«…Como era muy ancha, iba toda ella llena de gentes: unos entraban y salían de México; otros venían a vernos. Tantos eran que no podían rodearnos… No era de extrañar, ya que jamás habían visto caballos ni a hombres como nosotros. Y nosotros, desde que habíamos empezado a ver cosas tan admirables, no sabíamos qué decirnos, pues no sabíamos si era verdad lo que ante nosotros se nos aparecía: grandes ciudades en tierra y en la laguna, llena esta de canoas; en la carretera, de trecho en trecho, había puentes y, delante de nosotros, estaba la gran Ciudad de México…» («Noticias públicas y secretas de América». Emir Rodríguez Monegal, 1984: 86).

Como Cortés en México me sentí con la salida de este nuevo disco de Saurom, «El pájaro fantasma», admirado ante lo que encontraba frente a mis oídos, las canciones que daban vida a esta nueva grabación de los trovadores gaditanos. No voy a negar, porque tampoco crea que es necesario, que los últimos pasos por el estudio de la banda no habían conectado conmigo, me encontraba en compás de espera con un grupo al que llevo siguiendo desde sus inicios, como prueba de ello, aquella maqueta que compré por 500 pesetas cuando aún eran Saurom Lamderth, hace tanto que el reloj ha dado demasiadas vueltas sobre su implacable circunferencia. El enfrentarme al aquelarre festivo de su directo durante dos ocasiones, había despertado expectativas de nuevo en mi, con la posibilidad de volver como hijo pródigo a la legión de fans de Saurom. Sus visitas al Bahía Sound en 2022 y 2023 convirtieron dos noches en magia, en recuerdos a atesorar, en comunión de un círculo juglar que supo estuvo a las buenas y a las malas y que me volvía a abrir sus puertas como si nunca lo hubiese abandonado al refugio de la oscura noche y la cómplice luna.

Poco a poco, como migas de pan -en forma de videoclips- en el camino que no se comían las aves, nos fueron atrayendo hasta este «Pájaro fantasma», canción a canción, antes de su salida, creando una expectación que crecía a la vez que la salida del disco se acercaba. Una batalla ganada de antemano. No puedo decir que Saurom han regresado, ya que nunca se fueron. Si exclamaré que han vuelto a girar su concepto en una espléndida demostración de madurez. «El pájaro fantasma» es un disco más «sombrío», más «oscuro», siempre dentro del concepto, de la idiosincrasia de un grupo que entiendo la vida como una celebración de cada momento reflejado en los acordes que construyen sus discos. Por supuesto, los momentos festivos -musicalmente hablando- tan propios están presentes, «Mejor sin ti» es la prueba palpable, rescatando su lado más folk pero rematada con una letra donde dejan verdades a descubierto, con un Miguel cuya voz se convierte en protagonista, marca de la casa, referencia de unos músicos cada vez más reconocibles en sí mismos sin tener que repartir esquemas una y otra vez.

Nos encontramos con viajes más heavys como «Fuego», una canción que funciona en directo como un auténtico obús y «Ojos verdes», majestuosa, llena de tinieblas, efluvios hard rock como los de «No seré yo», colaboraciones incluidas y un estribillo para enmarcar o la íntima «No quedan palabras», capaz de elevar el tono de las emociones. Un disco que gira sobre si mismo para convencernos de que están cociendo algo grande, y que ellos son los primeros en ser conscientes de ellos. Desconozco si el tiempo dictará sentencia, más aún cuando vivo convencido de no importarme lo que sucederá dentro del siguiente segundo pero sí de que el presente me une al vuelo de este «Pájaro fantasma». Musicalmente el disco es una maravilla, detenerse a escuchar cada detalle -algo que se percibe de manera magistral en el disco instrumental que también forma parte de este trabajo- seguir cada línea con la avidez de quien comienza a aprender a leer. En conjunto, «El pájaro fantasma» es un auténtico triunfo, una victoria a base de esfuerzo y talento.

Saurom – El pájaro fantasma

9.5
by: Carlos tizon

by: Carlos tizon

Licenciado en el arte de apoyar el codo en la barra de bar. Comencé la carrera de la vida y me perdí por el camino, dándome de bruces con el rock and roll. Como no pude ser una rock star, ahora desnudo mi alma cual decadente stripper de medio pelo en mi blog, Motel Bourbon.

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