Con el apoyo y de la mano tanto de Hueso Producciones como de Kivents, asistimos el pasado día mundial del trabajador a la castiza Sala Caracol para disfrutar en primera línea de fuego con tres bandas de alto nivel tanto nacional como internacional que dejaron una huella imborrable en la capital, poniendo en Madrid el punto y final a una gira peninsular que ha pisado exitosamente los escenarios de varias ciudades de nuestro país en un extenso tour patrio que ha incluido en su lista una parada por la vecina ciudad de Lisboa (Portugal), encumbrando en perfecta comunión a las formaciones COBRA SPELL, DARK EMBRACE y ROSS THE BOSS BAND que regalaron rabia, entrega, actitud, virtuosismo, calidad y mucho Metal sobre las tablas haciendo alarde de generosidad en sus Set List y favorecidos por un auténtico baño de luz, color y watios que convirtieron el espectáculo en un auténtica fiesta de Heavy Metal ante una sala repleta que se volcó con los tres grupos.

                The Evolution Of Fire Tour, el revelador nombre con el que se han presentado en esta ocasión las mencionadas bandas sobre las diferentes tarimas, hizo los honores con la aparición sobre la escena de la formación oriunda de los Países Bajos COBRA SPELL, una elección más que acertada tras la caída inicial del cartel de los británicos ASOMVEL que enarbolaron ya desde el comienzo la bandera de un enérgico Hard Rock, presentando su EP Anthems Of The Night con la guitarrista Sonia Anubis (ex BURNING WITCHES) al frente junto a la frontwoman Kristina Vega de BORN IN EXILE, quien sustituyó al habitual Alexx Panza.

                Tras una Intro que supuso ya toda una declaración de intenciones, el quinteto que puso en primera línea a un elenco de aguerridas guerreras como encargadas de gestionar el show sin perder de vista a su compañero baterista y único miembro masculino sobre el escenario, comenzó a despachar de forma inmisericorde un Set List de seis temas que se sucedieron intercalados por aclamados speechs de la cantante, quien empatizó a la primera con un público predispuesto que recogió el guante lanzado por ésta desde el comienzo y del que incluso salió un espontáneo para la versión de W.A.S.P. en la figura de David T. Valera (ex vocalista de BELLA BESTIA), quien cantó junto a Kris el estribillo del «Animal (Fuck Like A Beast)» muy aplaudido y coreado por todos los allí presentes.

                Antes de este guiño a los estadounidenses, COBRA SPELL se encaró con otras apisonadoras como «Poison Bite» o «The Midnight Hour» para seguir después con «Addicted To The Night», «Shake Me» y finalizar con «Accelerate» en un show donde Vega demostró vozarrón, riqueza de registros, matices vocales imposibles y sobre todo garra aplastando la tarima, una actitud a cuyo carro se unieron las baquetas y los slaps en compacta percusión junto con los afilados riffs de ambas guitarristas, arpegios durante los que Sonia Anubis apuntó en varias ocasiones con el mástil de su guitarra hacia el cielo rematando solos para demostrar que su nueva criatura en forma de disco despunta y se consolida con composiciones sólidas que gozan de un empaque perfecto para su ejecución en directo, sobre todo si van acompañadas por el espectáculo que la banda ofreció sobre las tablas sin dejar respirar al respetable que ovacionó la actuación cuando tras, algo más de «cañera» media hora, la perfecta alineación abandonó la escena.

              

  Los gallegos DARK EMBRACE, liderados por el vocalista Óscar Rilo, fueron los encargados de coger el relevo como segunda banda de la noche y lo hicieron con contundencia, aplomo y seguridad, impartiendo atmósfera a los ocho temas con los que calentaron aún más la velada gracias a un Dark Heavy Metal muy encarado tanto con el Doom como con el Melodic Death Metal a modo de combinación explosiva, la cual rompió sin desentonar con el climax blanco anterior para adentrarnos con sabiduría en un ambiente más oscuro a la vez que estilizado cargado de sinuosidades y no exento de melodías armónicas, creándose con ellos un sonido profundo que pasearon a lo largo de misteriosas canciones muy centradas en su segundo álbum de estudio titulado The Call Of The Wolves (Re-Howled) autoproducido en 2017 y reeditado ahora en 2022 fruto de una madurez que incluso ha coqueteado de forma exquisita con el Gothic Metal.

