La influencia espiritual del tatuaje y de la pintura corporal, facial, en las grandes culturas indígenas de antaño, se sabe siguieron un proceso de decadencia simbólica y de uso superfluo para la estética del espectáculo moderno en proporción directa al paso del tiempo que la señala como fuente de valor místico, expresión profunda de la misma naturaleza.
En todas las trifulcas psicodélicas del ácido que la alucinada Inglaterra de los últimos años 60 centrifuga pretendiendo visiones de eternidad, no faltan espejismos, insinuaciones, múltiples apropiaciones de fé para mucho de lo que los viejos tiempos tribales desarrollaron en percepcion sobrenatural para comunicarse con lo invisible, con los enigmas divinos que daban respuestas al sentido de la vida, la creación, sus raros misterios.
ARTHUR BROWN maquilla su rostro mientras canta alabanzas al fuego con su Mundo Loco de Rock progresivo…desarrolla espectáculo dramático de espectros y ritmo negro frente a una audiencia que ya asume en ese momento de trascendencia contracultural que la vanguardia joven santifica como credo de acción y energía progresista, la realidad de que la vida es visible si es que así quieres verlo aunque existan motivos, principios, incógnitas, que escapan al método selectivo de la razón que en la mente se inculca desde las aulas maestras del mundo civilizado.
Como suele ocurrir con lo blanco que todo lo toma de lo ajeno haciéndolo suyo a la fuerza o no, BROWN purifica su propia naturaleza de ruptura existencial manifestando rasgos artísticos de antaño que deslumbran por su sentido de lo surreal, tragedias y ansias de liberación graduales que se exponen sin complejos, emociones filtradas a través de las guitarras y el blues a un volumen de electricidad brutal, algo que impacta sobre la vivencia esencial de una nueva generación.
Su forma de escenificar el sentido de la vida en la música, o de hacer que la música viva su propia existencia sin someterse a esquemas preconcebidos de lo que se toma como sentido del entretenimiento entonces, confiere idiosincrasia de expansión y progreso a la idea misma de la revolución underground; nada en realidad que de alguna forma el afrofuturismo del extravagante SUN-RA, de su cósmica ARKESTRA, no haya utilizado ya dentro del ambito del Jazz para deconstruir sistemas de comunicacion vitales, reemplazar evidencias de un lenguaje común a favor de unas asombrosas lecturas libres con las que difundir un nuevo lenguaje de aproximación; sugestión inventiva sin precedentes lo que se reconoce como concepto en la marginal aunque influyente ARKESTRA, que queda como nueva disposición interior en el individuo creativo para disparar la mente hacia el infinito…nada supongo, que en sus ceremonias de Universo sin orden aparente y al margen de toda la experimentación y vanguardia intelectual ligadas a los ámbitos cultos occidentales, se haya hecho años antes hasta que la extravagancia de aquella incierta música del Espacio, aterrice sobre la Tierra para desfigurarla, devorar imágenes, reordenar el caos, trasfigurarlo.
El Rock no consigue nada de eso, aunque lo pretenda, y si lo hace dueño de su propio lenguaje rara vez se percibe, sin embargo, amplifica su amplio imaginario de sueños, de instintos, magnetismo y atracción sexual, aporta imaginación, da forma a lo que toma y no es suyo para descubrir en el proceso hallazgos de sumo interés. Resulta posible idealizar nuevos vástagos, nuevas tendencias, excentricidades, nuevos mitos, se modela el futuro, se imagina libre, distinto…capaz de alcanzarse.
Si de SCREAMING JAY HAWKINS, su vudú de ataúdes, huesos, hechizos y siniestro trance, luego toma gritando también LORD SUTCH la intención del impacto escénico para transmitírselo al público de las escuelas de arte cantando el seminal rockero entre sombras y humo adolescente, como destripador de White Chapel disfrazado de asesino dentro de su personal paranoia de R&B y teatro del horror, ARTHUR BROWN genera a partir de ellos el fuego de su carisma progresista, representaciones las suyas que quedan como antecedentes de exclusividad estética para el diagrama circular que centrifuga la música Pop en todas sus posibles variantes de imaginación y cultura. SUN-RA, SCREAMING JAY HAWKINS, LORD STUCH, como modelos de riguroso reflejo dramático, y una pintura facial recreada en estampas de tiempos perdidos que se adelanta en tres o cuatro años a todo lo que en parte ALICE COOPER va a construir con su teatro de monstruos, guillotinas y Heavy Metal, pero sobretodo y con diferencia de muchos años más, a las corrientes extremas del Black Metal que utilizarán la pintura del rostro como signo de identidad, de orgullo de ancestros para el combate sagrado.
Siendo lo de la parroquia blacker, todo aquel demencial episodio de vandalismo, guerra santa, suicidios y asesinatos atroces, un punto y aparte en lo que a consideración de símbolos respecta por su atrocidad, su trastornada desproporción fundamentalista disociada de toda idea de una subcultura juvenil moderna con valores de plenitud y vida, supervivencia y crecimiento.
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