¿Crees en el amor a primera vista? No en ese amor empalagoso de comedieta romántica, sino en ver a alguien, en apenas conocerlo, sin saber qué es lo siguiente que va a pasar y… es como si el corazón te latiera diferente. Pues me acaba de pasar con este disco. Normalmente necesito pegarle varios viajes, llevármelo a correr, escucharlo mientras tiendo la lavadora o paso la escoba… y poco a poco voy sacando comparativas, ideas y tal, pero esta vez no. Primera escucha, dos minutos de canción y, mientras intento seguir corriendo rampa arriba, a ciento sesenta pulsaciones bajo un sol de justicia, empiezo a volar. Como si estuviera anestesiado. Un, dos, tres… ¡Nomorekillings!

 

 

After use me. ¡Es un bajo! Lo que está sonando, nada más empezar, no son guitarras. Es un bajo utilizando magia tecnológica de los ninjas. Es lo que tiene no tener ni idea de música, ni estudios de grabación, que todo es cosa de Satán. El caso es que tiene un momento Youth of the nation, de P.O.D. Una voz, de Isma, que se finge desafinada en la primera palabra, para mostrarnos el camino que va a seguir. El bajo toma un rol más «tradicional», con una especie de distorsión electrónica, que trae a la mente gente como Wonderminds o los Cycle en Perfect Pervert. Estos dos son los más heavies de la electrónica, o los más maquinetos del metal, como le pasa a Dave Gaham, de Depeche Mode. Música muy, muy inspiradora, tengo mil referencias más estallándome en el córtex cerebral.

All you are waiting. Lo que digo, los más heavies de la electrónica. Tiene ese aura medio tempo napalm —va despacio, pero quema todo a su paso—, de Depeche Mode en A pain that i’m used to. El caso es que, cuanto más lo escucho, más parecido le veo a Ismael con Gaham. No sé si en la voz (un espectro sónico igual me deja en feo), pero sí en la forma de entonar, de cantar. La batería parece hecha a medida, con una especie de redoble constante, saltando de caja a timbal, envolviendo el riff maníaco del bajo, que se va a las cuerdas más agudas, en un sonido parecido al de Placebo en Bitter end. No se puede explicar, un grito, un All you are waiting, y un bajo que hace que la mente se separe del cuerpo.

It’s easy. Momento sintonía espacial, como los Kraftwerk en Space Lab, pero es un espejismo. Esto es un acercamiento al nu metal. Es Deftones en el estribillo de Back to School. ¿Quién ha dicho que ir lento es malo? Como siempre, un bajo que es la viga maestra, pero que degusta cada toque a la cuerda, tranquilo, despacio… entre el bajo y los arreglos, es como tener a Kraftwerk, los Korn y Chino Moreno, de Deftones, en el mismo local, versionando Would?, de Alice in Chains. El punteo no es de guitarra, es un bajo. No veía algo así desde Molotov y sus dos bajistas.

The sound of your soul. Momento —salvando las distancias— Freddie Mercury en Bohemian Rhapsody. Entra el violoncelo y tengo la sensación de oír a Michael Kamen con la sinfónica de San Francisco en su totalidad. Se llena el disco, se llenan los auriculares y mi cerebro rebosa música de cuerda. Entran las voces y el respaldo instrumental pasa al bajo, que se trenza con el piano en una base donde la voz languidece, con Isma cantando a lo Chino Moreno. Los arreglos, coros y demás me traen a la mente Gnarls Barkley. Es cierto que Ceelo Green tiene otro aura, otros intereses más soul, no tan oscuros como Nomorekillings, pero la idea es parecida. El final suena a ver amanecer desde la estación espacial, viendo el sol emerger detrás de esa piedra azulada en la que flotamos en el vacío.

