Creo que si alguien me pidiese una definición del hard rock que se popularizó en la segunda mitad de los ochenta y los primeros noventa, mi sentencia sería “nothing but a good time”, y que nadie pretenda atisbar un inciso de simplicidad como resumen, porque la frase guarda la esencia principal de lo que debe ser para mi el rock and roll, diversión y ya luego lo que le quieras añadir, y seguramente, aquellos días fueron los últimos en los que el rock no pretendió fingir ser el más elitista de la reunión. Los suecos Crazy Lixx es una de esas bandas que mejor ha sabido -y conseguido- cultivar ese espíritu. Llevábamos tiempo ya sin sus canciones y era hora de que volviesen a sacar una sonrisa en nuestra vida a base de melodías y guitarrazos.
“Thrill of the bite” es una colección contínua de himnos. Estructuras de sobras conocidas. Guitarras poderosas sin transgredir límites que no vendrían a cuento, melodías vocales que no temen cruzar líneas imaginarias que las hagan accesibles y estribillos creados a conciencia para corear una y otra vez. Crazy Lixx no pretenden salvar el mundo con su música aunque sus canciones si lo hagan con nuestras almas a base de una predisposición a la armonía que cierra por el líquido instante que dura este disco, la puerta que conduce a los problemas del día a día.
Es muy complicado destacar canciones, todas llevan mi cabeza a aquellos sueños de noches locas, “Little Miss Dangerous” tiene hechuras de aquel Alice Cooper hard rockero de masas, “Who said rock n roll is dead” es uno de esos himnos con los que aniquilar tu garganta mientras cantas a coro… Crazy Lixx suenan todo lo americano que puede llegar una banda sueca sin perder su origen, y espero ser capaz de explicarme. “Thrill of the bite” es uno de esos discos que si no eres fan del hard rock melódico, posiblemente contenga fecha de caducidad, pero si eres de los que sigue creyendo que el desenfreno y el rock and roll siguen teniendo más relación que cualquier Premio Nobel o intrascendencia triste en nombre de vete a saber que, vas a disfrutar de manera absoluta, déjate llevar, que al final en la vida lo que se terminan recordando son los buenos momentos, o al menos así debería ser, que los valles de lágrimas bastante tenemos con atravesarlos.
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