En 1998, apareció en mi televisor analógico la andrógina figura de un ser de apariencia angelical de pie en una cornisa, cantando sobre la pureza de una mañana. Captó toda mi atención, y supe que este grupo venía para quedarse. Hoy, 25 años después, lo he visto por fin en directo en Madrid, en uno de los conciertos del ciclo de conciertos de las Noches del Botánico (Jardín Botánico de la Universidad Complutense de Madrid).

Placebo es una banda que ya lleva bastantes años en el mundo de la música, con un estilo inicial desenfadado y con apariencia inocente, que escondía una sexualidad inespecífica y una vida de excesos, propia de estrellas del rock. Tal y como han hecho otros grupos, evolucionó y buscó sonidos diferentes a medida que en sus vidas personales las cosas también evolucionaban. Y como les suele pasar a los combos de largo recorrido y de excelente talento, no quiere encasillarse. Esta banda, que debuta con el disco homónimo en 1996, lleno de temas históricos, para luego sobrepasarse con Without You I’m Nothing, (1998), con el beneplácito de nada menos que David Bowie, no lo tenía fácil para continuar su camino sin caer en la repetición o en el desvío exagerado que alejase a sus fieles seguidores. Por ello, buscaron y experimentaron, nuevos sonidos y nueva temática, pero sin perder nunca la huella Placebo. Con mayor o menor acierto, pudieron sacar discos que contenían temas de calidad, que los mantenía en la escena y conservaba sus seguidores más fieles, hasta que en 2003 publican Sleeping With Ghosts, un álbum plagado de singles pegadizos e intensos, que de nuevo les abrió una nueva etapa en su carrera, abriéndose a un público más joven, pero sin perder en absoluto su calidad inicial.

 En el concierto de hoy nos presentan su último trabajo, Never Let Me Go (2022), un disco introspectivo que sigue la estela de su predecesor, Loud Like Love (2013), y que, tras 9 años sin publicar un LP, tenía a sus seguidores muy expectantes. Placebo venía con críticas por parte de la prensa, las redes sociales y los fans sobre su política de no permitir el uso de los móviles en los conciertos. Mientras esperaba en la cola, escuché historias de conciertos en los que han parado por no tener el sonido deseado, o en los que no han interactuado con el público e, incluso, sellando en bolsas los móviles. Estos testimonios dibujaban una imagen de un grupo cargado de ego y con muy baja tolerancia a la frustración, que no tenía interés en interactuar con el público y que los abandonaba sin dar explicaciones, obviando el esfuerzo o el coste que supone acudir a un evento de este tipo. Pero mi intuición me decía que confiase, pues mi impresión a lo largo de todos estos años es que eran músicos con una evolución musical bastante buena, coherente y de calidad, que no me los imaginaba con esa actitud distante y egocéntrica. He visto múltiples entrevistas, en las que hacen esfuerzos para hablar en otros idiomas y vídeos en los que se les veía cercanos. Por tanto, preferí ser prudente y esperar.

Las puertas abrían a las 19:30, aunque la cola se inició a las 11 de la mañana. A las 17:30 nos agrupábamos unas 20 personas con toda la ilusión y las ganas de ver una de las mejores bandas de los noventa. Y así fue como me puse en primera fila, esperando a Placebo, mientras escuchaba al DJ elegido para amenizar la espera. Un poco de música electrónica (en alguna pude adivinar el riff de “Sunshine of Your Love”, de Cream) y luces estroboscópicas que nos mantenía a todos al borde de la epilepsia, aumentando la expectativa hasta Placebo.

Por fin, comienzan a organizar un escenario ambicioso. Set inmenso de pedaleras a los pies de ambos micrófonos, un piano pequeño de cola, la batería con un sobrio “Placebo” escrito en el bombo, teclados a ambos lados y otro puesto para un tercer guitarrista. Me llamó la atención el uso del color blanco generalizado, junto con el uso de incienso durante todo el show: la pureza y la meditación, la búsqueda del interior y la reconciliación. Desde luego, confirmaba mis sospechas del momento vital de Brian y Stefan tras años de excesos e historias para no dormir, años de carpe diem evitando afrontar la vida como es, el dolor y la alegría. El maquillaje ya no sirve y el guion es diferente, y no me equivoqué.

