Para comer bien no es necesario ir al centro o a las zonas más pudientes. En los barrios también se pueden encontrar sorpresas culinarias donde un ágape se puede convertir en algo mágico. Y más en una gran ciudad como Madrid. En esta ocasión nuestro viaje es a La Elipa, cuna de la banda Los Enemigos o del mítico La Paloma II, donde David Muñoz consideró su arroz con bogavante como el mejor de Madrid.
Y en La Paloma II estuvo al frente de sus fogones Jesús Artero que en diciembre de 2019 abría al público la Pulpería- Ostrería La Lonja, en el número 12 de Marqués de Corbera. Un local no muy grande aunque con un comedor interior y una terraza, decorado con motivos marineros y donde lo que manda es el producto de calidad y, por supuesto, el arroz con bogavante que hay que pedir por encargo. Además no es necesario ir a comer pues el tapeo es estupendo ya que con la consumición te dan a elegir tapa y el propio Jesús Artero se pasa ofreciendo a los clientes pinchos de tortilla o cualquier otra tapa que vaya sacando de cocina. El rato que estuvimos en barra dando cuenta de las primeras Mahou nos congratuló y conversamos sobre el “orgullo de barrio” pues uno no olvida sus orígenes en el cercano Moratalaz.
En cuanto a la comida, probamos casi de todo y todo bueno. No podemos hablar de un plato mal cocinado o deficiente. Todo está elaborado con sabiduría, respetando el producto y a la altura de locales con especialidad en sólo producto. Por ejemplo, los torreznos de entrada; fritos a la perfección como manda el canon, con capa crujiente en la corteza y el sabor del tocino en la parte más carnosa.
A esto seguía un cazón adobado, típico bienmesabe gaditano, presentado en dados, con el aliño que nos recordaba la manera que se hace en San Fernando (Cádiz) en freidores tan míticos como el extinto Deán o El Choquito. Y es de agradecer pues no es sencillo encontrar un adobo decente en Madrid. De hecho nos gustaron más que los calamares que estaban ricos sin más.
Para la bebida y tras finalizar la cerveza con los torreznos, pedimos un Rias Baixas de nombre Laureatus, perfecto albariño que maridó a la perfección tanto con los fritos de pescado como con los siguientes entrantes y el plato principal donde dominaba el producto del mar. Como los chipirones a la plancha. Magníficos, plenos de sabor, buen tamaño y con el mínimo acompañamiento de ajo y perejil. Soberbios.
Tanto que eclipsaron las croquetas de jamón que llegaron a continuación.
Para rematar una de las especialidades como es el pulpo “a feira”. Imponente, de los mejores que hemos comido en Madrid. Perfecto de textura, sabor y tamaño. Y más complejo de probar un cefalópodo así pues es sabido la complicación de conseguir pulpo nacional en estos años, vista la carestía de este producto. Estaba tan bueno que las gambas al ajillo pasaron desapercibidas aunque eran más que dignas (quizás les faltase algo de picante).
En cuanto a su especialidad hay que descubrirse ante el arroz con bogavante. Un caldo donde domina una imponente crema de marisco, elaborada con la sapiencia que dan los años y quien ha preparado este plato durante tanto tiempo. Bien servido tanto de un arroz en su punto como de un bogavante tierno y lleno de carne en su interior. Uno de esos principales que hacen pensar al comensal que quien ha cocinado semejante delicia no puede ser mala persona. Algo que te eleva en el mundo de la gastronomía.
Estaba tan increíble que sobraba el postre pero finalizó el potente almuerzo un chupito de Mamajuana, licor dominicano que por aquellas tierras se dice que es afrodisíaco.
Puede ser, porque salimos extasiados de la Pulpería- Ostrería la Lonja. Y eso que no probamos ni las ostras ni sus aclamadas croquetas de pulpo (ese día no tenían). Habrá que volver a un restaurante cada vez más al alza, cosa que se nota pues no hace demasiado también estuvo comiendo el alcalde de Madrid, José Luis Martínez- Almeida.
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