La primera vez que pude ver en directo a Motionless in White fue en la primera edición del extinto Download Madrid en el 2017. Llegaban con la vitola de ser una de las posibles bandas revelación del evento pero a pesar del buen horario y un competente concierto la formación que más destacó entre las que tocaban en el tercer y cuarto escenario fueron los suecos Avatar. Uno de los principales motivos es que una banda con fuerte presencia del sintetizador en sus álbumes no puede permitirse el lujo de carecer de él en una gira, cosa cada vez más de moda pues hemos llegado a verlo hasta en Fear Factory.
Ahora los norteamericanos nos presentan su sexto larga duración donde no presentan grandes novedades a los anteriores compuestos, mezclando el metal gótico e industrial con el metalcore. Trece nuevas canciones para algo más de cincuenta minutos de duración y que lleva por título “Scoring the end of the world”. Ecos que van desde los más evidentes como Marilyn Manson o Rob Zombie pero que también nos suena a Rammstein, Avenged sevenfold o Slipknot en una nueva formación estable desde 2019 dominada por su vocalista Chris Cerulli, las dos guitarras de Ryan Sitkowski y Ricky “Horror” Olson y la base rítmica compuesta por el bajo de Justin Morrow y la batería de Vinny Mauro que alterna con el sintetizador, por lo que nos tememos que en su próximo “tour” volverán con este instrumento grabado. Lo cual es una pena pues las teclas tienen gran protagonismo en su música.
Cosa que podemos comprobar desde los primeros compases del inicial “Meltdown”, lleno de efectos de metal industrial y sonidos de cinta de terror como si de una pesadilla de Rob Zombie se tratase que se hace más melódico en el estribillo aunque en las estrofas alterna Cerulli las voces limpias con algún agresivo semi-gutural. No es mal comienzo que continua con una estructura similar con “Sign of life”, con varias tesituras vocales, industrial, gótico y metalcore. Partes más rudas que combinan con las más melódicas, sobre todo en los estribillos que en prácticamente todo el trabajo resultan accesibles y coreables. “Werewolf” es un corte más atmosférico que nos lleva décadas atrás, pues hasta podemos observar velados homenajes a los sonidos de sintetizador de los ochenta en las estrofas y el puente que enlaza al acertado estribillo. No es original pero su “tempo” más reposado consigue envolver al oyente en una de las mejores composiciones que enlazan con el reposado “Porcelain” que va de menos a más ritmo, relajado al inicio subiendo en el estribillo, al estilo de Linkin Park pero con efectos de sintetizador gótico que contrasta con la potencia de “Slaughterhouse” con la colaboración de Bryan Garris en las voces. De nuevo estribillo melódico pero el resto suena algo desconjuntado, más si sumamos un intento de voz diabólica, gritos, semi-gutural y melódica que en algunos momentos parece puro relleno.
Llegando a la parte central “Masterpiece” nos suena bien. Un corte puro metalcore en medio tiempo en “crescendo” en menos de tres minutos y medio. “Cause of death” comienza con guturales a lo “Craddle of Filth”, rompiendo la estructura de subida pues en este caso funciona con un “diminuendo” en la parte central metalcore y los apuntes pianísticos. Festiva dentro de la oscuridad que intenta ofrecer es “We become the night2 que recuerda a ese burlesque- cabaret con el que nos deleitaba el ahora cancelado Marilyn Manson, enlazando con la guitarra desnuda de “Burned at both ends II” que como todo el lector ávido imaginará pasa a una zona más potente con guturales y el sempiterno estribillo. No molesta pero tampoco aporta en un disco que a estas alturas resulta algo repetitivo. De nuevo volvemos a las atmosféricas con “B.F.B..T.G.: Corpse nation” pero su prometedor inicio se vuelve a diluir en una canción donde lo mejor lo ofrece los efectos de sintetizador y que nos conduce sin retorno al desenlace con el sencillo “Cyberhex”, un industrial bien construido que nos recuerda a los mejores temas del “Scoring the end of the world” del inicio, empalmando con “Red, White and Boom” que cuenta con la presencia de otro vocalista metalcore como Caleb Shomo y que podría integrar cualquier álbum de Marilyn Manson, dejando para el final el homónimo “Scoring the end of the world” con el que nos sorprenden trabajando con el compositor de videojuegos (entre ellos el mítico “Doom”) Mick Gordon para dar por acabado un disco irregular que alterna buenos momentos con otros repetitivos pero que no deja “mal sabor de boca”.
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