Hay biopics que buscan redimir a sus protagonistas. Otros, vengarlos. Superestar convierte a Tamara (o Ámbar, Yurena o cómo se quiera llamar ahora) en una figura trágica con lentejuelas. La eleva sin engaños y la humaniza sin paternalismo. Superestar es una rareza desvergonzada salida del rincón más kitsch y vergonzante de la historia de la televisión española.

La serie, producida por Los Javis y dirigida por Nacho Vigalondo, posee una bizarra sensibilidad en su relectura emocional de una época. Tamara (interpretada con ternura por Ingrid García Johnson) es un personaje que duele porque es buena persona en un mundo lleno de tiburones. No ha tenido nunca grandes facultades musicales pero a tesón y empeño no le gana nadie. Tamara fue una víctima de esa TELEBASURA que fabrica íconos de usar y tirar. Superestar no trata de ridiculizar el fenómeno Tamara. Lo contextualiza en esa España miserable y casposa de principios del milenio. Y en torno a Tamara orbitaban vividores varios y parásitos de todo tipo. Todos forman parte de un universo reconocible, ese de la España de provincias que soñaba con Broadway pero se quedó en Benidorm. Todo ello está construido en Superestar desde un cariño no exento de mala baba.

Vigalondo juega hábilmente con los géneros (biopic, musical, parodia, melodrama, comedia, incluso geniales toques de surrealismo) como si Almodóvar hubiese dirigido un guion escrito a cuatro manos por Rafael Azcona y David Lynch. Hay momentos que rozan el esperpento, pero como en Valle-Inclán, el esperpento no es sólo deformación de la realidad sino revelación de algo oculto. Y cuando crees que la broma se alarga demasiado, la serie te golpea con un destello de humanidad. Nunca pensé que personajes cómo Leonardo Dantés o Margarita Seisdedos me provocaran tal ternura. Lo mejor de Superestar es que no se toma en serio a sí misma, pero sí se toma muy en serio a sus personajes. Que cada episodio esté narrado desde la perspectiva de unos personajes concretos me parece todo un acierto. Aunque para acierto el casting: debo destacar como impagables a Ingrid García Johnson, Secun De la Rosa, Pepón Nieto, Rocío Ibañez y Carlos Areces. Todos ellos dan credibilidad a esta inverosímil historia que, de no haberla vivido en directo, no nos la hubiéramos creído. Aunque para inverosímil el cameo del gran Albert Pla: alucinante.
Superestar es una sublime oda a lo vulgar.




















0 comentarios