Nos hacemos eco de lo acontecido en la segunda jornada del festival:
Second round en el Rockland Art* Fest, que se convirtió anoche en una travesía de ocho horas de rock ininterrumpido y que amplió el éxito del viernes y dejó al público con las cuerdas vocales al límite. Más de 11 000 asistentes –récord histórico del recinto (hasta el momento)– acompañaron a un cartel que mezcló leyendas vivas, joyas locales y nuevas promesas internacionales.

Calentando motores: raíces del norte
Tobogán abrió el Escenario Principal con su power-pop fibroso y guiños psicodélicos, marcando el tempo de una tarde que prometía velocidad. ¡Se notaba que los riojanos jugaban en casa! Lo que nos ofreció una imagen del recinto ya muy interesante desde primera hora, a pesar del sol abrasador. Kokein, que se incorporaron a última hora al cartel, se dejaron la piel con un repertorio en euskera cargado de distorsión, confirmando que Anari, su lider, es una de las voces con más personalidad en su estilo.
Entre costumbrismo y distorsión
El viaje continuó con The Flying Rebollos con su rock tabernario y letras costumbristas. El público coreó cada verso con intensidad. Delirium Tremens ofreció un set crudo y eléctrico sobre el Escenario 2, recordando su herencia punk vasca.
Cosecha internacional al atardecer
El atardecer empezó con el indie británico de The K’s que contagió su euforia de guitarras afiladas a miles de gargantas. La puesta de sol vino acompañada con el soul rock delicado pero desgarrador de Morgan. La banda liderada por Nina de Juan, está en estado de gracia y su cuarto disco, es una auténtica delicia. Eso sí, Sargento de Hierro sigue siendo su hit más coreado.
Cosecha internacional al atardecer
El atardecer empezó con el indie británico de The K’s que contagió su euforia de guitarras afiladas a miles de gargantas. La puesta de sol vino acompañada con el soul rock delicado pero desgarrador de Morgan. La banda liderada por Nina de Juan, está en estado de gracia y su cuarto disco, es una auténtica delicia. Eso sí, Sargento de Hierro sigue siendo su hit más coreado.
La Iguana, el rugido y la nueva sangre

Pasadas las diez y media el recinto explotó: Iggy Pop apareció torso desnudo, igual que hace una semana en Mad Cool, y convirtió «Lust for Life» en un pogo que sacudió todo Santo Domingo. Parece que no pasan los años para sus temas, que son himnos, ni para su público que no paró de saltar en todo el concierto. La electricidad ha dado para iluminar todo el recinto. Simplemente impresionante. Cuando todavía se palpaba el sudor, Kira Mac irrumpió en el Escenario 2 con su blues-rock incendiario. La potencia en escena de la británica dejó al multitudinario público absolutamente extasiado.
Final a todo volumen
Wolfmother cerró la noche con riffs mastodónticos que resonaron como un martillo pilón. El set, basado en la gira 2025 que está devolviendo a los australianos a las portadas, selló la jornada sobre un muro de fuzz y falsete.
*Material de prensa cedido por el festival




















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