Todo gran director acaba rodando una película más o menos autobiográfica. Por citar un par de ejemplos, Fellini tuvo Amarcord, Almodóvar tuvo Dolor y Gloria y ahora Spielberg tiene Los Fabelman. No cabe duda que Los Fabelmans es el film más biográfico de Spielberg. Su mirada más personal a una juventud marcada por su pasión por el cine. No parece atrevido trazar un paralelismo entre el personaje principal (judío, aficionado al cine, viajando por el trabajo del padre) y el propio Spielberg. Incluso el actor se parece bastante al director.
Los Fabelman destila nostalgia y cariño por una juventud que cimentó la carrera de uno de los mejores directores de la historia. Muy poco como Spielberg han sabido combinar espectáculo y calidad, no todas sus películas son geniales pero sí tiene unas cuantas obras maestras que han marcado a varias generaciones. Suyas son maravillas como E.T., La Lista de Schindler, Salvar al soldado Ryan, las 3 primeras de Indiana Jones, Encuentros en la tercera fase, Tiburón, El diablo sobre ruedas, etc. El denominado Rey Midas de Hollywood también tiene obras menores, sobre todo cuando se puso en plan profesor de historia (War horse, Lincoln, Amistad, El puente de los espías) pero hasta al mejor escribano le sale algún borrón. Eso sí, los borrones de Spielberg están a años luz de lo mejor de Roland Emmerich o Michael Bay.
Acompañado de su director de fotografía habitual Janusz Kaminski, Spielberg narra con mano maestra cómo se gestó su pasión por el cine mientras su familia se iba descomponiendo ante sus jóvenes ojos. Spielberg lo hace de manera muy sutil, dando el protagonismo a las miradas y los silencios. A pesar de haber realizado mayoritariamente un cine de aventuras, Los Fabelman tiene más de intimista drama familiar. Un drama para nada excesivo ni pesado, sus 2 horas y media se pasan volando ya que la historia te atrapa y no te suelta.
Todo en los Fableman destila amor por la magia del séptimo arte. Los Fabelman es el homenaje de Spielberg al cine y cómo toda su vida la ha visto a través de una lente. Desde su infancia a sus primeros amores pasando por el singular matrimonio de sus padres. Todo ha sido plasmado en su mente a través de una cámara. Esa pasión por el cine marcó su vida y la de millones de espectadores que hemos disfrutado de su cine durante cinco décadas. Si Los Fabelman es su testamento cinematográfico, no se me ocurre mejor manera de cerrar su carrera.
Los actores están bastante bien, me quedo con Michelle Williams y un Paul Dano que, por una vez, hace un personaje normal. Y David Lynch interpretando al gran John Ford es todo un puntazo que hace ganar enteros a un film ya de por sí interesante. Parece ser que no fue fácil convencer a Lynch pero cuando le dijeron que podría tener en su camerino todas las bolsas de cheetos que quisiera, la cosa estuvo hecha. Cosas de genios. No de ja de ser una paradoja que Lynch interprete a Ford. El guiño del plano final es todo un homenaje a ese buen cine clásico de aventuras con el que creció Spielberg y del que llegó a ser su último gran exponente.
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