No voy a negar que albergo sensaciones encontradas respecto al nuevo trabajo de In Flames y probablemente sea porque el plan de acción ideado supongo que desde la discográfica o tal vez desde el seno del grupo, de utilizar como anzuelo el lanzar una serie de canciones cañeras con reminiscencias de esa época que muchos fans añoran como adelanto de este nuevo trabajo. Las cosas claras. No creo que nadie espere que In Flames den un paso hacia el sonido de discos que muchos adoramos como “Colony” y “Clayman”. Al igual que no lo esperamos de otros compañeros de generación que revitalizaron el metal a finales del siglo pasado.
Dejad que trate de explicarme. No me desagrada en absoluto el camino tomado por In Flames en su progresión lo que no impide que no haya conseguido quedar satisfecho con sus últimos trabajos, algo que si me ha pasado con otros grupos que pisaron fuerte en aquellos tiempos. Reconozco que piqué cual piraña ante un sanguinolento trozo de carne que se movia delante mía. Y eso en un principio condicionó mi primera escucha del disco provocando una sensación de que “Foregone” se desinflaba en el momento en el que canciones de corte más actual dentro del esquema que maneja In Flames saltaban a escena. Pero si estamos dispuestos a combatir esta cultura de la inmediatez que nos han grabado a fuego como signo de los tiempos actuales, tenemos que desterrar el quedarnos exclusivamente con la primera sensación que nos produce un disco.
Ideas preconcebidas apartadas todo lo posible, subo el volumen mientras “The begging of all things” suena y crea una atmósfera que siendo sincero me sobra y se me hace larga -¿cómo se te puede hacer larga una canción de dos minutos y pico?, ¡pues se me hace!- prefiero ese ataque brutal de guitarras y batería que corona “State of slow decay” y que da comienzo a un disco en el que he conseguido sumergirme y que me va ganando canción a canción. No voy a negar que prefiero esos cañonazos directos como «Meet your maker» o «The Great deceiver» pero me encuentro disfrutando de una manera brutal con los solos de «End of transmission», canción que cierra el disco y por supuesto, me resulta sublime «In the dark» en la que conjugan una fuerza bruta demoledora con un estribillo melódico que se mete en tu cabeza y un juego de voces que me hace pensar como tiene que sonar en directo.
En definitiva, mis sensaciones una vez despojado de esa pretendida necesidad de un regreso al pasado, no pueden ser mejores hasta el punto de considerar a este «Foregone» a una distancia considerable de los últimos trabajos de estudio de In Flames. Creo a pies juntillas en la subjetividad respecto a la música por lo que estoy casi seguro que en la línea temporal, «Foregone» quizás no termine militando entre mis discos favoritos de In Flames, pero en este lugar en el tiempo, os aseguro que he disfrutado muchísimo del disco y tal vez nade contra corriente, pero me han convencido.
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