Captain Chemical es una banda situada en Tucson, Arizona. Publicando música bajo su propio sello, Brain Damage Records –nombre muy revelador, la banda liderada por “El Capitán” (pues Scott Whipple, líder, letrista, bajista y teclista de la formación, utiliza el nombre como seudónimo), y acompañada por Hozzy Hashbourne a la guitarra y voz ocasional y Medicine Man a la batería, toma prestados casi todos los conceptos de las letras de las noticias más absurdas y cómicas de la prensa internacional. ¿Una mujer decide casarse consigo misma? Captain Chemical nos cuenta en Sologamous ese proceso, incluido el amargo divorcio posterior. ¿Un accidente con una avioneta de contrabando baña en cocaína a una población entera? Captain Chemical tiene una canción al respecto. Puede que en otro avión haya algún pasajero muerto y nadie se de cuenta hasta el aterrizaje, como el que se queda dormido en el bus al pueblo. Captain Chemical te lo cantará.
Lo más relevante de esta formación, a mi entender, es la excelsa calidad musical de sus composiciones, y la habilidad e intención con las que cada tema está ejecutado, incluyendo en este último álbum, True Vacuity, presentado al mundo hoy 30 de junio, una buena muestra de su calidad musical y contundencia de inevitable raíz rockera, una versión de Primus o una grabación en directo de la banda, eso sí, ocultos como bonus tracks. Porque el resto del EP merece cada minuto de atención, siendo sin duda, pese a –o tal vez gracias a– su duración, el trabajo más ambicioso de Captain Chemical hasta la fecha.
True Vacuity es un álbum (EP en su formato sin bonus tracks) que te hará reír con temas como el mencionado “Sologamous” o la auto-explicativa “Selling Farts in a Jar” –insisto, todo rigurosamente basado en hechos reales, pero también deleitarte con la inmensa calidad del propio Scott al teclado y el bajo, y la fluidez entre estilos de Hozzy a la guitarra, amparados por una batería contundente y precisa, todo grabado orgánicamente y si no recuerdo mal, absolutamente todo el catálogo de Captain Chemical ha sido mezclado en analógico. Mucha influencia prog y post-prog y proto-prog, para una banda que se autodenomina según en qué momento yatch rock. Las comparaciones son siempre odiosas, pero hay mucho en este disco, tras la socarrona ronquera del líder, de Zappa, de los Crimson de los 80 (por fin hoy celebrados con miembros como Vai o Danny Carey, y eso de sesión, ojo), de los propios Primus, por supuesto… Un gran punto de partida para conocer el trabajo de una de las bandas más peculiares que he tenido el placer de conocer.
Tras las bromas, el espectáculo y la diversión constante (merece la pena bucear en las redes sociales de esta formación por su entregado público), soy buen testigo del amor absoluto de Scott por la música –y lo más importante, las personas que se dedican a hacerla, un sentimiento que respalda con inmensa generosidad y apoyo, sin hacer preguntas, sin pedir nada a cambio. Eso sí, puedes estar seguro de que si te da por vivir (o morirte) de una forma un tanto ridícula… Bueno, es probable que este bardo de lo absurdo lo grabe en cinta a base de Korgs desatados, guitarras diabólicas y mucho, mucho humor.
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