Van Morrison, es un músico indiscutiblemente grande por su arte, que en estos últimos años a semejanza de otro grande como Neil Young saca discos por doquier en plena era Spotify. Algo meritorio sin ninguna duda y a pesar de la a veces dudosa calidad de los trabajos lanzados que siempre se bonifican de la ayuda de estar firmados por un nombre de prestigio. Prestigio que es casi una carta blanca para cualquier grande para así permitirse sacar y grabar lo que le venga en gana sin tener la presión de demostrar ya nada. Todo vale, todo puede ser bueno, desde el típico ejercicio de grabar estándares de jazz y/o revisar temas del cancioneros estadounidenses de finales de la última década, algo que siempre queda elegante y suena a novedad para los oídos neófitos.
Los ingleses tienen a su Miguel Bose en la figura de Clapton y los Irlandeses a Van Morrison, lamento tener que poner estos dos nombres tan prestigiosos en la misma frase que el “artista” hispano, que está a años de estos dos ilustres. Solo les une su visión sobre el COVID, la vacuna que acapararon los titulares para los tres con distinta amplitud.
Pero ahora Van the Man va un poco más allá, recuperando esa fuerza interior que tienen los jóvenes revolucionarios para rebelarse y que cuando uno se convierte en anciano en vez de considerarse revolucionario se le llama cascarrabias.
Morrison continúa en una vena antisistema similar a otra colección de canciones originales en What’s It Gonna Take? Títulos como Fodder for the Masses y Fighting Back Is the New World Normal, o Dangerous, en donde llega hasta a burlarse de sí mismo, despachándose a gusto con unas letras obsesionadas con los políticos mentirosos y una nación con el cerebro lavado. Cosa que no le discuto, al contrario. La voz de Van Morrison suena tan bien como siempre y su música celestial al uso, aunque el efecto sorpresa sea de 0% y que esas letras pequen algo ingenuas para un hombre de su capacidad literaria.
Valiente mundo, vivimos de hipocresía, donde ya casi es todo tabú y por otro lado el ver las noticias diarias da náuseas de lo podrido que se ha convertido el mundo. Que sea un viejo que se atreva a cantar temas políticamente incorrectos es sorprendente pero normal. Cuando son Motomamis y Chanels la cara de una juventud lobotomizada, solo queda la vieja guardia para lanzar algún mensaje. La lástima es que ya su música sea como ir en un coche a 200 km, en el que parece que vas a 50…¡No notas nada!
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