María Gómez y Adrián de Marcos llegaron al estrellato culinario con Magoga, quizás el mejor restaurante de Cartagena con su estrella Michelín y dos soles en la Repsol. Un concepto que busca aunar los sabores propios de Cartagena con la alta cocina.

Mi Mare es su nuevo proyecto, un local donde se reinventan las tapas de siempre dando su punto personal. Producto de proximidad, de kilómetro cero y con cocinados de rozan la perfección. Uno de esos sitios donde comer bien sin dejarse medio sueldo, ubicado en la calle Carlos III, no lejos de la universidad y adyacente al hotel con el mismo nombre. Aprovechamos que nos alojábamos allí en los días del Rock Imperium y como somos partidarios de que una comida caliente hay que hacer todos los días si uno quiere disfrutar del máximo de conciertos sin desfallecer no podíamos dejar de probar sus elaboradas tapas.

Con la primera Estrella de Levante, mientras ojeábamos y hojeábamos su carta (aunque ya no tengan hojas y haya que mirar un QR) nos ofrecieron como cortesía unas quisquillas fritas estupendas y así ir abriendo boca. Decidimos seguir con la costa y la huerta, quizás los emblemas de la provincia y la ciudad por lo que el vino que acompañaría debía ser blanco. A pesar de su magnífica selección, con unos cuantos autóctonos, elegimos un Rías Baixas que no conocíamos de nombre Do Ferreiro, un Albariño de 2022 de Bodegas Gerardo Méndez, de calidad, con el sabor y el color característico de esa uva. Perfecto en su clasicismo y donde está todo lo bueno que se puede esperar de un caldo de la provincia de Pontevedra.

Jugamos a su concepto de comer de tapas, compartiendo platos aunque de entrada no podíamos irnos sin comer uno de los manjares de la cocina murciana como es la marinera, donde en una alargada rosca de pan de pico se sirve una generosa porción de ensaladilla coronando con una anchoa en conserva. La ensaladilla, por supuesto casera, y con la particularidad de estas tierras de unir a la patata, huevo y zanahoria algunos encurtidos, cosa que siempre nos ha parecido de lo más interesante. Ni que decir tiene que estaba ligada a la perfección y de rico sabor. Además la anchoa era de respetable tamaño y calidad. Nada que objetar a este clásico aperitivo de la cocina cartagenera y murciana. Nos quedamos con ganas de probar su marinero (lo mismo pero con un boquerón en vinagre) y la bicicleta (sólo la ensaladilla). Se nota que estaba montada al momento porque la rosquilla no se encontraba hidratada y se mantenía el crujiente, cosa fundamental en este aperitivo.

Como platos principales comimos una parrillada de verduras para “quitarse el sombrero”. De las mejores que hemos probado nunca. Punto perfecto de brasa y gran sabor en los pedazos y rodajas de calabacín, berenjena, espárragos trigueros, pimientos de padrón y de asar, acompañados en el centro por un huevo poché ecológico que al romperse ligaba a la perfección su yema, convirtiéndose casi en una salsa. Un ejemplo claro del por qué es célebre la huerta murciana. Da gusto cuando uno come verdura que sabe a verdura, a campo y no a cámara.

Y si deliciosa era la verdura a la brasa, también hay que descubrirse ante los tacos de merluza en tempura con salsa tártara. Buenos trozos de pescado fresco, con un rebozado ligero y buen punto de sal. No somos muy de mojar en salsas cuando el producto es de calidad pero con esta salsa tártara tuvimos que hacer una excepción porque era sublime. Totalmente casera, con trozos de huevo duro y donde no predominaba ni las alcaparras, ni la mostaza ni la mahonesa. Grandísimo plato.

Dudamos si pedir otro plato o pasar al postre pero pudo el amor de mi mujer a la pavlova, quizás su postre favorito. Con los años, hemos descubierto que si son capaces de ofrecer este dulce colofón el restaurante es bueno casi siempre por lo complejo de su preparación. Merengue seco al punto y en su interior más merengue en otra textura y frutos rojos y del bosque. Los hemos probado muy ricos y este no desmerece (y más si lo opina toda una especialista en pavlovas como es mi esposa).

Antes de irnos y al pedir la cuenta tuvieron otro detalle al invitarnos a unos chupitos de mistela con unos buñuelos como petit fours.

Mi Mare nos ha sorprendido gratamente, con ese homenaje a sus madres que como reza el letrero en el interior “es lo más grande”. Un concepto desenfadado pero con una gran cocina de tapas. Ya estamos deseando que llegue el Rock Imperium 2024 o pasarnos por Cartagena para volver a comer. Les deseamos toda la suerte del mundo porque no hace ni seis meses que han abierto.

by: Jose Luis Diez

by: Jose Luis Diez

Cinéfilo y cinéfago, lector voraz, amante del rock y la ópera y ensayista y documentalista con escaso éxito que intenta exorcizar sus demonios interiores en su blog personal el curioso observador

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