Cuando un arte lleva más de un siglo desde su nacimiento es muy difícil glosarlo, resumirlo en unas pocas páginas. Aquí no vamos a intentarlo, tan solo hablar de una de tantas curiosidades que, para enfermos del cine como el que suscribe, es algo más que una indagación en su figura. Podría haber elegido otros, pero ejemplos hay varios y estos dos son de mis favoritos.

Con la única falta del cine de terror, John Huston es un tipo único en la historia del cine. Director, productor, guionista, actor…, cualquier cosa estaba a su alcance. Ganador de 2 Oscar (director y guionista)  de las 15 nominaciones que obtuvo en 45 años (como director, guionista, actor de reparto o sus películas) y protagonista de una biografía merecedora de una película suya, siempre ha estado en ese segundo escalón de directores. John Ford, Billy Wilder, Frank Capra o Alfred Hitchcock están en casi todas las listas, o Ernst Lubitsch, Fritz Lang o Akira Kurosawa son ejemplos de tipos con estilo único. Pero Huston era un profesional capaz de abarcar todos los géneros cinematográficos, responsable de varias obras maestras en varios de ellos (cine negro, aventuras, dramas…) y capaz de tocar muchísimos temas dentro de géneros tan distintos (alcoholismo, homosexualidad,  el mar, la mafia o la guerra fría).

Howard Hawks es, igualmente, alguien único. Desde el cine mudo apareció en el cine como un tipo esencialmente versátil, capaz de abarcar todo tipo de géneros, desde la comedia al cine negro, desde el western al musical, desde el cine de aventuras al drama romántico, pocos palos de la baraja se escapaban a su jugada maestra. Su nombre siempre está en la terna de los preferidos para muchos cuando hablamos de cine clásico, pero siempre a la sombra de Ford en el western, de Wilder en la comedia, de Lang en el cine negro, Vincente Minnelli o Stanley Donen en el musical o David Lean en el épico. Uno de esos casos en que Hollywood se tiraba de los pelos, pues su único Oscar fue uno honorífico otorgado en 1975 como excusa para flagelación propia ante la ausencia de uno de los maestros absolutos del cine en su pabellón de premiados.

Si hablamos de western aparece la figura de John Ford, si hablamos de comedia salen Billy Wilder o Ernst Lubitsch, el suspense es igual a Alfred Hitchcock, el drama romántico es cosa de Frank Borzage o Douglas Sirk, y así podríamos seguir con casi todos los géneros, pero hay pocos directores que demostraron ser magistrales en casi todos ellos y, mis favoritos son Howard Hawks y John Huston. Gente como Raoul Walsh o King Vidor podrían entrar en esta terna, pero su longevidad abarcó tal cantidad de propuestas que merecerían otro artículo especial.

Y eran capaces de tocar muchos palos dentro de un mismo género. Dentro del cine negro podían poner especial hincapié en el complot policial, en el mafioso o componer un icono referente dentro de otras tramas, ya sean de atracos, espionaje o bélico. Pero si pasamos al western pasa exactamente igual, pues unas se centran en la amistad, otras son un biopic de un personaje muy conocido, o el racismo o la guerra de secesión pasan al primer plano. El cine de aventuras pasa de la IGM a la fiebre del oro, o de la comedia al mar, a África o al colonialismo. El drama sondea muchas de las nubes que lo ensombrecen, desde el psicológico al carcelario, tocando temas tan complicados como la homosexualidad, el alcoholismo, o referentes dentro del cine de época o el deporte. Y así podemos extenderlo al musical, la comedia o el bélico.

Podríamos hacer un repaso a toda su filmografía, pero esto convertiría en inacabable un pequeño intento por recordar la maestría clásica, así que optaremos por elegir 1 muestra de cada género cinematográfico, cada una referente dentro de su apartado distintivo. Habrá dramas, westerns, cine negro, musicales, comedias o cine de aventuras, cada una distinta en sus temas y capaz de ser recordada por sí misma, tan especial como única en su especialidad. Seguro que las has visto alguna vez o puede que sean un referente en tu estantería cinéfila, pero quizás debas rescatarlas o, afortunado de ti, descubrirlas por primera vez y extasiarte ante tamaña demostración de talento. Elegiremos una película de cada director en cada uno de los 8 géneros elegidos, y 1 de cada uno de ellos de los otros 4 que ponemos sobre la mesa. Y las elegidas son:

 

CINE NEGRO:

No podíamos empezar por otro género. El cine negro es igual a cine clásico norteamericano. La lista de obras maestras es alucinante, siempre ahondando en lo más oscuro y profundo de la cultura estadounidense y del ser humano.

Tanto Huston como Hawks pusieron parte de su talento aquí, pero es especialmente significativo porque Howard inauguró el género en su vertiente mafiosa con “Scarface, el terror del hampa” (1932), donde Paul Muni pone rostro al hampón de poca monta que va trepando en la escalera del crimen hasta que no hay vuelta atrás. Pero John no se quedó atrás porque con “El halcón maltés” (1941) crea el conocido como cine negro tal cual. Detectives, crímenes y policías adaptando novelas pulp de Dashiell Hammett (como en este caso), James M. Cain, Raymond Chandler o cualquier autor otro de los cientos de novelas dedicadas al género.

