Cuatro años llevaba sin ponerse tras la cámara el danés Lars Von Trier (desde «La casa de Jack»). Un creador que despierta filias y fobias estreno tras estreno. Para este retorno regresa para finalizar su serie de televisión “The Kingdom”, un sorprendente producto que tomando una premisa entre el fantástico y terror lo que nos mostraba eran los entresijos de un hospital y los desquiciados personajes que lo pueblan, transitando entre la comedia negra y la sátira al más puro estilo “The office”. A pesar del éxito, que se materializó en un “remake” con Kevin Bacon y el nombre de Stephen King que llevó por título “Hospital Kingdom”, tras dos temporadas nunca pudo concluir por el fallecimiento de dos de sus protagonistas.
Ahora veinticinco años después por fin puede dar el broche a las andanzas de este siniestro pero divertido centro médico. El inicio demuestra la broma en el que se va a convertir éste “The Kingdom: Exodus” con una médium sonámbula (de enorme parecido con la desaparecida Kirsten Rolffes) que llega al hospital para ser ingresada y descubrir el secreto, tras haber visto la serie de los noventa. De nuevo, se mezclan la realidad y la ficción que tanto gusta a Lars Von Trier. Un realismo mágico que se ejemplifica al cruzar la puerta de ingreso y cambiar el color de las actuales cámaras al amarillento de la original de 1994. Como el sueco Ernst- Hugo Järegard está muerto, el golpe psicópata lo ofrece su hijo en la ficción, interpretado por el actor Mikael Persbrandt, que repite el modelo de egoísmo, falta de empatía y odio a los daneses que se cristaliza en la frase “escoria danesa”. El resto sigue siendo un simpático delirio en este peculiar combate entre el bien y el mal, con un humor no apto para todos los públicos, lleno de surrealismo y que puede despertar odios en cierto tipo de espectador.
Además de los mencionados Mikael Persbrandt y Bodil Jorgensen aparece como actor destacado Lars Mikkelsen, los antiguos Soren Pilmark, Ghita Norby y un fetiche en la trayectoria de Lars Von Trier como Udo Kier y como invitados de renombre Willem Dafoe y Alexander Skarsgard. Todos con interpretaciones bastante histriónicas en consonancia a lo que vemos en la pequeña pantalla.
Un Lars Von Trier que decide no salir en los créditos finales pues como nos comenta su vanidad se lo impide para no verse con un cuarto de siglo más por lo que escuchamos su voz tras una cortina que sólo deja ver sus zapatos. Y si hablamos de créditos, por fortuna han mantenido los de los noventa con esa niebla permanente donde los blanqueadores lavan sus fardos de ropa en las blanquerías para descender al subsuelo y emerger unas manos, con una voz que nos adelanta el combate entre ciencia y espiritualidad (otro de los temas capitales en la filmografía de Lars Von Trier). Además mantiene la extrañísima canción con la que se presentaba a los actores y actrices.
Un cierre del estilo de este director danés que desde principio de los noventa lleva epatando a medio mundo. En mi caso lo conocí con el estreno en España de “Europa” (allá por los primeros noventa), filme que vi en salas seis veces en poco más de dos meses, en aquellos tiempos que una película podía estar en cartel seis meses, uno o varios años. He visto toda su filmografía pero, curiosamente, “El Reino”, en su primera y segunda parte, no lo había descubierto hasta este 2022 en un conocido (e indispensable) canal de streaming. Cosa que me alegra pues he podido degustar este desenlace con la mente todavía fresca de los hechos narrados hace cinco lustros.
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