Parece que el verano no comienza en la provincia de Cádiz, musicalmente hablando, hasta que se da el “pistoletazo de salida” al Summer Jazz, el festival que dura desde junio a septiembre en la Sala Milwaukee de El Puerto de Santa María.
Conciertos de gran calidad en su mayoría que se suelen celebrar en el coqueto patio descubierto, un lugar precioso que es perfecto para que muchos visitantes hagan sus fotografías justo antes de los conciertos. Y es el caso del celebrado el jueves 27 de junio pues llegaba un “plato fuerte” como es Malevaje, la banda más importante que ha dado España en el tango argentino y que llevan cuarenta años en los escenarios ofreciendo sus composiciones propias.
Es cierto que debería haber más público pero los madrileños tocaron su repertorio como en cualquier otra sala. Hora y cuarenta y cinco minutos que nos condujo a un pasado mítico, pues Malevaje nació en Madrid en los ochenta, en plena movida madrileña cambiando el rock de Los Coyotes (su antigua banda) por los tangos “canallas”. Desde entonces siguen su vocalista Antonio Bartrina, con la experiencia de los inviernos que han pasado (en un momento nos explicó que cuando compuso “Tango amigo” con veintipocos años no sabía nada de la vida) y su personal voz algo lastrada por una alergia pero esforzándose por ofrecer un recital digno y muy comunicativo durante todo el evento, y el contrabajista Fernando Gilabert que además del buen hacer con su instrumento nos cantó dos rancheras, una compuesta por él “Amor de río” y otra de José Alfredo Jiménez “Tu recuerdo y yo”. Desde hace años les acompaña el guitarrista y bandoneonista Fernando Giardini. Ellos fueron los encargados de ofrecernos una noche especial bajo la luna portuense.
Inicio poderoso con “Entucho Barbosa”, seguido por “Las cuarenta” y “Los mareados”. Tangos originales que nos conducen a otro tiempo pues debemos reconocer que Malevaje fue crónica de un tiempo a nivel personal pues en los noventa (pues en los ochenta éramos demasiado jóvenes) donde conseguimos sus dos primeros discos “Tangos” y “Margot” que degustamos en noches poco cristianas por el Madrid de esa década, una época inolvidable. Parte de lo que Flaubert consideraba “La educación sentimental”. Más si suenan esas historias tan tangueras en la capital de España, compuestas por Carlos Zabaleta, como “Chinchorro”, un antiguo noble arruinado que vivía enla calle pero seguía vistiendo con sombrero y una capa raída o “Por mirón”, sobre un “voyeur” atropellado en las inmediaciones del instituto Lope De Vega, entre la calle San Bernardo y Pez por observar a las jóvenes.
Un directo que también tuvo otras músicas, siguiendo la estela de su anterior gira, pues a las rancheras antes mencionadas hay que sumar boleros como “Alma mía” y “Vete de mí” (único compuesto por dos tangueros como son los hermanos Homero y Virgilio Expósito), la mítica “La vie en rose” de Edith Piaf o alguna extraña fusión como “Fin de mes”, un tango con estribillo de vals o el mítico “Cambalache”, con una parte rapeada.
Pero “Cambalache” no fue el único clásico pues también sonaron en el patio de la Milwaukee “Esta noche me emborracho”, “Milonga sentimental”, “Garúa” o “La última curda”, mejor tango según Bartrina. Está bien ese homenaje a las míticas piezas argentinas pero preferimos los propios de Malevaje. Y ahí la muestra fue excelente pues además de los citados pudimos escuchar “Tempestad”, “Sur”, “Asco le tengo al frasco”, “Me río”, “Aquí falta algo” o un bis con “Margot” que sirvió de colofón a esta genial manera de pasar una noche de verano, todavía sin un calor agobiante y disfrutando con una cerveza de una institución de la música como es Malevaje.
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