Domingo de lluvia y alerta máxima en media España pero en Sevilla ya había vuelto a salir el sol antes de la hora de comer porque aquí somos especiales hasta para eso. Así las cosas ¿Qué mejor que dejarse caer por la Höllander para ver por enésima vez a los siempre divertidos y cañeros Lead Coffin acompañando a los aplastantes Hongo en su paso por nuestra ciudad? Me imagino, viendo que la sala se quedó un poco más vacía de lo que hubiese sido deseable, que me van a señalar mil opciones que a cada quien le van a resultar más apetecibles pero, oye, a mí me dio por ahí y lo pasé de escándalo.
Por supuesto el ritual al completo comienza nada más llegar a la puerta de la sala donde empecé a encontrarme con muchos de los sospechosos habituales, vinagres que nos vemos de concierto en concierto y tiro porque me toca. Ya no somos siempre los mismos, los años pesan y las obligaciones son impedimentos difíciles de esquivar, pero no falla que algunos aparecen y en esta ocasión no iba a ser menos. Amigos de toda la vida, compañeros de otras bandas como MurderWorker, Voidescent y viejas glorias de la escena formábamos parte de un público que si bien no fue el más numeroso sí que hizo bulto en la sala y contribuyó a que la bajada de temperatura y la humedad de la tormenta mañanera no se nos metiese por las articulaciones. Lead Coffin se encargaron de hacernos mover y entrar en calor rápido.
Hablar de Lead Coffin a estas alturas es hablar de una banda consolidada y reconocible dentro del panorama del grindore patrio con casi una década de trabajo incansable a sus espaldas, con más conciertos que botellines y un montón de registros sonoros maravillosos entre splits, EPs, LPs y lo que haya sido necesario. Conocidos por su vena ultrapunk que los diferencia de otras bandas del género, su humor negro, gamberro y reivindicativo y sus diseños de portadas y camisetas con el viejo Curro de la Expo 92 protagonizando algunas de las más memorables en mixtura con referencias a todo tipo de clásicos del metal extremo (impagable Imparagüed Nazarene). Una banda con una personalidad propia y arrolladora. En directo ofrecen eso. Humor, caña y experiencia del largo recorrido que tienen como banda y cada uno por su cuenta (estuve hablando con un colega de cuando nos conocimos en un concierto de Mawkish Ingestion, la banda seminal de Gzú, a mediados de los noventa, por ahí van los tiros). La cosa estaba entre amigos y colegas de toda la vida, creo que queda claro.
No había podido ver a Lead Coffin desde que Juan abandonó sus filas y volvieron al formato trío haciéndose cargo de la voces los tres por igual así que tenía curiosidad. Lo que me encontré es a unos Lead Coffin con más peso sobre las tablas, con una puesta en escena más potente y ofreciendo el mejor concierto que les he visto hasta la fecha en cuanto a compenetración e impacto general. No te equivoques, siguen siendo unos golfos impresentables, de humor afilado, antimonárquico y antiborbónico, y anticlerical también ya estamos y antitodo. No dejan títere con cabeza. Gzú con su bajo se pasea espasmódico por el escenario mientras Migue aporrea su guitarra a toda velocidad casi impertérrito sin molestarse en quitarse las gafas o soltarse la cola para menear los pelos y el señor Longo machaca sus parches sin piedad. Eso es actitud.
Lo mejor de lo mejor de Lead Coffin anoche en la Höllander, sin lugar a dudas. Nos hicieron bailar, nos hicieron reír, se metieron con todo aquello que les dio la gana, nos escupieron, nos saludaron afectuosos y se marcaron un bolo de esos que te quedas diciendo “que alegría no haberme dejado comer por la pereza y no haberme quedado en casa”. Eso sí, por problema con las vacaciones y tal todavía no tienen disponibles copias de su nuevo ataque contra la decencia llamado “La España que madruga”. Habrá que esperar un poco para echarle el guante a semejante engendro del cual nos presentaron algunos temas a lo largo de la noche y ya tenemos tres temas de adelanto en su bandcamp. Se nos viene otra patada en la boca de su peculiar punk extremo con querencia grindcoreta y aromas a La Polla Records. Es más, por momentos Gzú, sus caras y su enfoque del estar sobre las tablas me parecieron el hermano loco y embrutesío de Juan Abarca y los Lead Coffin los Mamá Ladilla pasados de rosca varios millones de veces. ¿Crees que exagero? Tú no estuviste anoche en la Höllander, vete a verlos y luego hablamos.
