Tenía sensaciones encontradas ante el concierto de Havalina en Zaragoza. Por un lado, este concierto se engloba dentro de la gira de despedida de los madrileños tras una andadura de 23 años. Es desolador que un grupo cese su actividad y todavía lo es más cuando es un grupo de lo más solvente y que se retira tras publicar el año pasado su mejor trabajo. Havalina no han tenido el éxito que se merecían. Mientras otros conjuntos mucho menos virtuosos están llenando Wizinks, Havalina tiran la toalla. Triste, sin duda, aunque siempre nos quedarán sus discos. Havalina han labrado su propio camino frente a los atajos hacia la fama. Son unos músicos excelentes, nada que reprocharles en ese sentido, aunque esa personalidad propia ajena a las modas ha jugado en su contra. Por otro lado, los periódicos locales anuncian el cierre inminente de la Sala López por un problema de permisos. Así pues, este concierto tiene un sabor agridulce. Recemos para que el tema burocrático con el Ayuntamiento de Zaragoza se solucione, Lamentablemente, lo de Havalina parece definitivo.
Conocedores de que tienen un grupo de seguidores no muy numeroso, pero sobradamente fiel, Havalina han preparado una gira de despedida en la que repasan su discografía en castellano, obviando sus inicios cuando cantaban en la lengua de Shakespeare y sus influencias no dejaban aflorar su propia identidad. A sus melancólicas composiciones hemos de sumarle el sentimiento de injusta despedida a una propuesta que merecía mejor suerte.
En directo Havalina suenan francamente bien y sus canciones no desmerecen frente a las versiones grabadas. Se presentaron en forma de trío, hasta hace poco los acompañaba Teresa Martínez al bajo y teclado, y se le echó de menos. Tampoco hubo proyecciones que enfatizaran las atmósferas de sus canciones. Manuel, Javier e Ignacio se presentaron sin más artificios que sus instrumentos y sus canciones. Comenzaron con la fría atmósfera de Las hojas secas para ir ganando intensidad con temas como Estruendo, Antártida, Norte o la preciosa Ulmo.
Sus feligreses, venidos hasta de Canarias, coreaban extasiados sus canciones más añejas. Atacaron con impecable precisión Circuito cerrado, Deconstrucción, Robótica y Maqunaria temas de Maquinaria, su excelente LP del año pasado. Esos riffs asesinos a lo stoner hicieron subir una temperatura que a veces bajaba peligrosamente. Ocurre que el cinematográfico repertorio de Havalina aguanta a duras penas un concierto de 2 horas y 20 temas sin el apoyo de audiovisuales o unos coros femeninos que le den algo más de versatilidad a las voces. Manuel Cabezalí en un gran compositor, músico y productor, aunque su voz puede resultar algo monótona. Todo ello hizo que su show, siendo impecable en lo musical, pecara de espartano en lo escénico y me resultara algo largo. Los 10 minutos de Desinspiración no se hicieron notar demasiado debido a su explosión de energía. Sin embargo, el broche final con otros 10 minutos de ese remedo de The Cure (hasta en el título) que es Por la noche se me hizo cuesta arriba. Quizás fuera culpa de un setlist destinado a los fans más fervientes en detrimento de los temas más recientes en los que han mostrado su personalidad perfectamente definida. Por cierto, ¿cuántos artistas nacionales se atreven con conciertos de 2 horas? Hay que decir en favor de Havalina que muy pocos.
Havalina han labrado su propio camino frente a los atajos a la fama. Son unos músicos excelentes que merecían mejor suerte y el panorama musical patrio será mucho más triste sin ellos. Al menos, dejan un excelente recuerdo.
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