Pero, pero, pero, ¡ay mi madre!, ¡menudo viaje! Si Jess Franco hubiese grabado una película sobre una misa negra, sin diálogos, sólo con música de fondo, este disco sería lo que sonaría durante todo el minutaje. Stoner rock rayano el doom, espeso, rasposo, psicodélico, oscuro y, ¿cómo no?, denso. Dicen que esto es Occult Stoner Rock y que beben de Sleep, Electric Wizard, Kyuss, Monster Magnet y Black Sabbath. Con estas instrucciones mínimas no sé yo a qué estás esperando para perderte en su propuesta. Por si acaso te cuento yo un poco más.

Se trata de un trío italiano de viejos conocidos de la escena de Fasano. Si te soy sincero yo me acabo de enterar que Fasano existe, soy así de cateto, no te digo nada de su escena musical, pero a juzgar por estos King Potenaz habrá que estar atento a como se desarrollan las cosas por allí. Parece que Giuseppe (guitarra y voz), Francesco (bajo) y Piero (batería y sintetizadores) ya vienen desde los 90 dándole canoa a esto del doom, el drone y el rollo stoner, sin contar con otras aventuras en el black, el hardcore o la electrónica, así que son altas las probabilidades de que juntos o por separado hayan parido alguna joya más aparte de este Goat Rider. Menos mal que Internet nos posibilita poder hurgar y encontrar esos sonidos que satisfagan, si quiera por un momento, esa hambre eterna de nuevas texturas sonoras.

El disco empieza con Among the ruins, un tema preñado de fuzz y mala baba en el que Giuseppe deja claro desde el principio que su voz es peculiar, que le gusta pasarla por un pedal y que, la ames o la odies, no te va a dejar indiferente. Por un momento me recuerda a Marco Serrato de Orthodox, aunque es lo suficientemente personal como para levantarse por sí misma más allá de comparaciones. Pasan a Pyramids Planet donde la vena psicodélica se cruza con el muro de sonido y empieza la locura, King Potenaz tienen mucho más que ofrecer que un puñado de temas con un par de riffs y una voz cojonuda. ¡Bien!, sigamos. El tema que titula el disco es otro tema propiamente doom y el único pero que se me ocurre al disco, no me entra el estribillo ni a patadas, hasta que de repente el tema cambia y viene el grand finale con una bajada de tempo hacia un riff gordísimo que crea un pasaje ceremonial y oscuro que termina de convencerme definitivamente de que este disco me encanta.

Pazuzu, ya sabes ese simpático demonio mesopótamico que intenta poseer a la niña en El exorcista y al que el pesado del cura no deja en paz hasta el final de la película, es el protagonista del siguiente tema en el que tienen como invitada a Sibilla. Una vez más me veo obligado a reconocer mi ignorancia y decir que no sé quien es ella, pero que invitarla es un acierto. El tema con reminiscencias de los Judas Priest más setenteros gana con su voz en matices y el tono a lo Jefferson Airplane que sobrevuela muchos pasajes de su música toma aquí más preeminencia aportando al conjunto ese aura de delirio lisérgico que parecen buscar en todo momento y que les va a acompañar durante la instrumental Cosmic Voyager y Moriendoom. Tras esto Monolithic vuelve al doom más denso y épico. Vaya temazo, de esos que uno está deseando ver en directo para desgañitarse cantándolo con ellos. Me encanta.

El fin de fiesta es un tema largo, de casi diez minutos, Dancing Plague donde, como no podía ser de otra forma, recopilan un poco todos los matices y sensaciones que no han aportado durante el disco y hace de cierre perfecto para la experiencia. Tan perfecto que tal como terminas la escucha le ordenas, por el medio que sea pertinente, a tu dispositivo de confianza que te ponga otra vez todo desde arriba. Un disco para escuchar en bucle.

Por último me parece interesante señalar que la producción del disco es muy clásica también. Si las texturas musicales que aportan beben en el rock de los 60 hasta nuestros días, el sonido le va de la mano con un tono general muy orgánico y auténtico que en estos tiempos de discos plastiqueteros se agradece desde lo más profundo de ese agujero negro que llamamos corazón. En resumen, un disco muy redondo y equilibrado al que todo buen aficionado al género debiera dar una escucha, si es que puede darle sólo una, y un grupo de esos que desde ya están en mi lista de quiero ver en directo y tener el vinilo firmado.

 

King Potenaz – Goat Rider

by: Felix Morales

by: Felix Morales

Otro que pasó por la universidad para nada, como tantos. Culo inquieto, curioso insaciable, músico inclasificable y escritor para minorías. Nihilista nato. Autor de La senda del hipopótamo y Crisis de identidad. Mente perturbada tras ((((L)))) FAN ((((T)))). Toco en un grupo pero no me dejan decir cuál es. ¡Qué puta es la vida!

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