Aparece en la pantalla una imagen de Stefan casi alienígena de color verde, hablándonos como HAL desde los confines del universo, con un perfecto castellano, solicitando al público el no usar los teléfonos móviles, y explicando que esto haría que la experiencia no fuera igual, dificultando la capacidad de comunión y destacando la voluntad de la banda de crear un vínculo esta noche, que, según sus propias palabras, “no volverá a repetirse”. Daba que pensar… si de verdad son tan egocéntricos, ¿por qué nos piden vivir el momento con ellos y centrar nuestros sentidos en la música?

Por fin aparecen, entre ovaciones del público. Ambos de negro a más de 35 grados en Madrid, con un Brian bastante delgado y en el que, aunque se podía sentir los destellos de androginia y delicadeza de la cornisa, aparecía como un hombre más centrado, disfrutando del respeto de un músico que ha afianzado su personalidad tras años sobre las tablas. Stefan se mostraba también con mucha presencia en el escenario, tocando ya no sólo el bajo, sino la guitarra y el piano. En ese momento pensé en Martin Gore por alguna razón.

Empieza a sonar “Forever Chemicals”, de su último trabajo Never Let Me Go, que, como hablábamos antes, era su nuevo trabajo tras 9 años sin publicar temas nuevos. Esta canción es la que inicia el disco, con sonidos metálicos que evocan la industrialización del mundo actual, en el que parece que se han perdido la cordialidad, la comunicación y la empatía, terminando con la frase “quién necesita enemigos con amigos como tú”.

Sin interrupción, empezó a sonar la inconfundible melodía de “Beautiful James”, que trata de una enternecedora canción que parece que le canta a un niño, al que desea salvar de los avatares de la vida y de las decepciones de las amistades. Quién sabe si se la está dedicando al Brian de 1996.

Tras terminar esta canción comienzan a confirmarse mis sospechas: Brian saluda, en castellano, presenta la banda, destacando que son “británicos sino europeos” agradeciéndonos a todos la asistencia. Continúa con “Scene of the Crime”. Los miembros de la banda nos invitan a acompañar la canción con palmadas. La letra de esta canción nos muestra que este camino de introspección se inicia en el elepé previo, y, en esencia, nos habla de que lo importante es luchar y que la meta no es tan importante como el camino, todo resumido en que “conseguirlo está sobrevalorado”.

Con el público entregado, Brian comienza a hablar con el mismo. En esta ocasión, de una forma bastante simpática, pide que excusemos su español mientras saca un papel, donde ha escrito una carta dedicada a Sinéad O’Connor, muy emotiva, describiéndola como una estrella maravillosa, una inspiración, y agradeciéndole que dedicase su vida a ayudar a los demás, a pesar de los problemas que eso supuso para ella. Mirando al cielo grita que siempre será una inspiración para él, y, para culminar, prende la carta con un mechero, dejando que las cenizas se eleven hacia donde quiera que ella esté. “Este concierto está dedicado a ti” sentencia. Mientras arde la carta, comienzan a sonar los acordes de “Happy Birthday in the Sky”.

A continuación, Stefan nos pregunta si deseamos viajar al pasado… y comienza a sonar “Bionic”, enloqueciendo a los presentes, que cantábamos «Harder, Faster Forever After» como si estuviésemos en un pequeño club en Londres en los noventa delante de tres jóvenes que no creo que pensaran que estarían llenando de energía positiva y transmitiendo tanto amor a tantas personas más de 25 años después.

Después de “Surrounded by Spies” y “Sad White Reagge”, comienza “Try Better Next Time”. Brian empieza antes que la banda, produciéndose un momento bastante cómico en el que Stefan y Brian parece que se culpan entre sí por el malentendido, pero retomando la canción como si nada. Las tablas en el escenario y el sentido del humor… Insisto, no es el Brian egocéntrico que me habían pintado. En este tema realizan una llamada a la concienciación sobre la ecología, el maltrato animal y la destrucción progresiva del planeta. En una parte de la letra nos invita a retroceder en el Darwinismo desarrollando aletas y regresando al océano, y confiando en que no sea demasiado tarde. Que hermoso mensaje, al invitarnos a “Despertar e intentarlo mejor la próxima vez”.

