Con Fréwaka, la directora irlandesa Aislinn Clarke ha dado en el clavo con esta singular propuesta de terror rodada casi toda ella en gaélico. La historia se disfraza de cuento: una joven dublinesa vuelve al pueblo de su madre recientemente fallecida para trabajar como enfermera para una anciana con posible demencia. Lo que encuentra es una comunidad cerrada y hostil. Y sí, ya lo hemos visto mil veces, podríamos decir que es un cruce entre The Witch, Midsommar (que sigo sin saber qué leven a esta pelñicula) y el primer Wicker Man pero Fréwaka lleva el horror folk a un lugar todavía más oscuro.

Lo que diferencia Fréwaka de la media del horror moderno es su falta de piedad. Aquí no hay redención, ni trauma explicado por flashbacks, ni monólogo final con música hinchada. Lo que hay es una atmósfera malsana que te atrapa como niebla de madrugada. El folclore no está tratado con respeto: está mostrado con orgullo y con rabia. Las leyendas no son relatos bonitos que contarle a los turistas, sino códigos de supervivencia. Aquí las mujeres no lloran: muerden. Y cuando sangran, lo hacen por generaciones. Estamos ante un cine de terror hecho por mujeres, casi todos los personajes son femeninos, y se nota. Ya era hora que en el cine de terror las mujeres ya no sean sólo damiselas en peligro.
Aislinn Clarke filma la Irlanda rural con una mezcla de cariño y horror. Los paisajes no son especialmente bonitos, no son postales, y las casas parecen tumbas. De los sótanos mejor no hablo. Y las ancianas del pueblo… madre mía. Ni un solo efecto especial digital da más miedo que esas vetustas miradas. La protagonista, interpretada por Clare Monnelly aguanta el tipo en una actuación que es pura contención aunque la veterana Brid Ní Neachtain tampoco se queda atrás como la anciana con demencia que es el motor de la trama. Menudo duelo interpretativo. La música, minimalista y enferma, suena como si un tambor tribal se hubiese caído en un pozo y no quisiera salir.

¿Es Fréwaka para todos los públicos? Ni de coña. ¿Va a hacer taquilla? Difícil. ¿Es una de las películas de terror más honestas y diferentes del año? Sin duda.




















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