Sin embargo, tenemos que elegir, la durísima tarea de quedarse con solo 1. Y, aunque podríamos decantarnos por “Cayo largo” (1948) o “Tener y no tener” (1944), la elección es esta:

 

John Huston:

La jungla de asfalto (1950)

Extraordinaria adaptación que Ben Maddow y el propio John Huston hacen de la novela de W.R. Burnett sobre un grupo de delincuentes que atracan una joyería. El estudio de personajes es de un nivel supremo, presentando caracteres únicos y perfectamente delineados. Desde el maestro que acaba de salir de la cárcel y lo planifica todo, el conductor con una tara física que regenta un bar para ganarse la vida, el pistolero que añora su infancia en Kentucky rodeado de animales y el campo, la clase alta arruinada que se ve envuelta en lo más oscuro, el policía corrupto que intenta sacar tajada de todo, el capitán decente, etc…

La profundidad que logra Huston en cada una de las frases que los diálogos implementan a la acción es enorme. Está en la cima del género negro por méritos propios, y toda la producción posterior sobre atracos le debe casi todo a esta producción.

Huston cuenta con todo el apoyo de la MGM, con profesionales de primer nivel, como Harold Rosson como director de fotografía o Miklós Rozsa como encargado de la música, pero además añade a un puñado de actores, que ponen rostro a cada uno de los personajes, que están simplemente espectaculares.

Sterling Hayden es Dix, el pistolero; Louis Calhern es el Sr. Emmerich, el rico que se supone que presta su apoyo económico para llevar a cabo el plan; Sam Jaffe es el Doctor Riedenschneider, la cabeza pensante que acaba de salir de la cárcel con un plan preparado; James Whitmore es Gus, el jorobado amigo de sus amigos que nunca te dejará tirado; Marc Lawrence es Cobby, el mangante de poca monta que se diluye entre whisky, sudor y aires de grandeza; Jean Hagen es la amiga de Dix, totalmente enamorada de él y capaz de hacer todo lo que haga falta; Marilyn Monroe es Angela, la joven que vuelve loco al Sr. Emmerich; y así podríamos seguir con todos, porque todos desempeñan un papel fundamental para completar el puzzle de una obra maestra.

El crimen es la consecuencia de un concepto equivocado de la vida. Esa frase en boca de uno de los actores es el hilo que junta todo lo que va pasando y la clave para seguir la trama. Tan real y preciso que da vida a toda la filmación.

 

 

Howard Hawks:

El sueño eterno (1946)

Una de las cumbres del cine negro va firmada por Hawks, con Bogart y Bacall como protagonistas, un elenco de guionistas de primer nivel y el poder de la Warner detrás (Sidney Hickox en la fotografía en b/n o Max Steiner encargado de la BSO).

Philip Marlowe (Bogey) es un detective privado contratado por el General Sterwood para averiguar en qué andan metidas sus caprichosas hijas, siempre rodeadas de asuntos turbios. Carmen, la más joven, está metida en asuntos de drogas, sexuales y estafas, y Vivian, la mayor, se ha casado varias veces y siempre esconde los motivos por los que se mete en asuntos sucios para proteger a su hermana. Al investigar se da cuenta que todo está liado y se convierte en una maraña de relaciones y motivos truculentos de dinero, sangre, sexo y mucho peligro.

Algunos dicen que el encumbramiento de Bogart y Bacall, ya casado, o el hartazgo de Hawks, llevó a rodar escenas de nuevo o liar la acción hasta convertirla en incomprensible y, pese a ello, es maravillosa. Los diálogos, con William Faulkner, Jules Furthman y Leigh Brackett tras ellos, son magníficos, repletos de segundas intenciones, sexualidad y mucho humor. Cambiaron bastante la novela original de Raymond Chandler para que pudiera pasar todos los controles y, aún así, es extraordinaria. Las escenas entre Bogart y Bacall, o con Martha Vickers o Dorothy Malone, así como los diálogos con los criminales, van salpicados de un talento extraordinario y la maestría de Hawks para que no se note su mano, repleto de detalles, es grandiosa.

Una de esas cintas que no debe faltar nunca cuando se habla de cine negro, de la filmografía de Hawks o de la carrera de Bogart o Bacall. 

 

 

 

WESTERN:

El género definitivo del cine norteamericano. Grandes paisajes, la conquista de nuevos territorios, la lucha por construir un nuevo país, las guerras y melodramas que abarca toda la trama vestido de western es inabarcable. Dramas, comedias, sagas familiares, racismo, alcoholismo, aventuras, batallas, cualquier tema es válido y su mística va mucho más allá de lo que tus ojos ven a simple vista. John Huston y Howard Hawks, como no podía ser de otra manera, también son maestros en ello. John deja algún título magistral, aunque aquí habría que dar una medalla a Howard y su repóquer que Ríos (incluyo “El Dorado” por razones obvias) es de tal importancia y majestuosidad que poco más se puede decir. Cualquiera de ellas podría formar parte de esta selección (“Río de sangre” (1952), “Río rojo” (1948), El Dorado (1966) o “Río Lobo” (1970)), pero nos decantaremos por mi favorita. Con Huston podría contar con esa rareza con Paul Newman de protagonista que mezcla biopic, comedia y western, con Paul Newman de protagonista, que es “El juez de la horca” (1972), pero me decantaré por otra:

 

John Huston

Los que no perdonan (1960)

Ben Maddow, que ya había trabajado con John Huston (“La jungla de asfalto”), adapta la novela de Alan Le May sobre una joven criada por una familia blanca que resulta ser de la tribu india kiowa y, cuando crece, se enfrenta al odio que los indios generan entre los colonos y les enfrentan a todo, siendo abandonados por los que se suponían socios y amigos y en lucha con la tribu india que quiere recuperar a su hermana.

