Copas de Yate (Vol. I) es un capricho y un regalo en el 25 aniversario de la carrera de Quique González. Con más de un centenar y medio de canciones editadas que conforman su discografía, el madrileño publica, junto con el estuche de su discografía en vinilo (si bien puede adquirirse de forma independiente) ocho versiones poco comunes para deleite propio y ajeno. Se agradece que la selección de canciones se salga del sota, caballo y rey habitual, casi estándar (o pobre de ideas, sin riesgo para el mercado y buscando la complicidad en la falta de esfuerzo del oyente) que suele realizarse de forma general por parte de las bandas. Lejos de ser un disco de versiones previsible, aquí toman relevancia las palabras de Dylan que él mismo siempre ha resaltado: “Decía Dylan que a los músicos se les conoce por las canciones que versionan.”

El Quique más intérprete aprovecha la inercia generada con su bandas de directo para entrar en el estudio y afrontar con valentía las canciones a versionar, como «A La Media Luna» de Juan Perro. En este caso escoge a uno de los compositores más difíciles de versionar, la voz propia de Santiago Auserón a la hora de cantar y componer hacen de sus temas auténticos retos para otros músicos. En «Fractales», de Josele Santiago, evoca por momentos a The Wallflowers en el piano y el fraseo recordando a aquella «Invisible City». El sonido cálido de la grabación enlaza con la figura del cuarto hijo de Dylan, una producción muy en la línea de los LP facturados por Jakob Dylan.

Entre el repertorio aparecen figuras mayores como Kiko Veneno («La Casa Cuartel», recuperando la idea de hacerla suya, ya que fue una canción que tuvo su intento en las sesiones de grabación de Pájaros Mojados) o Luis Eduardo Aute. También hay sorpresas, aunque visto con perspectiva, en las casa donde las madres y las abuelas cantaban y escuchaban la radio no es chocante, como la versión de Carlos Cano y el reconocimiento a un compañero de profesión en «Herida y Cicatriz» de Fabián. El único momento en el que mira al otro lado del charco es en «De Mí», del argentino Charly García, “dada la dificultad de versionar a Charly porque tiene muchísima personalidad,” como ha expresado. Cerrando la jukebox recrea «Tócala, Uli» de Gabinete Caligari.

A uno le definen las canciones que ama, ahí se muestra el material del que uno está hecho. En Copas de Yate (Vol. I) Quique González reivindica el oficio y el aprendizaje del músico, y la importancia de las versiones como escuela haciendo que, sean propias o ajenas, como dijo en la entrevista para El Correo: “¡Qué forma más bonita de pasar por la vida que haciendo canciones!”.

Quique González – Copas de Yate (Vol. I)

by: David Vazquez

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