                El directo del grupo tuvo su peculiar curiosidad, ya que se presentaron en formato cuarteto con dos seis cuerdas, batería y frontman optando por lanzar en línea bajo y teclados aderezando estos últimos una base rítmica muy centrada también en ambos guitarristas, quienes supieron adaptarse perfectamente a la única percusión en vivo que les acompañaba en la figura del impecable a los bombos y platos que nos acercó a grandes como AMON AMARTH, acariciando en ocasiones el Power Metal en un auténtica pero elegante y acertada miscelánea de estilos sin alejarse de su pesado Death como seña de identidad.

                Temas como el baqueteado «Time Will Tell», un «Memories» con potentísimos e interminables riffs que ambos guitarristas intercambiaron a capricho al igual que su posición sobre el escenario siempre flanqueando a Óscar, otros con jugosos cambios de ritmo presenciados en «Let The Blind Too See», de nuevo muy apoyado en los parches de la batería con adornos de los platos y sobre todo muy personalizado en esa voz cavernosa del vocalista, quien hizo gala de una modulación gutural de vértigo también puesta de manifiesto en la fresca, directa y ágil «Dark Embrace» muy apta para directos o el imprescindible himno «Metalhead Till We Die», fueron poniendo a prueba la inagotable garganta de Rilo que en ocasiones nos recordó los giros vocales propios del Metal Industrial, sensación ésta que se mantuvo durante toda la actuación pues como ya hemos señalado la banda serpentea a la perfección por una gama de Metal infrenable.

                Tras un recuerdo a su primer disco The Rebirth Of Darkness (Children Whispered Screams From Beyond) con la canción «Bitter End», DARK EMBRACE nos adelantó dos nuevas del que será su próximo trabajo tituladas «Never Seen The Sun» y «Dark Heavy Metal» gracias a las que pudimos comprobar la línea evolutiva y firme que ha cogido la banda muy centrada en la carismática figura del cantante, quien tanto con su voz como con su presencia completó unos temas de voz intensa a la vez que compensó la sinuosidad de los mismos con poderosos headbanging y molinillos de cabeza contagiosos que combinó a la perfección con los graves propinados, generando epicidad a unas líricas cargadas de mensajes rotundos que le dieron un papel incuestionable al otorgar confianza a unas letras que invitaron a ser desentrañadas y se sumergieron en un mar de casi místicos punteos que las voz lideró con destreza, singularidad y sobre todo con un increíble e impresionante aire gótico.

             

   El triplete de ases se completó con la salida de la esperada ROSS THE BOSS BAND, formación creada y liderada por el que fuese excelso guitarrita de MANOWAR conocido como Ross Boss Friedman o Ross The Boss que no necesitó presentaciones y mucho menos fiereza, alzándose rápidamente en aras de su virtuosismo ante una sala repleta que esperaba y consiguió tanto temas clásicos de su extinta formación como nuevos de su trabajo Born Of Fire editado en 2020, un deseo cumplido por este hacha arropado en una alineación más que solvente donde claramente destacaron el bajista todoterreno Dirk Schlächter miembro de GAMMA RAY o AVALANCH y Marc Lopes, un vocalista con punch que supo dar perfil a los clásicos más deseados como «Blood Of The Kings», «Thor (The Powerhead)», «Wheels Of Fire» o «Fighting The World», temas todos ellos aclamados y cantados de principio a fin por todos los allí presentes con las manos en alto mientras las cabezas no dejaban de moverse acompañando cada una de las notas que Dirk desgranaba casi con los ojos cerrados, poniendo en ellas además de calidad pasión ya que son temas emblemáticos que el aclamado y reconocido seis cuerdas no puede dejar fuera del repertorio.

