Que Saurom es una de las mayores realidades musicales patrias en la actualidad poca gente lo discute ya. Además es toda una experiencia en concierto merced a todo el despliegue de invitados, tanto de malabaristas, zancudas, hadas y duendes por medio de Apatazanca Teatro como su coro “El batallón de Mordor” aunque en esta visita a Madrid fuese algo más reducido que la última vez que los vimos en su San Fernando natal.
Ante una sala La Riviera prácticamente llena, sorprende ver tanta gente joven y niños, a los que consideran el relevo, como comentaron en alguna ocasión, y por lo tanto dejan entrar gratis. Esas cosas por las que sus seguidores les adoran como pudimos comprobar pues el respetable estuvo entregado desde el inicio al final. Y estamos hablando de dos horas y cuarto de actuación.
Comenzaron con el tema homónimo de su último LP “El pájaro fantasma”, con la colaboración de Elizabeth Amodeo de Against Myself. El sonido fue correcto (por lo menos desde donde nos encontrábamos) aunque escuchamos alguna protesta en este sentido. Quizás el tono de Amodeo fue algo bajo como único pero. Lo que no erra es la banda que funciona como un metrónomo con Raúl Rueda ejerciendo de maestro a las seis cuerdas de sus Gibson o a la mandolina, Narci Lara con su ESP y sus flautas, gaitas y otros instrumentos de viento que le dan ese toque que les ha hecho célebres denominado Juglar Metal y una base rítmica de altura con Antonio Ruiz Donovan y su poderosa pegada a la batería y el espídico bajo Yamaha de José A. Gallardo, sin parar de moverse y acometiendo las cuatro cuerdas con púa o sin púa, tocando con tres dedos o como si fuese una guitarra. Al acordeón y el sintetizador vemos a Santi Carrasco. Además vemos cada vez a Miguel Ángel Franco como mejor cantante. Una solvencia que se nota y trasmiten en cada riff, en cada melodía.
La maravillosa “Amanecer” del anterior “Música” deja paso a uno de los éxitos de “El pájaro fantasma” como es “No seré yo” que además cuenta con la colaboración de Isra Ramos y Ramón Lage, actualmente en Delalma, aunque ambos han sido miembros en el pasado de Avalanch. Dos temas que suenan brutales. Más del “Música” con la más inocente “La hija de las estrellas”, cosa que parece indicar la infografía en la pantalla trasera que nos ofrece videos e imágenes que ilustran la pantalla. Un ritmo más reposado que dura poco pues llega la animadísima “Músico de calle” del “Sueños” “regalando sentimientos en clave de Sol”. Una auténtica debilidad para este modesto cronista y que, no sé por qué, siempre me ha sonado a Carnaval de Cádiz.
La fiesta continúa con una composición a la que no se le pide más que ser alegre y festiva como “El queso rodante” del “Música” y uno de sus clásicos del pasado como es “La batalla de los cueros de vino”, del “JuglarMetal”, del que han pasado más de quince años y otro clásico más reciente como es “La leyenda de Gambrinus”, primer detalle del “Vida”, con Isra Ramos acompañando a Miguel Ángel Franco y dos divertimentos de sus últimos trabajos como son la positiva “Salta” y la curiosa “Mejor sin ti”, toda una declaración contra sus críticos.
De ahí al intimismo con las baladas o medios tiempos de “Soñando contigo” y “Cuando nadie nos ve” que nos interesan menos que otro momento álgido con “El monte de las ánimas”, primer sencillo de aquella confirmación definitiva de Saurom con su antológico “Once romances desde Al Andalus”. Sonó bestial en la noche madrileña, tanto como la preciosa “Romance de la luna, luna”, el otro detalle del “Once romances del Al Andalus” al que sigue otro gran momento con la maravillosa “El lazarillo de Tormes”, junto a “Amanecer” la mejor composición del “Música” precedido de su versión de “La llorona” que nos deja más fríos y con las trompetas grabadas. Con “La musa y el espíritu” vuelve a aparecer Elizabeth Amodeo. Nos gusta que el tempo sea más rápido que en disco. Además Amodeo casa mejor que otras vocalistas que han cantado el tema en el pasado que les acercaba peligrosamente a una deriva pop más edulcorada. Ahora tiene más emoción.
Y del lirismo a un corte con más potencia como es “Nostradamus”, del muy pretérito “Legado de juglares”, mejorado con los buenos guturales de Agustín Reseco, al que perdimos la pista en Nidhögg. De hecho, creemos que salvo de los primigenios “Sombras del este” y “El guardián de las melodías perdidas” y el “Maryam” (no sabemos los motivos de que no incluyan nada de este estupendo álbum, para muchos el mejor) tocaron de todos sus trabajos aunque como se puede ver centrándose más en sus cuatro últimos (“Vida”, “Sueños”, “Música” y “El pájaro fantasma”). Siguen las colaboraciones con Amodeo en “Se acerca el invierno” que nunca nos ha terminado de convencer y nos resulta algo larga en directo aunque el coro la mejora bastante.
Y parte final a toda velocidad y diversión con “El carnaval del diablo”, momento álgido con “El círculo juglar” con buena parte del público bailando en su forma de entender un “mosh pit”, “Fuego” y con todo el mundo en escena “Noche de Halloween” y “La taberna”, dos canciones perfectas para botar y disfrutar de la vida. Es lo que nos proponen los gaditanos que cumplieron con creces en Madrid. Un triunfo total donde pensamos que nadie salió descontento. ¿Se puede pedir más?
Fotografías: Cortesía de Miguel Ángel Príncipe
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