El concierto continúa con “Went Missing” y por fin, el tema que define perfectamente la desesperación del mundo en el que sobrevivimos todos actualmente, y que ya no es aquella angustia adolescente de 1995, en a que buscaban una identidad a través del sexo, las drogas y el rock and roll, sino una ansiedad generacional de los tiempos en los que la tecnología tiene un uso perverso, que denuncian con “Too Many Friends”. En ella habla de cómo tus dispositivos electrónicos han ido sustituyendo a las personas en las relaciones sociales, desvirtuando el concepto de amistad, con frases como “Demasiados amigos, demasiada gente a la que no conoceré nunca y para la que jamás estaré”. Nos dice claramente que un amigo no es aquel semidesconocido que sólo te pone un like a una foto o te envía un mensaje impersonal de vez en cuando, sino una persona que conoces y para la que estás en los buenos y malos momentos. Volvemos a la soledad de estar en una habitación llena de gente. La mejor parte de toda esta idea es la frase en la que dice “Realmente qué más da todo esto, cuando toda la gente lo que hace todo el día es mirar el teléfono”. Brian modificó esta frase, añadiendo el descalificativo cunt a esas personas enganchadas a los móviles, un insulto bastante directo y grave en el entorno anglosajón.

Al terminar la canción, indicó a los músicos que parasen en seco, y se dirigió al público, muy serio. Comentó que iba a hablar en inglés, porque quería decirlo muy claro, y nos recordó que el uso de móviles no estaba permitido. Sinceramente, en este punto no podía creer que en serio alguien estuviera con el móvil sin entender el mensaje de comunión completa con la música, pero el equipo de seguridad de Placebo había visto a muchas personas usándolo. Temí por un momento que se fueran y que todo terminase ahí. Algún insensato del público encima lo insultó por decir que paraban el concierto hasta que no vieran móviles en el público. Por supuesto, la inmensa mayoría demostramos con cánticos que estábamos a la altura de sus demandas, y que desde luego queríamos seguir disfrutando de una experiencia inolvidable e irrepetible. Es un mensaje de la banda para reflexionar hasta que punto estamos idiotizados por la tecnología.

Por suerte, continuaron con “For What It’s Worth”, un tema intenso y potente. Habla de nuevo de una vida intensa llevada al límite, repitiendo sin cesar “Si de algo sirve”, mientras relataba experiencias que terminaban mal, terminando con “No tengo amigos ni amantes”. A nivel personal, he de confesar que me encantó la energía de Molko cuando recita aquello de “Túmbate conmigo que estoy on fire”, mientras se echaba mano a la entrepierna. No me lo esperaba, pero he de admitir que me gustó ver que aún transmitían esa energía sexual y erótica que siempre ha vivido en este grupo.

Para continuar, un corte del tercer álbum, Black Market Music (2000), entrando en el nuevo siglo, con las expectativas renovadas y que, con canciones más optimistas, alegres y pegadizas, dejaban atrás la inmensa profundidad oscura y depresiva de la que considero su obra maestra, Without You I’m Nothing, (1998), del que, por otra parte, no tocaron ni un tema. En este caso, cayó “Slave to the Wage”, un single desenfadado donde tratan de abrirnos los ojos sobre el estilo de vida desenfrenada y angustiosa, en el que solo trabajamos y pagamos, “corriendo como ratas hacia la muerte”. Un tema con un videoclip precioso, inspirado en la película Gattaca (1997)

Y tras esta noria de emociones, comienzan los temas de cierre. Primero, nos dedican “Song To Say Goodbye”. En este caso, una despedida de alguien “mentiroso y traidor”, que en la frase “Tu aguja y el daño causado” me hace pensar que puede ser una especie de catarsis tras el abandono de alguna adicción…

Continúan con “The Bitter End”, una canción que habla de la desesperación silenciosa que se sufre viviendo una situación que sabes que va a terminar, antes o después, aunque miremos a otro lado y tengamos que encontrarnos “en el final amargo”.

