Como admirador del maestro Bob Dylan y su innegable legado musical, esperaba que A Complete Unknown ofreciera una visión más profunda y emotiva de su vida y obra. Sin embargo, bajo la dirección de James Mangold, la película se siente fría, dejando una sensación de distancia que impide conectar plenamente con la esencia del artista. Dicen que Dylan ha estado supervisando el guión y no me extrañaría que parte de ese halo de misterio e incomprensión que rodea a su personaje en el film sea una imposición suya. Dylan sigue siendo un tipo huraño e indescifrable y ni siquiera una película sobre su vida nos acerca a conocerle. Bob Dylan ha sido siempre un misterio y a él le encanta. Algo muestra un Mangold que, como siempre, cumple pero es incapaz de emocionar al espectador. De hecho, emocionan más la geniales composiciones de Dylan que la simplona dirección de Mangold. No puedo evitar pensar en cómo hubiera quedado este film en manos de Scorsese, amigo de Dylan y sobre el cual ya realizó el fascinante documental Rolling Thunder revue.
Timothée Chalamet encarna a Dylan en sus primeros años, desde su llegada a Nueva York en 1961 hasta su controvertida electrificación en el Newport Folk Festival de 1965. Aunque Chalamet muestra una encomiable dedicación en su actuación y en la interpretación sus canciones, la dirección de Mangold no logra capturar la complejidad y el espíritu rebelde que caracterizan a este primer Dylan. La narrativa avanza de manera lineal y predecible, sin profundizar apenas en los conflictos internos del músico ni en el impacto cultural de su obra. Un ejemplo: la recreación del Greenwich Village y la escena folk de la época es precisa en cuanto a ambientación, pero carece de la vitalidad y el dinamismo que definieron ese momento histórico. Aparecen figuras fundamentales en la carrera de Dylan como Joan Baez (Monica Barbaro) y Pete Seeger (Edward Norton) aunque de una manera bastante distante. Dylan aparece casi como un ser incapaz de sentir afecto por nadie, sólo admiración por su ídolo Woody Guthrie.
A pesar de su meticulosa producción y de las sólidas actuaciones del elenco, A Complete Unknown no logra transmitir la pasión y la innovación que Dylan aportó al mundo de la música. El resultado es una película técnicamente competente aunque emocionalmente distante, que nos deja a los seguidores de Dylan con la sensación de que se ha perdido una oportunidad de oro para profundizar en la vida de una de las figuras más influyentes del siglo XX y, a la vez, una de las más enigmáticas.
En resumen, A Complete Unknown puede servir (ojalá) para que las nuevas generaciones conozcan las canciones del bardo de Minnesota aunque su desapasionado enfoque impide comprender al hombre detrás de la leyenda. Supongo que el viejo y huraño Dylan estará encantado.
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