y peleas (aunque comenzó con “Fantasmas de Marte” de John Carpenter). Entre el reparto, aparece como secundario Jeremy Irons como nombre más destacado, alguien que encarna un cine de otro tiempo, quizás mejor pero que nos deja la duda porque “Beekeeper, el protector” también encarna el pasado, largometrajes de otras décadas y nombres como Sylvester Stallone, Charles Bronson, Clint Eastwood, Arnols Schwarzzennegger o Chuck Norris. Gente que tampoco dudaría en enfrentarse ante esos “niños ricos” que sólo desean ganar cuanto más dinero mejor a costa del trabajo del resto.
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