Ya está disponible Reina Roja, la esperada adaptación de la saga de Juan Gómez-Jurado. La mayor virtud de Juan Gómez-Jurado es saber lo que le gusta al lector y dárselo en las dosis justas. Como escritor de best-sellers pocas objeciones le podemos poner, las cifras avalan a Gómez-Jurado. A veces hay situaciones poco creíbles y/o finales algo forzados, pero en líneas generales sus libros funcionan como un reloj atrapando al lector y no le sueltan hasta el desenlace.
Esta adaptación televisiva de Reina Roja a cargo de Koldo Serra adolece de los mismos defectos y carece de algunas virtudes de la saga literaria en la que se basa. Entretiene, sin duda, aunque después no deja ningún poso en el espectador. ¿Era Koldo Serra el director adecuado para este proyecto? Yo creo que no. Con la pasta que ha puesto Amazon Prime y con material literario de probada solvencia, creo que en otras manos se hubiera podido hacer una serie con más personalidad o que, al menos, dejara algo de poso en el espectador. Se me ocurre, así, sin pensar mucho, Antidisturbios (de Isabel Peña y Rodrigo Sorogoyen), también con Victoria Luengo y Hovik Keuchkerian, como ejemplo de soberbia serie nacional.
Quizás hayan sido demasiado fieles al original y de ahí deriva el principal hándicap de la serie. Es un producto correcto que no va más allá, no trasciende. Es una plasmación en imágenes aceptable pero carente de personalidad propia. Hemos visto muchos otros productos de este estilo y la serie no sorprende ni atrapa como el libro.
Tampoco es novedosa esa pareja de personajes totalmente opuestos. La cerebral y traumatizada Antonia Scott de Victoria Luengo tiene tanto de Quijote como de Sherlock Holmes o Lisbeth Salander. Scott tiene a su particular Sancho Panza en el vasco, “fuerte” y gay Jon Gutiérrez de Hovik Keuchkerian. Por cierto, Keuchkerian se erige como la estrella de la función comiéndose en cada plano a Victoria Luengo. Es en los diálogos de Jon cuando la serie muestra su mejor faceta. Ya que estamos, la licencia que se han tomado en la serie al cambiar el domicilio de la amatxu de Bilbao a Madrid me parece un acierto. Todo ello me lleva a pensar que Reina roja funciona mejor como castizo cuadro costumbrista que como thriller. Es el thriller donde flojea Reina roja. Quizás esa estética y esa trama macabras a lo Silencio de los corderos / Seven / Saw empiezan a resultar demasiado repetitivas. ¿Era necesario que el villano fuera un fanático religioso que plasmara sus pensamientos en cuadernos? Juraría que eso ya lo he visto unas cuantas veces. No me atrae especialmente el apartado visual de esta serie, a pesar del dinero invertido, el conjunto no acaba de resultar original.
Lo dicho, con mimbres reciclados Juan Gómez -Jurado creó una saga literaria de lo más adictiva. La serie Reina roja no provoca el mismo efecto.
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