Los Zachary, familia ganadera de Texas, tienen que enfrentarse a los rumores que han calado en todos sus vecinos, extendidos por Abe Kelsey, un anciano que se suponía amigo del fallecido Sr. Zachary. Los Rawlins, otra familia ganadera asociada a los Zachary les abandonan y luchan en solitario para mantener a la joven Rachel junto a ellos.

La conquista del oeste expuso mucho más de lo que conocemos y los temores y susceptibilidades de la gente eran tan peligrosos como las batallas a muerte contra las tribus indias o la naturaleza. John Huston expone de manera sobresaliente esta guerra, tanto interna como externamente, peleando con todo lo que se pone en manos de Ben, Cash, Andy, Mattilda y Rachel Zachary.

Con un gran reparto encabezado por Burt Lancaster y Audie Hepburn, y sustentado por potentes secundarios como Audie Murphy, Lillian Gish, Charles Bickford o John Saxon, nos topamos con un western sobresaliente que nunca aparece en las listas de las mejores películas del género. Si le sumamos el gran trabajo de Franz Planer en la fotografía o Dimitri Tiomkin con la música, descubrimos una cinta que no debe faltar cuando hablamos del género típicamente norteamericano.

 

 

Howard Hawks:

Río Bravo (1959)

Hawks ya había demostrado con “Río rojo” y “Río de sangre” que el western también podía ser su género. Aquí repite con John Wayne, la cara más reconocible del western, pero además junta a 2 iconos como Ward Bond, habitual en el cine de John Ford, y Walter Brennan, con el que había trabajado varias veces, para componer papeles secundarios que daban una enjundia poderosa a la trama. Angie Dickinson obtuvo su primer papel realmente memorable, Ricky Nelson, icono musical juvenil, y, especialmente Dean Martin, completaron el reparto. Dean siempre había sido la comparsa de Jerry Lewis o Frank Sinatra y todo el mundo no lo tomaba demasiado en serio más allá de la canción y la comedia, pero aquí demostró que sabía actuar y de qué forma.

La familia Burdette son los caciques de la zona y Joe es encarcelado por el sheriff. Nathan quiere que lo liberen y manda a todos sus hombres para lograrlo, pero la ayuda de un alcohólico, un viejo tullido, un joven pistolero y una chica que juega a las cartas para embaucar a los que se dejan engañar, son los únicos aliados para mantenerlo en prisión a la espera de que llegue el oficial encargado de juzgarlo.

Un escenario limitado no es óbice para un profundo estudio de los personajes que deja una muestra indeleble de la maestría de Hawks para convertir el guión escrito por Leigh Brackett y Jules Furthman, 2 de los más grandes guionistas de la historia del cine, en una obra maestra indiscutible. La autoridad (J. Wayne), la competencia perdida (D. Martin), la fidelidad (W. Brennan), el amor (A. Dickinson), el poder (J. Russell). Muchos comentan que es una respuesta, madurada durante años, a “Solo ante el peligro”, que mostraba otro tipo de ídolo alejado de su ideal. Su satisfacción con el resultado le hizo repetirla con “El Dorado” 6 o 7 años después, con Robert Mitchum en lugar de Dean Martin, James Caan en vez de Ricky Nelson y Charlene Holt como la chica que interpretaba Angie Dickinson, pero de nuevo con John Wayne en el rol protagonista. El resultado también es sobresaliente, pero “Río Bravo” quizás debe incluirse siempre en cualquier Top 10 del western.

 

 

DRAMA:

El drama es ese cajón desastre donde todo cabe y, como no podía ser de otra manera, ambos tienen una variedad imprescindible, pero cuentan con alguna obra maestra.

Howard me deja claro que la elección debe ser “Sólo los ángeles tienen alas” (1939) porque tenía dudas con un par de películas notables como “El código criminal” (1930) o “Rivales” (1936), pero la majestuosidad de la cinta encabezada por Cary Grant es sublime.

John me creó muchos más problemas porque tiene unas cuantas joyas dentro del género y, cintas como “Vidas rebeldes” (1961), “La noche de la iguana” (1964) o “Dublineses” (1987) me dejaban dudando siempre. Finalmente me decanto por “Fat City, ciudad dorada” (1972) porque ese aura de perdedor, de juventud y veteranía mojada por el alcohol me gana por la mano.

 

John Huston:

Fat City, ciudad dorada (1972)

El pasado como boxeador de John Huston cuando era joven puede que le acercara a la novela de Leonard Gardner. En una ciudad californiana llamada Stockton vive un veterano boxeador que se gana la vida en el campo, pero quiere volver a ponerse los guantes. Conoce a un joven que quiere empezar y le recuerda mucho a él mismo cuando empezaba. Tully acoge a Ernie y le presenta a su antiguo manager, para entrenarlo y formarlo. En el camino se cruza el alcohol, una mujer perdida en la botella y la realidad de la mala suerte. Una historia de perdedores que se unen para engañarse y seguir adelante.

Huston esperaba que el productor Ray Stark consiguiera la participación de Marlon Brando como Tully, pero su pasividad para responder llevó a John a viajar a España para conocer y entrevistarse con Keach que, rápidamente, consiguió el papel. Lo juntó con un joven Jeff Bridges, que apuntaba muchas maneras, y Susan Tyrrell, una actriz teatral, además de un montón de secundarios que no eran actores, pero estaban por esos barrios marginales de Stockton y daban tanto el papel. El drama personal de todos los que participan es tan cercano que les coges cariño de inmediato.