El ritual, porque esto de los conciertos tiene su ritual eso no lo dudes nunca, continua con todo el mundo saliéndose a fumar, a tomar una cerveza al fresco, a comentar el concierto, a preguntarnos unos a otros como va la vida, qué tal tu madre, con quién tocas ahora, para cuando un disco o un bolo de tu pedazo de proyecto, esas cosas tan entretenidas y endogámicas que llevamos haciendo toda la vida, todos hemos tocado con todos algún momento o de algún modo. Luego los Lead Coffin salieron recogiendo sus bártulos y fue la hora de los saludos, las palmaditas en la espalda, los ostiatioquedetiempo… Todo lo habitual. Tan habitual como que empiecen a tocar los siguientes y todavía estés fuera de cháchara con unos y otros.
Desde la puerta lo primero que raptó de Hongo fue el bajo poderoso, melódico y compacto de la mano con una batería firme y definida, ¡vaya pegada, colega!. Tenía que entrar a ver eso bien porque a esas alturas ya acariciaba esta crónica tan excelsa y profesional en mi mente. Además necesitaba tomar las fotografías que ilustran estas letras, demostración empírica de que estuve allí y que soy un inútil con la cámara. Era hora de ver qué me caía encima.
No sabía muy bien que esperar del concierto así que abrí la mente a lo que pudiera venir y tiré para dentro. En sentido estricto ya había escuchado a Hongo, tengo en casa su último vinilo, “Live to rui”n, pero en estos días previos al concierto ha pululado por las redes un vídeo suyo de hace como 20 años que plantean otro rollo más cañero. Bueno pues duda resuelta, lo que viene en “Live to ruin” es más cercano, muchísimo más, a lo que ofrecen ahora que lo de ese pasado remoto. Todos evolucionamos.
Al principio me costó un poco entrar en su rollo doom con toques de death metal cavernoso a más no poder, ese algo que llaman sludge y que a mí sigue sin quedarme claro del todo qué es exactamente, y melodías de guitarra hasta los ojos de delay y reverb. Así es la vida, es una música que agradece que uno haya consumido cosas que uno por edad, y por tener que coger luego el coche, ya no se puede permitir con tanta alegría. Además que, ¿a quién pretendo engañar?, hasta que llegué a una posición desde la que poder escuchar como es debido y sin interrupciones me dejé llevar por mi espíritu de maricotilla y me paré a cotorrear un poco con los amigos que por ahí estaban. Los conciertos tienen un componente social muy importante, al menos para mí.
Alcanzada la ubicación de privilegio en la que podía ver y escuchar sin molestar ni ser molestado conseguí entrar en su música lenta pero enérgica, hipnótica, envolvente, densa y con un regusto a podredumbre y oscuridad pantanosa de esos que tanto nos gustan (vamos digo yo que a ti también te gustan, si no qué haces leyendo esta crónica). Cual rata seducida por la flauta, los tambores y las melodías profundas del Rickenbaker me ataron del tirón a la propuesta de los gallegos. Ese bajo es una exquisitez, qué gustazo tocando. Lo mismo decir la batería, contundente, precisa, estilosa y elegante. Con una base rítmica como esa se construye uno lo que le de la gana, nada como una música bien cimentada. Sobre ellos un muro de guitarras y gruñidos, de melodías ubicuas y arpegios inquietantes, toneladas de distorsión y melodías que hacen de la simplicidad su mayor valor para resaltar la belleza del sonido, jugando a un crescendo pausado, casi agónico, que te lleva hasta la explosión. Un poco en el rollo de las postcosas (postblack, postrock, postvetetúasaberqué…), pero sin salirse de su marco de referencia cincelado con eficiencia desde los primeros compases. Todo un pelotazo.
Total que para cuando terminaron todos queríamos otra, otra, otra, otra y nos la dieron, un detallazo porque realmente consiguieron que hubiese ganas de más. Así pues no me queda otra que decirte que si te cogen cerca yo te diría que son muchísima mejor opción que quedarte en casa viendo cualquier mierda del Nerdflix o quejándote por Internet de que nunca hay conciertos buenos (porque entiendes que sólo es bueno si son Iron Maidenes, Metallicas, Hellloweenes o Slayeres…) Vente al andargraun que te llevas alegrías como este bolaco de anoche y además seguro que te encuentras con un montón de colegas para tomar una cerveza. ¿Qué más quieres para una tarde de domingo lluvioso?
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