No llegué a ver a Triángulo de amor bizarro por lo que mi segundo día comenzó a las 17:40 con unos Rufus T. Firefly que hipnotizaron al público con sus mejores canciones como Nebulosa Jade, Río Wolf o Pompeya. La hora, el sol y el calor no les hicieron justicia, pero ahí estaban sus fieles seguidores flipando con el pop psicodélico de los de Aranjuez. Hay que reconocer el excelente trabajo de Julia Martin-Maestro a las baquetas, la entrega de Victor Cabezuelo y la impronta que los teclados de Manola aportan a cada tema. A mí me convencieron y emocionaron gracias a su excelente directo.
Si hablamos de emoción, hay que citar a Rayden. Uno de los momentos más emotivos del Vive Latino de este 2024 fue protagonizado por Rayden, quien ofreció su última actuación en un festival y su último concierto en Zaragoza. El madrileño ofreció un concierto repleto de energía y buen rollo que se contagiaron a todos los asistentes, aunque su despedida deja un sabor amargo. Ver sus lágrimas sobre el escenario es uno de esos momentos que no olvidaremos de esta edición del Vive Latino.
Tampoco olvidaré la chulería y la rabia que desprende en escena esa bestia parda del rock en castellano llamada Jorge Martínez alias Jorge «Ilegales». Alucinante lo de este tipo y sus Ilegales. Ajeno a modas pasajeras y demás pajas mentales, Ilegales van a lo suyo: puros cañonazos de buen rock. Atronaron el festival con descargas como Eres una puta, Agotados de esperar el fin, Si no luchas te matas, Nunca lo repitas en voz alta, Angel exterminador, Tiempos nuevos, tiempos salvajes o Soy un macarra. A sus 69 años Jorge «Ilegales» rezuma una energía increíble. El de Ilegales fue, para quien escribe estas líneas, el concierto del sábado. Amén de tener la mejor camiseta de todo el festival, a saber: una que rezaba «Peinarse es de hijos de puta.» Genio y figura hasta la sepultura y más allá.
Lo de Kiko Veneno era otra cita ineludible en un escenario Caja Rural lleno hasta la bandera. Con su fusión de flamenco, rock y lo que se le ponga por delante. Sonaron Echo de menos, Lobo López, Joselito o En un Mercedes blanco. Además de versionar a The Doors (Riders on the storm) y Camarón, tuvo tiempo para presentar un tema nuevo: Olivia. Acompañado de una gran banda, Kiko Veneno gustó a propios y extraños.
Todo lo contrario que Los Planetas, quienes habían levantado mucha expectación con esta gira de celebración del 30º aniversario de su primer LP, Super 8, un disco generacional y el mejor ejemplo del indie/pop español para muchos, que tocaron entero de pe a pa. Los granadinos nunca fueron santos de mi devoción (prefiero The Jesus & Mary chain, My Bloody Valentine o Sonic youth), pero me decidí a darles una oportunidad. No sonaron bien en el escenario grande y su concierto se resintió por ello. Apenas se entendían las letras de Jota y en directo demostraron una preocupante falta de carisma. Aun así, arrastrados por la nostalgia, algunos fieles allí congregados los disfrutaron y otros los padecimos. Himnos de la generación indie como Qué puedo hacer o Si está bien sonaron deslucidos y sin ganas. Me gustó el infierno sonoro “shoegaze” de La caja del diablo en la que invitaron a sumarse a Triángulo de amor bizarro. Tras el repaso a Super 8 recuperaron algunos temas posteriores como Segundo premio o Un Buen día, aunque ya era tarde para espantar el tedio.
Pude disfrutar a Los niños del Brasil, otro mítico grupo zaragozano de los años 80 que parecen disfrutar de una segunda juventud. Los de Santi-Rex aprovecharon el escenario VL para revivir sus mejores temas, sonaron vibrantes con un Santi en plena forma y con ganas de comerse el mundo.
Mis fuerzas se iban agotando, aunque debo admitir que Los auténticos decadentes supusieron un chute de energía. El contagioso ska del combo argentino hizo bailar y disfrutar al personal. Para los amantes del rap, la aparición en el escenario de Kase.O, habitual de este festival, y Sho-Hai para sumarse a SFDK en Ringui Dingui supuso un delirio colectivo. Por su parte, La pegatina supuso un cierre de festival por todo lo alto. Invitaron al escenario a Los auténticos decadentes en un festivo colofón a esta tercera edición del Vive latino. Un festival que ha funcionado a la perfección y que, más allá de la falta de grandes nombres en el cartel, la única pega que le puedo poner es el sonido del escenario Ámbar. Todo lo demás (y mira que hay cosas que pueden salir mal) funcionó a las mil maravillas.
Imágenes cedidas por la organización.
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