El término “Ciudad dorada” proviene del mundo del jazz, para marcar lo que va a ser un éxito. Aquí hay unos perdedores que buscan ese éxito y, pese a los continuos fracasos, siguen intentándolo una y otra vez.

Fue muy bien acogida por la crítica, en Cannes y demás sitios donde se exhibió, pero su fracaso comercial, y se ha convertido en otro de los tesoros ocultos en la filmografía de John Huston.

 

 

Howard Hawks:

Solo los ángeles tienen alas (1939)

Estamos ante una de esas películas escondidas en la filmografía de todos sus protagonistas. Nadie la cita cuando habla de Cary Grant, Jean Arthur, Rita Hayworth, Thomas Mitchell, Sig Ruman o Howard Hawks y, sin embargo, estamos ante una obra maestra donde todos están perfectos en sus papeles.

Bonnie llega a un lugar sito en los andes sudamericanos, donde Geoff dirige una compañía aérea que hace llegar el correo y todo lo necesario a través de las montañas. Allí conoce a todos los que habitan el hotel/bar de El Holandés y busca cualquier razón para que Geoff le pida que se quede con él mientras las lluvias, el viento y las adversas condiciones meteorológicas escenifican lo que va pasando por sus corazones.

Los diálogos, cosidos por Jules Furthman, son magníficos y las relaciones personales entre todos ellos se escenifican de manera espectacular con una frase, una mirada, una actitud. El pasado entre Kid, mano derecha de Geoff, y Bat, aviador recién llegado y actual esposo de Judy, una antigua novia de Geoff Carter, va desenrollándose de manera brillante, con una maestría que solo Hawks y unos pocos más en el Hollywood de la época eran capaces de hacer.

Las escenas aéreas son una simple excusa para mostrar el drama que se genera en cada uno de los personajes. La muerte, el odio, la traición, la amistad, la vida… Una moneda de doble cara que solo tiene un rostro.

 

 

AVENTURAS:

Otra de esas marcas que engloban un puñado de obras maestras. Con Hawks me decanto claramente por “Hatari” (1962), una película única, de ritmo cómico y acción repleta de aventuras en África. Con Huston la lucha ha sido tremenda porque “La reina de África” (1951), “Moby Dick” (1956) o “El hombre que pudo reinar” (1975) son cabezas de león, un referente indiscutible del género, pero elijo “El tesoro de Sierra Madre” (1948), una de esas opciones que son capaces de encabezar cualquier lista.

 

John Huston:

El tesoro de Sierra Madre (1948)

Años dorados en la filmografía de Huston, empalmando obras maestras sin parar, y entre ellas llega la adaptación que hizo de la maravillosa novela de B. Traven. 2 norteamericanos que vagan por Tampico, un pueblo mejicano, conocen a un viejo que les decide a lanzarse a las montañas en busca de oro.

Howard acumula mucha experiencia en la búsqueda y en la vida, y Fred y Curtin lo que amontonan es desesperación. Los bajos fondos del alma humana van conquistando la pantalla conforme van encontrando oro. La avaricia, la envidia, el deseo, la rivalidad, la ambición, la avidez desmedida transforman el rostro de Humphrey Bogart como Fred C. Dobbs.

Tim Holt (Curtin) borda la mejor actuación de su vida, Walter Huston (Howard) logró el Oscar por su extraordinaria interpretación, y Bogey compone otro de los caracteres que han pasado a la historia del cine. Se aprovechan del gran trabajo de Huston en el guión y la dirección, la extraordinaria banda sonora de Max Steiner, y el mayestático trabajo de Ted D. McCord con la fotografía en b/n. Los rostros de los protagonistas marcan la transformación que los 3 hombres van sufriendo conforme las bolsas se van llenando.

Fue un éxito y ganó 3 premios Oscar (director, actor secundario para Walter y guión), y ha pasado como uno de los emblemas definitivos del cine clásico y todos recordamos la avaricia en los ojos de Humphrey, el sudor en la frente de Tim o a Walter gritando, riendo y bailando sobre la tierra de las montañas de Sierra Madre.

 

 

Howard Hawks:

Hatari  (1962)

Howard Hawks quería unas vacaciones en África y logró que Paramount se hiciera cargo del rodaje en Tanganika de su nuevo proyecto sobre unos cazadores que surten de animales a los zoológicos.

La película se inicia con la fallida captura de un rinoceronte que lleva al hospital al Sr. Sanderson y se cierra con la captura del último animal del encargo recibido, un rinoceronte. Fantástica elipsis que engloba la trama de la cinta.

Entre medio se dedican a cazar a todos los animales que les han encargado, monos, jirafas, cebras…, y a decidir las distintas diatribas entre ellos, tanto sentimentales como vitales. La llegada de A. D. D’Allesandro, una nueva fotógrafa; el advenimiento de Brandy, dueña del negocio al heredarlo de su padre muerto en una cacería, a la edad adulta; la contratación de un francés que demuestra su habilidad con las armas…; cualquier cosa sirve a Hawks para convertir una aventura africana en una diversión constante.

El guión de Leigh Brackett, con la que ya había trabajado en “El sueño eterno” o “Río Bravo”, y la música de Henry Mancini, con su famoso “Baby elephant walk”, solo consiguen aumentar el atractivo y divertimento en 2 horas y media que pasan volando.

La química entre John Wayne, Red Buttons, Elsa Martinelli, Michèle Girardon, Hardy Kruger, Bruce Cabot, Valentín de Vargas y Gérard Blain logran el resto. Otra demostración de Howard Hawks, capaz de saltar de las aventuras a la comedia, de la acción al romance, de un beso a una réplica con veneno, saltar de un género a otro sin red y saliendo vencedor de todos ellos.