                Muy al contrario de lo que se pudiera pensar en casos como éste donde el epicentro del grupo se sitúa casi por completo en uno de sus miembros por derecho propio, no se apreció sobre el escenario un exceso de liderazgo ni una sensación de músicos mercenarios, pues todos ellos se mostraron con la cohesión de una banda y aunque Friedman tuvo geniales incursiones instrumentales tanto dentro de las canciones como en pasajes ejecutados en solitario, la formación se empastó por completo aprovechando la línea brillante que los dedos de Ross Boss Friedman marcaron pero siempre con la mirada centrada en todas las aportaciones.

         

       Ante un público totalmente encendido y en un ambiente festivo que fue in crescendo, ROSS THE BOSS BAND enlazó la primera con «The Oath» sin parpadear en pura descarga por parte de Dirk, cuyo bajo literalmente echó humo durante toda la velada atreviéndose también con unos coros que redondearon la marcada voz de Marc Lopes, un registro desgarrador y vigoroso que elevó las notas al máximo sin escatimar en agudos como en las devocionadas «Sign Of The Hammer», «Thor», «Dark Avenger» con una marcada línea de bajo y «Wheels Of Fire», las cuales siguieron poniendo a prueba la potencia en la garganta de un involucrado y frenético público que las entonó de principio a fin sin dejar de elevar las manos sobre unas cabezas imparables que cogieron como señuelo la de Lopes, quien aliñó con un rol cargado de feedback los parones entre tema y tema además de ceder el micrófono desde el escenario a todos los allí presentes en los estribillos pegadizos y conocidos para darse un respiro, al igual que abandonaba el escenario en las partes instrumentales para descansar su entregada garganta y ceder protagonismo a sus compañeros centrándose en estos casos todas las miradas en los dedos mágicos tanto de las seis como de las cuatro cuerdas.

                Schlächter se mostró como el perfecto compañero de escenario tanto para Marc como para Ross The Boss, ya que mantuvo una perfecta empatía con ambos deshaciéndose en coreografías bailables al mismo tiempo que dedicó «certeros disparos» con el mástil de su bajo hacia la gente, haciendo también gala de rapidez y empaste con su compañero de ritmo a la batería al enfocar su base hacia una velocidad que combinó con simpatía escénica aunque muy centrado en los tramos más destacados de los temas, no descuidando las cadencias en los apasionados «Black Wind, Fire & Steel» o «Mountains» donde se empleó a fondo ya pasado el ecuador de la actuación al convertir la última prácticamente en instrumental.

          

      El show iba llegando a su fin y se fue completando con una muy bien acogida interpretación de Friedman a los teclados en la épica «Battle Hymns», un elemento que dio creatividad al directo por lo inesperado del mismo ya que además contó con la presencia sobre el escenario de Kristina Vega poniendo de nuevo las manos en alto de una feligresía que ovacionó todas y cada una de las canciones así como los continuos gestos de agradecimiento por parte del grupo y su involucración con un espectáculo que siguió dando sorpresas con la llegada de «Kill With Power» y «Hail And Kill», donde todos dieron la talla buscando un apoteósico final cuyo colofón prácticamente llegó cuando Marc bajó del escenario y literalmente recorrió las primeras filas de la sala cantando al lado de los fans y dejando que todos coreasen a su lado las reconocibles letras de los temas mientras desde las tablas sus compañeros no paraban divertidos de sacar notas despiadadas y el guitarrista se situaba en la primera línea de la escena para darnos una lección magistral de agilidad, elegancia y buen hacer gestionando con humildad las notas ante una guitarra que se puso no sólo al servicio del músico, sino de toda una legión de incondicionales que se rindieron en la foto final ante unos auténticos profesionales en estado de gracia.

 

Fotografías cortesía de Miguel Ángel Príncipe

by: montserrat

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Licenciada en Geografía e Historia, concretamente Medievalista. Enamorada del siglo XIX y de Lord Byron. Empedernida lectora con vocación de escritora, apasionada del teatro, actriz ocasional, cinéfila de la V.O.S. e incansable viajera. En general disfruto de la vida aun teniendo que dedicar parte de ella al trabajo que me permite mantener caprichos ocultos y vicios conocidos, deleitándome sobre todo con mi auténtica pasión: el Heavy Metal que rompe corazones, cabezas y esquemas.

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