Está muy feo juzgar un libro por la portada, o juzgar a un músico por la pinta, pero hay casos que suponen excepciones. Mi colega Francis Taza, que ahora mismo es una especie de radar en el sur —casi todo lo que conozco de la provincia de Cádiz es por su culpa—, me pasa información de la banda y de su último trabajo, y veo a Manolo «Boka» Monzón, el batera. Es una mezcla entre Vinnie Paul y un personaje de Hijos de la anarquía, el motero que imitaba a Elvis. Además, Santi Gallardo, el guitarrista, es Jason Newsted en un remake de The blues brothers. Repito, está muy feo juzgar a la gente por las pintas, pero es que ya molan sin haber empezado. Un, dos, tres… ¡Rock!
Todo al rock and roll. Leo en una entrevista a Isa Pastoriza, la voceras, que les gusta el blues y AC/DC y, en cuanto empieza esto, ni veinte segundos llevo, lo hacen bueno. Con un guitarreo a lo Bienvenidos, de Miguel Ríos, con un poco de Let there be rock, de AC/DC, y pasado por el tamiz de B. B. King o, en su extensión, de Fats Domino, alma de blues, pero con el tempo de un caballo de carreras. Cuando arrancan las estrofas, el bajo de Rosa Amor se abre paso entre los piñazos a la caja y el guitarreo. Ese bajo es puro AC/DC. Mira lo que hace el bajo en Highway to hell y mira a Rosa. Parece fácil, pero es el bastidor que está sujetando la carrocería de esta locomotora que está a punto de arrollarnos.
Con lo puesto. Charles y un ritmo más clásico para arrancar. Estoy pensando en Chuck Berry, aunque es innegable la influencia de los AC/DC, sobre todo de los primeros. It’s a long way to the top, por ejemplo. La guitarra, que estoy aislando mentalmente mientras avanzan las estrofas, tiene un rollo a otro tipo de bandas de rock. Estoy pensando en los Intocables, los que iban con Loquillo, o M-Clan… hasta Revólver, o Bruce Springsteen si me apuras. Es lo bonito del rock: hay muchas formas de entenderlo, casi casi tantas como los músicos que lo interpretan.
Me voy de fiesta. Hay cosas que me ganan. Ese punteo inicial de la guitarra, si no es el mejor del disco, ahí le anda. No tiene explicación, por lo menos si, como yo, no tienes ni puta idea de música. Es una energía que se transmite, un bombo entrelazado entre las cuerdas, cuatro baquetazos a la caja y… ¡bam! Un bajo que hace dibujitos entre la batería y la caja. Suena a divertido, tipo Foghat en Slow ride. En cuanto a la voz… es uno de los ingredientes que convierten a Más Madera en una banda de blues rock. Isa es una cantante de blues con una banda de rock detrás. Si su voz sonase, no sé, como Joan Jett, por ejemplo, Más Madera sería otra cosa completamente diferente. Isa es de esas cantantes que da gusto oírlas cantar. Estamos esperando que llegue el estribillo, alargando el fieeeeesta, porque su voz es como el cañón de agua de una manguera de bomberos.
El blues de la resaca. Hay un subgénero de blues que tiene nombre y apellido: Angus Young. Esto es puro The Jack en sala de máquina. Es cierto que los gaditanos van a paso un poquito más ligero que los australianos, pero en el espíritu… joder, The whorehouse blues, de los Motörhead. La letra es una concienzuda descripción de síntomas del día después de la fiesta, con propósito de enmienda y todo: ¡Ya no bebo más! Los treinta cubatas no hicieron daño alguno, sería la mayonesa de la hamburguesa. ¿Por qué somos así? Nos hacemos trampas al solitario, nos engañamos a nosotros mismos. Letra entretenida, pero un sonido… un bajo sobrio. Rosa es la Charlie Watts de la banda: en un segundo plano, labores de intendencia, lo menos visible, pero lo que sujeta el rollo, encaja entre la batería y la guitarra para formar una amalgama de alta gradación que lleva en volandas la voz de Isa.
No pienso salir (del bar). Sigue esa aura divertida. Esto es rock and roll, sigue siendo rock, pero ha perdido ese deje sobrio del blues (hasta cuando pones una letra de cachondeo sigue emanando esa solemnidad) para convertirse en una especie de Tequila en Vamos a tocar un rock and roll en la plaza del pueblo. Me gustan mucho, mucho los coros. La voz, un poco más cañera, en la versión rock del blues-rock que hace Isa, contrasta muy bien con el tono de voz de Santi Gallardo.
El mundo necesita rock and roll. Manolo tiene un montón de cacharritos divertidos. Platos grandes para subrayar lo que le interesa, charles para incitar a las masas, para lanzar a Rosa y a Santi a correr. Otra vez esos coros, aunque ahora los oigo un poco más «completos». ¿Puede ser que Rosa, además de meterle caballaje a la sala de máquinas, ponga un poco de coros? Este punteo sí es puro rock. Más Madera pilla lo mejor de cada mundo, solos rockeros y punteíllos blues.
Te echo de menos. Vale, estoy obsesionado con Lynyrd Skynyrd, pero esto suena entre Simple man y Free bird, con un toque de Sweet home Alabama. Si el punteo de Free Bird no es lo mejor que has escuchado en tu vida, fuera de mi iglesia. Centrándonos en los gaditanos, tiene un aura de balada, cambiando un poco el aura de estrofas a estribillos, yendo y regresando a ese riff inicial que le da ese poso alucinante. Esta en directo tiene que merecer muchísimo la pena. Es más, me atrevería a decir que esta canción es la prueba de fuego para calibrar el octanaje de esta banda sobre las tablas.
Rockero de fortuna. ¿Será por los soldados de fortuna? Hasta Van Damme hizo una peli. En cuanto ha empezado a sonar, me ha venido a la cabeza el Can’t stop, de los Red Hot Chilli Peppers. Es cierto que esta gente tienen otro aura, hasta cuando quieren hacer algo liviano, algo divertido y chorrilla, emanan una especie de seriedad, y la sombra de Flea y sus incansables dedos es alargada, pero el nexo, al menos en el riff principal, es innegable.
Dame más. Joder Boka, cómo domina el charles, y joder Rosa… ese bajo suena limpísimo… si se me entiende la expresión. Si no se entiende… suena superduble. La guitarra me ha dado un espejismo, también con AC/DC… New York City, del Stiff upper lip. Creo que es la forma que tiene Santi de tocar, es de la academia Angus de guitarrismo avanzado. En cuanto a la letra… Rammstein tiene una Mehr, que se parece, salvando las distancias estilísticas e idiomáticas.
Una mala tarde. Última parada, todo el mundo abajo. La ley de Murphy en toda su grandeza a ritmo de rock. Además, me da la excusa de reivindicar a los Mojinos Escozíos como intrumentistas. Es uno de mis mantras: el hecho de que una banda tenga letras de cachondeo, no quiere decir que no se tomen en serio a sí mismos como músicos. El hecho de que vaya la última no quiere decir que no tenga tirón. Son tres minutos de rock and roll puro, que huele a tubo de escape de moto de carretera.
Y hasta aquí el disquito. Tres cuartos de horas de mucho territorio mestizo, donde el blues acelero el paso y donde el rock se deja querer, con el espíritu de Groucho berreando desde la locomotora mientras el cabrón de Harpo desguazaba el tren a hachazos. Llegó en tren en el chasis. Si llega a estar la estación medio kilómetro más adelante, lo acaban acercando a empujón.
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