 

 

COMEDIA:

Aquí es Hawks el que aporta un póker de obras maestras, cualquiera de ellas elegible y al hacer esa selección encuentro motivos para elegir otra, pero la cuchilla sobre la yugular me obliga a ello. “La fiera de mi niña” (1938), “Bola de fuego” (1941) o “Su juego favorito” (1964) podrían formar parte de cualquier selección dedicado a la comedia, pero me decanto por “Luna nueva” (1940), uno de esos textos que se han visto adaptados a la gran pantalla en varias ocasiones y todas maravillosas.

Con John me decanto por una de esas películas que podría englobarse en varios géneros, pero que veo como una comedia negra, negrísima, con muchísima retranca, y que a 1ª vista aporta menos de lo que realmente hay cuando rascas un poquito.

 

John Huston:

El honor de los Prizzi (1985)

La familia Prizzi es una de las más poderosas dentro del submundo mafioso y Charley es un asesino a sueldo que trabaja para ellos. Tiene la plena confianza de la familia, incluso es considerado uno de ellos, pero en una boda conoce a una mujer de la que se cuela definitivamente.

Los giros de guión, obra de Richard Condon y Janet Roach sobre la novela de Condon, son maravillosos, planteando situaciones y confusiones que generan una negritud sublime en una película que podría haberse centrado en el thriller mafioso.

John Huston junta a Jack Nicholson y Kathleen Turner con su hija Anjelica Huston, que ganó el Oscar a Mejor Actriz Secundaria, y clásicos como Robert Loggia, John Randolph, Lee Richardson o Lawrence Tierney. Y dejamos para el final la interpretación de William Hickey como Don Corrado Prizzi, siempre fumando, blanco como la cal, siempre manejando los hilos y medio encogido, una especie de alter ego de Vito Corleone, aunque bien podría ser una parodia.

La película fue un éxito y contó con 8 nominaciones a los Oscar, incluida 1 para el propio John Huston que ya contaba con 79 años.

Comedia negra, tan oscura y cínica que la hace perfecta en la filmografía de Huston. No hay que olvidar que hay muchos tipos de comedia y este es uno de ellos.

 

 

Howard Hawks:

Luna nueva (1940)

Espectacular ejemplo de screwball comedy, una de las cumbres del género, que ya vio una 1ª adaptación en 1931 bajo las órdenes de Lewis Milestone, y vería alguna más de calidad igual. Howard Hawks se convirtió en el director por antonomasia de la screwball comedy y su alianza con Cary Grant no hizo más que reportarle obras inolvidables (“La fiera de mi niña”, “Sólo los ángeles tienen alas”, “Luna nueva”, “La novia era él”, “Me siento rejuvenecer”).

Aquí se le suman varias cosas que la hacen mejor todavía. El guión de Charles Lederer sobre la obra de Ben Hetch y Charles MacArthur es alucinante, repleto de diálogos rápidos y respuestas brillantes, más rápidas todavía, debiendo prestar atención para no perderte nada. También cuenta con la maravillosa fotografía en b/n de Joseph Walker, un clásico en este trabajo de la época (“Vive como quieras”, “Caballero sin espada”, “La pícara puritana”, “Sólo los ángeles tienen alas”…). La espectacular plana de secundarios que se dedican a fumar, jugar a las cartas e inventar historias en la sala de prensa, o la protagonista total de la cinta: Rosalind Russell que, solo por su alucinante interpretación en esta cinta merecería pasar a la historia, siendo un actor de la talla de Cary Grant el único capaz de ponerse a su altura.

Walter (Cary Grant) y Hildy estaban casados y ella aparece por el periódico, que él dirige y para el que ella trabajaba, para anunciarle que va a casarse de nuevo con Bruce (Ralph Bellamy). La última noticia sobre la inminente muerte de un hombre que parece inocente, las perentorias elecciones a la alcaldía y todas las tretas de las que es capaz de tirar mano Walter son el hilo que no para de estirarse para convencer a Hildy para quedarse. Desternillante, procaz, imaginativa y con un ritmo trepidante. Es una de esas películas que no olvidarás nunca, y que cualquiera de sus adaptaciones son maravillosas (No olvidemos que “Primera plana” del gran Billy Wilder es una de ellas).

 

 

 

BONUS: Añadimos unos cuantos géneros más donde los dos maestros han sido capaces de aportar su visión con películas todavía recordadas hoy en día. 3 de ellos con aportaciones de ambos, algunas de ellas magistrales, y 4 más donde uno u otro contribuyen con algún trabajo notable o más que meritorio.

 

MUSICAL:

Comenzamos con el musical, típicamente americano. Huston solo rodó 1, y puede que muchos no lo defiendan ni lo valoren, pero cuando eres un niño y lo ves a tan tierna edad la recuerdas siempre. Hawks juntó a dos iconos sexuales del momento donde los números musicales acaparan todos los focos.

 

John Huston:

Annie (1982)

Uno de los merodeos del cine de Huston alejado a su seguridad fue su acercamiento al cine musical. Y es muy curioso porque la ves y no descubres la genialidad por ningún lado, sin embargo no la olvidas. Cuando la primera vez que para ante tus ojos eres un niño la recuerdas para siempre. A esa niña pelirroja cantando “Tomorrow”, o ese grupo de huérfanas interpretando “It’s a hard-knock life”, o esa pasada y excesiva alcohólica que odia a los niños interpretada por Carol Burnett.