Por fin, el último tema del concierto, “Infra-red”, que describe el adiós hacia alguien o algo a lo que se dirige con “rencor”, antes de lo que parece un inicio de una vida diferente. De nuevo, las metáforas son de libre interpretación, pero a mí me hacen pensar en sucesos vitales, que suponen un antes y un después. Y ahí abandonan el escenario, pero sabíamos que vendrían a por más. Esto no podía terminar aquí, y ante los gritos de “Otra, otra, otra” y aplausos interminables, regresan para el colofón de un concierto épico. Empiezan las elucubraciones (por un momento no perdí la esperanza de un “Pure Morning” o un “Without You I’m Nothing”), pero en poco tiempo nos sacan de dudas al grito de “Shout”, la versión de Tears For Fears, que canta Stefan, con una voz melódica y suave, musical y delicada, sorprendiéndome de nuevo ante su capacidad de dominar varios instrumentos (bajo, guitarra, piano y voz) … De nuevo Martin Gore. Brian se le unía al cantar el estribillo, donde se invita a gritar para sacar toda la rabia fuera, algo que como público nos tomamos en serio, coreando la canción de forma ensordecedora. Seguidamente, “Fix Yourself” y el broche lo ponen con “Runnin Up That Hill”, cover del clásico de Kate Bush. Placebo ya lo versionó en 2003, incluyéndolo en el recopilatorio Covers, aunque se ha hecho más conocido por Stranger Things, serie emitida y popularizada por Netflix.

Y ahora, desde la colina, ya se huele el final. Un concierto magistral, intenso y que nos deja boquiabiertos, una banda que parece no perder energía ni envejecer, y que se ha cargado todas las habladurías y prejuicios con los que venían a Madrid. Por fin, colocan los instrumentos en sus soportes, se aproximan al borde del escenario y nos aplauden y saludan. Stefan bajó y nos dio la mano a todos, y Brian nos dedicó una sonrisa, sincera y espontánea, propia de alguien que está disfrutando de su trabajo, de su música y de su público. El resto de los músicos estuvieron en un segundo plano, no obstante, dieron un espectáculo brillante. Brian y Stefan se negaban a abandonar el escenario y terminaron con un juego de efectos de sonido de sus pedaleras y amplificadores

Y, para terminar, una reflexión: Placebo no interrumpió el concierto POR LOS MÓVILES, por una mala ecualización o por un exceso de ego de sus protagonistas. Muy al contrario, se entregaron en cuerpo y alma en cada canción, dedicándole al público miradas cómplices, y solos de guitarra paseándose por todo el escenario. Stefan dejó caer alguna que otra púa y Brian entregó su setlist a una niña del público. Se despidieron, dedicándonos un sincero aplauso, dejando ver su felicidad ante el conciertazo que nos habían regalado en esta noche de incienso, nostalgia y erotismo. Un espectáculo para todos los sentidos, literalmente, pero, sobre todo, para el alma.

Placebo es de esas bandas que han sido mi música de fondo para la mayoría de las diferentes etapas de mi vida, y hoy he recordado por qué. Me ha parecido impresionante el darle vida a aquellas caras en 2d de mis paredes, comprendiendo que han sido y serán compañeros de viaje, que, aunque no interactúen de forma activa, sí están siempre de fondo, en nuestros corazones y en nuestros auriculares para recordarnos que hay muy buenas razones para vivir. Un encuentro casi místico del que no necesito videos, o fotos. Gracias, Placebo.

Lista de canciones

  1. “Forever Chemicals”
  2. “Beautiful James”
  3. “Scene of the Crime”
  4. “Hugz”
  5. “Happy Birthday in the Sky”
  6. “Bionic”
  7. “Surrounded by Spies”
  8. “Sad White Reggae”
  9. “Try Better Next Time”
  10. “Too Many Friends”
  11. “Went Missing”
  12. “For What It’s Worth”
  13. “Slave to the Wage”
  14. “Song to Say Goodbye”
  15. “The Bitter End”
  16. “Infra-red”

Encore:

  1. “Shout” (Tears for Fears Cover)
  2. “Fix Yourself”
  3. “Running Up That Hill (A Deal With God)” (Kate Bush Cover)

Crónica del concierto cortesía de:

Fayna Domínguez: Pianista y cantante, fan del arte y del cine, interesada en la criminología y la salud mental, y apasionada de la buena música en un amplio rango de estilos. Desde Beethoven hasta Dimmu Borgir. En particular, The Beatles, Led Zeppelin, Pink Floyd, David Bowie, Suede, Placebo, T-Rex, Beck, Metallica, The Smiths, The Cure, Opeth, Katatonia o Lacrimosa., entre muchos otros. He tocado en varias bandas (Black y Death Metal melódico, versiones), y tengo publicado un EP de canciones propias, continuamente cultivando la faceta de compositora y aprendiendo de los grandes.

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