You never dream. El combo bajo-batería, con el piano, recuerda al Amour, amour, de Rammstein, sobre todo en las estrofas. Claro, la voz de Ismael no es la de Till Lindemann, pero aún contrasta más esa entonación pausada, entre Depeche Mode y Deftones, con ese bajo casi metal industrial. Claro, cuando un disco tiene media docena de referencias y me encantan todas, es muy difícil que el disco no me encante.

Robot. Otro momento Rammstein: el comienzo tiene un aire a Stein um stein. Esos comienzos casi electrónicos, todo a base de magia —me imagino que serán samplers, teclados, o duendecillos muy pequeños que hacen cosas dentro del ordenador de Érica—… dan una sensación de balada, de medio tempo, que contrasta con las líneas de bajo, frenéticas de un traste a otro, pero encima de una batería «simple», sacrificada en el mensaje. El piano sobrevuela con un tinte del techno noventero, muy melódico, por encima del esqueleto del tema. Estaba pensando en Siechtum, un experimento electrónico que marcó, como Kraftwerk, el desarrollo de muchísima música teutona en casi todos los estilos imaginables. Buenísimos, aunque sutiles, los coros.

 

 

The end. Gran virtud de esta banda: saben crear atmósferas con muy poco. Suena a metro, o a tren, a gran urbe, a fotografía gris, a cómic costumbrista con un aire sombrío, como la peli Dark City, y son treinta segundos de intro. Jonathan Davis, de Korn, hizo Forsaken para la banda sonora de La reina de los condenados. No es un parecido exacto, pero sí tiene una idea, un enfoque similar, un rollo muy oscuro, muy gótico. Está en ese punto entre Depeche Mode y el nu metal. Además, si pudieras desmontar la canción, la batería encajaría con Zwitter, de Rammstein, pero el enfoque de bajo, voz y demás es completamente diferente, además de los coros, que aún subrayan más ese enfoque oscuro.

Soulmate. Suena una transmisión por radio como al comienzo de Dragula, de Rob Zombie, pero en cuanto entra el bajo hay un espejismo con Muse en Time Is Running Out, pero no, tienen un enfoque más badass, a lo Saliva. Eso sí, siguen con esa aura Chino Moreno-Dave Gaham, ese medio tempo napalm. Vuelvo a pensar en el Play the Ángel, el disco entero, de Depeche Mode, con un toque de Lazarus (obra maestra y punto) de un Bowie que sabía que las arenas de su tiempo empezaban a escasear.

Listening my time. Es la última canción. Soy suyo desde el primer minuto, pero no por eso se puede dejar de cantar las alabanzas a esta pareja de músicos. No han inventado un estilo, pero sí han tomado ingredientes muy diversos y han creado algo compacto, original y, sobre todo, que engancha. Vamos a llamarlo carisma. Esta última suena a despedida. Érica desde el bajo y los coros e Isma, desde las voces y el piano, nos dicen hasta la próxima con la manita mientras la canción avanza con un toque sinfónico como una alfombra desenrollándose escalera abajo.

En resumen, que no me ha gustado nada, y se nota. Ya hablando en serio, como artista, si se nos mete en las artes a los juntaletras, me quito el sombrero. A ver, las palabras ya están todas inventadas, sólo puedo elegir la combinación de éstas que consigan que vayas ahora mismo a ponerte el disco o a ver algún videoclip. Casi todos los estilos están creados ya, las notas que pueden dar un piano o un bajo seguro que se han explorado ya… pero tener la creatividad para sacar algo así es de admirarse, y es para respetarse.

Si has tenido un momento DepecheMode-Defotnes, enlaces de la banda:

Soundcloud: https://soundcloud.com/nomorekillings

YouTube: https://www.youtube.com/channel/UCDr1aKCnBSyT4rMSE1lzsRA

Nomorekillings – Soulmate

by: Teodoro Balmaseda

by: Teodoro Balmaseda

Escritor de ficción y crítico desde la admiración. Si te gustan mis reseñas, prueba 'Buscando oro' en tu librería o ebook.

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