Annie es una niña que vive en un orfanato y es elegida para vivir una semana con el Sr. Warbucks, un multimillonario que acepta para mejorar su imagen pública. Ello es la excusa para dar vida a las canciones de Charles Strouse, tan vitales y excesivamente emocionales que reflejan la infancia de la época.

El reparto es fantástico, aunque solo cabe resaltar la actuación de Carol Burnett como la Sra. Hannigan, esa borrachina en busca de un partido que le saque del hospicio infantil que regenta. Albert Finney, Tim Curry o Bernadette Peters han participado en películas mucho mejores que esta, pero todos los recordamos, todos hemos cantado esas canciones, todos conocemos a esa niña de rizos pelirrojos y a ese millonario calvo.

Hay mucho directores clásicos, emblemáticos de ciertos géneros o del cine muy clasificado que, cuando intentan otras cosas, fracasan sin medida. Sin embargo Huston, realizando una película que, como tal, es mediocre, también es inolvidable. Siempre encuentras algo que te hace sonreír o recordar algo bueno de tu infancia. La maestría escondida en la mediocridad.

 

 

Howard Hawks:

Los caballeros las prefieren rubias (1953)

Otra de las curiosidades en la carrera de Hawks fue su acercamiento al musical. Siempre pensó que la comedia musical era el medio perfecto para Marilyn Monroe y aquí la juntó con otra de los iconos sexuales de la época, Jane Russell, en las andanzas de 2 cantantes en un viaje a París en barco.

Lorelei (M. Monroe) está prometida con un rico heredero y el dinero y las joyas están por delante de todo. Dorothy, al contrario, no valora en nada el poderío económico y busca enamorarse de verdad. En el barco, Dorothy se relaciona con el equipo olímpico norteamericano y Lorelei contacta con un viejo millonario dueño de una mina de diamantes en Sudáfrica.

Las andanzas de ambas son poco más que divertidas, ahondando Marilyn en la imagen de rubia tonta cegada por los diamantes y Jane en el de dura y ruda mujer que busca el amor verdadero sin lustre económico. Hawks intenta resaltar esos acentos en su manejo de la cámara (planos generales y compartidos para Russell, y solitarios y primeros planos para Monroe), aunque el CinemaScope llegó en pocas semanas y el musical se aprovechó de él plenamente (“Brigadoon”, “Siete novias para siete hermanos”, “Ellos y ellas”…) quedando muy limitada y algo avejentada.

La trama es típica y tira mucho del dualismo de las protagonistas y se aprovecha de algún secundario (Charles Coburn), pero hay un par de canciones realmente logradas, caso de la inicial “Two Little girls from Little Rock”, y especialmente el número que deja claro el leit motiv de la cinta, “Diamonds are the girl’s best friend”, donde una esplendorosa M.M., vestida de rosa frente a los hombres de negro, se pasea por un escenario limitado y acaparando todas las miradas.

Una película que no es ninguna maravilla, pero que todo el que la ve la recuerda, una de esas cosas tan difíciles que para Hawks era la cotidianidad.

 

 

BÉLICO:

Aquí nos topamos con una anécdota curiosa. Hawks logró 3 Oscar con “El sargento York” (al montaje y al mejor actor para Gary Cooper) y “La escuadrilla del amanecer” (mejor guión original), pero Huston tuvo un trabajo mucho más complicado al intentar adaptar a la gran pantalla la novela de Stephen Crane “Medalla roja al valor”. Howard se acercó a la IGM y Huston a un tema mucho más difícil y conflictivo como la Guerra de Secesión. Todos son trabajos arduos y dificultosos, pero tan meritorios que merecen estar aquí, y me decanto por estas 2:

 

John Huston:

Medalla roja al valor (1951)

John Huston adapta la novela de Stephen Crane sobre las vivencias de un joven soldado yankee en la Guerra de Secesión norteamericana. Sus vivencias, miedos, amarguras y acciones alocadas que le llevan a pasar de la cobardía al heroísmo.

La sin razón de la guerra y el odio al vecino llevado a la contienda que, todavía hoy, separa a parte de la población estadounidense. Apoyándose en la fotografía del gran Harold Rosson, Huston nos muestra un minucioso estudio sobre la guerra y sus consecuencias. Escenas largas detallando el devenir de los heridos, en fila inacabable, o las órdenes de los generales llevando a la muerte a los hombres pues son prescindibles.

Con una voz en off presente a lo largo de toda la película, con su texto tomado íntegramente del libro de Crane, deja muestra de lo buena que es la dificultosa adaptación de la misma. Con pocos rostros conocidos, Audie Murphy, John Dierkes y poco más, se apoya en la acción y la psicología de los personajes para poner sobre la mesa las dos caras de la locura: la cobardía y la heroicidad.

 

 

Howard Hawks:

La escuadrilla del amanecer (1930)

Podría haber elegido “El sargento York” que le dio el Oscar a Gary Cooper, pero creo que esta es la película que mejor le representa en este ámbito. Su llegada al cine sonoro conjuntó varias de sus obsesiones como la amistad, la hermandad y la aviación. Un grupo de aviadores ingleses combaten contra los alemanes en la IGM y relata, tanto las relaciones entre ellos, tanto personales como militares, como las escenas aéreas que tanto amaba. Supuso un enfrentamiento legal con Howard Hughes, aunque fue el productor de su siguiente y reconocida película “Scarface, el terror del hampa”.

Obtuvo el Oscar al Mejor guión original y supuso un hito en el cine de aviación, utilizando sus escenas en varias películas futuras, especialmente en el remake que hizo Edmund Goulding con Errol Flynn de protagonista en 1938.

