Muebles desmontados, albóndigas, el final de la cuenta atrás, la socialdemocracia y el IFK Goteborg de los 80, el death metal melódico, Yngwie y sus primeros discos, Bergman y El séptimo sello, Stieg Larsson, Henning Mankel, Pippi Långstrump, “chiquitita dime por qué…”. Muchas son las cosas que nos unen a un país como Suecia, o al menos que habitualmente han tenido una interconexión con nosotros ya sea o no de forma intencionada, pero que han formado parte de nuestra cultura como estándares que cualquiera reconoce o incluso bizarros -y divertidos- slashers como “Konferencen”. Y por supuesto el metal extremo, que ahondó en la más profunda oscuridad principalmente en Noruega como bastión desde el que lanzar sus tentáculos hacia el resto del mundo, pero no olvidemos que Suecia abrió su carretera al infierno con bandas como Sacramentum, Dissection, Watain, Marduk o Dark Funeral, sin olvidar jamás que el padrino de todo aquel movimiento, nacido en la localidad de Estocolmo, Thomas Börje Forsberg, conocido para la eternidad como Quorthon, leyenda bajo la marca negra de Bathory.
Y Quorthon también tengo la sensación de que extiende su larga sombra sobre el metal oscuro en este «Om Jordens blod och urgravens grepp«, segundo lanzamiento de Häxkapell, que bajo una base de Black metal primigenio, corrosivo, agresivo y oscuro, explora los vastos bosques del panorama folk consiguiendo acertar de pleno en su intención de crear una atmósfera épica que envuelva como una tormenta perfecta sus canciones. Janne Posti, ideólogo de este proyecto, no duda en ampliar miras sin conformarse con crear únicamente un solido bloque por el que sea incapaz de traspasar la luz. Podemos encontrar ecos de los Opeth más oscuros antes de asaltar los cielos del rock progresivo, o incluso del sonido Goteborg aunque para ello tengamos que agudizar bien el oido.
«Om Jordens blod och urgravens grepp» es un disco descomunal de black metal épico, donde las atmósferas a pesar de la importancia que han adquirido cada vez más en el género, no atraen para sí mismas un protagonismo excesivo, sino que Posti consigue una mimesis oscura, donde estas forman parte de un todo. Canciones en pie de guerra, violines que aderezan pasajes folk de historias pasadas como ocurre en «Vindar från förr» crudos arrebatos de violencia sonora proveniente de las guitarras de «Satans rötter», esos ritmos pausados que crispan los nervios antes de la tormenta, como los que sobresalen en la canción que da titulo al disco o la llamada a la batalla a través de la épica vocal de «Metamorfos» o la acústica «Hem».
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