La maestría con la nos enseña la camaradería entre los soldados, especialmente cuando algunos de ellos pierden a amigos o familia en la guerra, la hermandad que supura del guión de Dan Totheroh y Seton I. Miller y la fuerza de las escenas aéreas la convierten en muy pertinente dentro del género y un referente absoluto en el cine sobre la IGM y las escuadras de aviones que supusieron el inicio de un paso bélico irrefrenable en el futuro.

Puede que no la hayas visto, o los nombres de los actores Richard Barthelmess o Neil Hamilton no te digan mucho, pero fueron grandes nombres del cine silente que estaban dando pasos inolvidables en el sonoro, pero la recomendación de su visionado es indiscutible y su marca en la historia del cine indeleble.

 

 

ROMÁNTICO:

El cine romántico no podía faltar en esta selección. Lo curioso de ello es que cada uno se decanta por una temática. Huston por la vertiente dramática del romanticismo, y Hawks por el lado cómico. Cada cinta, poderosa en su concepto, refuerza el concepto artístico del cine de los autores.

 

John Huston:

Paseo por el amor y la muerte (1969)

Howard optó por la comedia romántica y John se decantó por el drama romántico. Basada en la novela de Hans Koningsberger y con guión de el mismo, Dale Wasserman y el propio Huston, centra el drama en la Edad Media, en la Guerra de los Cien años, cuando un joven estudiante va en busca del mar, símbolo de la libertad, y se encuentra por el camino con una joven que ha sufrido los excesos de la guerra y unen sus destinos.

Supuso el debut de los jóvenes Assi Dayan y Anjelica Huston, hija de John, en papeles protagonistas, llevando su amor a un terreno más místico e idealizado mientras recorren una Europa que ha quedado asolada por la guerra. Con el sustento de la Fox, se apoyó en el fantástico vestuario de Leonor Fini, la maravillosa fotografía de Edward Scaife y la música de Georges Delerue, perfecta para la época en que se ambientaba, para lanzar la carrera de su hija que, como pasó con su padre, acabó con el tiempo logrando un Oscar en una película de su padre.

Poco considerada por la crítica, se ha convertido en uno de los tesoros escondidos en la filmografía de John Huston, porque ese ansia por la libertad, por llegar al mar del protagonista, es una seña de identidad del propio director.

 

 

Howard Hawks:

La comedia de la vida (1934)

Hawks ya había rodado películas notables, incluso alguna obra maestra iniciática y aquí se adentra en el cine romántico más cercano a la comedia. Porque con el traje cómico nos presenta la historia de una modelo, Mildred Plotka, que quiere ser actriz y la dirige Oscar Jaffe, el dramaturgo teatral de moda, que le enseña a ser una estrella de las tablas. Mildred se ha convertido en Lily Garland y ha viajado a Hollywood para convertirse en una estrella, a la vez que Oscar ha montado fracaso tras fracaso desde su marcha. Ben Hetht y Charles MacArthur adaptan su propia obra con John Barrymore y Carole Lombard en los papeles estelares.

La marca de la casa de los autores, con diálogos rápidos y chispeantes, son magníficos en boca de Barrymore y Lombard. Con ese halo romántico que rodea toda la trama, impera la maestría de Hawks para dotar a la comedia de una importancia suprema, dando vida y aire a una historia muy teatral, con escenarios muy estáticos (tanto el teatro como el tren o las habitaciones), pero vivo, muy vivo y con un ritmo fantástico, aprovechando la presencia de secundarios de la talla de Roscoe Karns y, especialmente, Walter Connolly que está soberbio apuntalando la comedia sobre la historia de amor tapada por la farsa que domina toda la filmación. El histrionismo exacerbado de los protagonistas acaparan todos los focos, tanto de la comedia, precursora de la screwball comedy de los siguientes años, como del romanticismo, cubierto exageradamente por las ingeniosas frases que Hetch y MacArthur ponen en sus labios.

 

 

BIOPIC:

Aquí me centro única y exclusivamente en el trabajo de John Huston. Nos dejó 2 biopics, ambos sobre 2 personajes históricos en la evolución del ser humano. Por un lado, en su versión más psicológica, nos narra la vida de Sigmund Freud, pero nos vamos a quedar con la del pintor impresionista Toulusse-Lautrec, acercándonos a la vida bohemia del París de finales del XIX.

 

John Huston:

Moulin Rouge (1952)

Por ciertos asuntos con su contrato, John Huston recurrió a los hermanos Woolf (James y John) para producir y dirigir la adaptación de la novela de Pierre La Mure sobre Henri Toulouse-Lautrec. Cuenta la vida del pintor impresionista de finales del siglo XIX y su estrecho vínculo con el Moulin Rouge. Un accidente de pequeño le hizo quedar enano y, su obsesión por ser pintor y la idea de que jamás le querría nadie por su minusvalía, le llevó a París, lejos de su familia aristocrática, a la bebida y la noche bohemia de los cabarets, las prostitutas y bailarinas.

Huston acierta de pleno al dotar a Oswald Morris, director de fotografía, de toda la libertad para convertir los colores y oscuridad de lo representado como parte fundamental de la película. El otro gran acierto viene de la ambientación, con la dirección artística, decorados y vestuario, con Vertès como principal responsable, como el otro gran acierto.

La elección de José Ferrer como el artista tullido está muy lograda, aunque se apoya enormemente en las mujeres que le secundan, caso de Colette Marchand como Marie, Suzanne Flon como Myriamme o Zsa Zsa Gabor como Jane. Además vemos en papeles muy cortos y muy secundarios a nombres tan ilustres como Peter Cushing o Christopher Lee.

La película tuvo bastante reconocimiento crítico, con premios en el Festival de Venecia o en los Oscar norteamericanos o BAFTA británicos. Una de esas películas que nunca están en ninguna lista y, sin embargo, irradian cierta fascinación.

 

 

THRILLER:

Seguimos con Huston en solitario al abordar el thriller. La guerra fría, el espionaje, la intriga, todo vale para adaptar una novela de Desmond Bagley con cierto nombre que sirvió para juntar a Huston con Paul Newman, porque la otra opción no me convence lo bastante para incluirla.

 

John Huston:

El hombre de Mackintosh (1973)

Una película denostada por casi todo el mundo y que, comparada con los grandes títulos del género, no puede lograr un puesto destacado. Sin embargo, es otra de esas cintas que no destaca entre la filmografía de ninguno de sus miembros y consigue ser entretenida, divertida y amena. Antes de hacerse un nombre como director, Walter Hill lo hizo como guionista y aquí adapta la novela de Desmond Bagley para Warner Bros., dejando a Huston la dirección.

Nombres ilustres como Paul Newman o James Mason encabezan el reparto, apoyándose en grandes secundarios del cine británico como Harry Andrews, Ian Bannen o Peter Vaughan.

La acción se centra en Joseph Rearden (P. Newman) que trabaja para el servicio secreto británico y en una burla es encarcelado para acercarse a una red de espionaje que quieren desmontar. Las escenas por la campiña irlandesa, con Newman conduciendo como si fuera uno de los grandes premios a los que se había aficionado en la realidad, es de lo más destacado, pero la presencia de James Mason y la maldad que imprime a su personaje da cierto atractivo a la película.

 

           

HISTÓRICO:

Damos un paso a un lado y nos quedamos con Hawks, porque su llegada al cine histórico nos dejó una única marca, pero lo suficientemente buena e interesante para añadirla.

 

Howard Hawks:

Tierra de faraones (1955)

Película más que peculiar en la obra de Hawks. Terminada su relación con la Fox, salió de Estados Unidos para filmar su siguiente película en Italia, aunque consiguió que los exteriores fueran filmados en Egipto. Sin una estrella (quería que John Wayne encabezara el reparto) y con los detalles de producción en manos británicas, concibió una película poco considerada por la crítica y algo alejada de los grandes nombres del género histórico.

Jack Hawkins y Joan Collins, ambos británicos, encabezan la historia del faraón Keops y la construcción de la pirámide que alojará su tumba. La obsesión del faraón por conquistar y llenar su tesoro para la vida futura, y la ambición de la princesa chipriota Nellifer, son la piedra sobre la que gira toda la trama de la cinta. Keops consigue que Vashtar sea el arquitecto jefe encargado de construir su tumba a cambio de liberar a su pueblo al acabarla, y la avaricia de Nellifer por obtener el tesoro que acumula su esposo le lleva a engañar a todo el que puede ayudarle a conseguirlo.

Hawks concibió la idea con la ayuda de William Faulkner, aunque el guión debe atribuirse casi por completo a Harry Kurnitz y Harol Jack Bloom; la música de Dimitri Tiomkin remarca mucho la voluntad de los trabajadores, esperanzados al principio y muy cansados al final; la fotografía depende del trabajo de 2, Lee Garmes, cuya colaboración ya venía de bastantes años atrás y no apreciaba mucho el Scope, y de Russell Harlan, sobre el que recayó gran parte del trabajo y que era de la plena confianza de Hawks. Una obra poco reconocida, pero que aun hoy es muy disfrutable y se apoya muy convenientemente en la épica de la construcción de la gran pirámide y edifica una gran escena final que cierra la pirámide y demuele las aspiraciones terrenales.

 

 

SCI-FI:

Y cerramos el reportaje con la curiosidad del mismo. Howard Hawks se acerca a la ciencia-ficción, tan en boga en la década de los 50, al compartir tareas en la dirección, para acercarnos una historia tan sugestiva y atrayente que dio lugar, muchos años después a una obra maestra, ejemplo de los remakes que realmente merecen la pena.

 

Howard Hawks:

El enigma de otro mundo (1951)

Y dejamos para el final la película más peculiar de todas. Aquí Howard Hawks solo participó como productor, supervisor y colaborador de Christian Nyby que ejerció de director y era montador habitual en las películas de Hawks (“Tener y no tener”, “El sueño eterno”, “Río rojo”…), pero su importancia es capital en una obra que cimentó el incipiente género de la ciencia ficción y las invasiones alienígenas.

Una estación militar en el ártico detecta que ha caído algo en la superficie terrestre y la investigación descubre a un visitante extraterrestre hostil. El suspense y tensión que crea es de primer nivel y da absolutamente igual lo ridículo que pueda parecer el monstruo.

Charles Lederer volvió a encargarse del guión, realista y coherente, tal y como ya demostró en otros trabajos con el director (“Luna nueva”, “Los caballeros las prefieren rubias”), basándose en una historia de John W. Campbell jr., y Dimitri Tiomkin también confirmó con la música su colaboración con Hawks (“Río Bravo”, “Tierra de faraones”, “Río de sangre”, “Río rojo”) que duró muchos años.

 

by: Eduardo Garrido

by: Eduardo Garrido

Roquero, cinéfilo, lector empedernido que estudió Derecho para trabajar en una biblioteca y disponer de pelis, discos y libros a mano

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