Sophia Djebel Rose, los que siguen la revista y sobre todo los artículos que suelo escribir pueden que se acuerden que ya he hablado de ella, sobre todo por una entrevista que nos ofreció en el marco de Mis Discos y Yo. La descubrí buceando por internet y bandcamp, al instante quedé hechizado por su voz, por el aura que desprendía su música. Solo había sacado un ep bajo su nombre, pero suficiente para intuir que aquí se encontraba algo muy especial.
Enseguida me puse en contacto y le comenté como su música me había recordado a Catherine Ribero, una diosa de la música underground francesa y conocida sobre todo por los que se atreven siempre en ir un poco más allá en la apertura mental y musical.
Asímismo su música se teñía de ese oscuro barroquismo que desprendía Nico, sobre todo en discos como “Desertshore”, también había algo de Linda Perhacs, pero sobre todo lo que dominaba era su propia personalidad y el tener el buen gusto de cantar en francés, sin deber de recurrir al inglés para agradar a un abanico más amplio.
Ahora acaba de lanzar su primer disco grande y está a la altura o más de lo que uno podía esperar. Una música en donde solo necesita su voz, su guitarra, un armonio hindú, y unos coros y teclados utilizados con suavidad y con precisión quirúrgica para crear un ambiente desolador, fascinante, evocador de miles de temores y deseos. Sofia Djebel Rose se convierte en una especie de sacerdotisa, predicando una poesía digna de los más grande. Lejos de la simple canción francesa tal como la conocemos, “Métempsycose” que es como se titula esta vidriera de arte gótico ejecutado.
magistralmente y servido por un acompañamiento sobrio que discurre en un folk encantador y abrumador. Ese Folk que muchos gustan llamar Acid Folk por sus emanaciones e influencias de la música antigua y la música tradicional de diversos países. Una música con un particular sonido atmosférico, hipnótico con unas letras que son puramente poesía que se abreva en la naturaleza del amor y la belleza.
Un disco que evocar un estado caleidoscopio de la mente, unas composiciones con un gran alcance emocional, de profundidad genuina que en cada escucha te guiara aún más, en su profunda y desconcertante belleza.
Un trabajo destinado a convertirse en un disco de culto a semejanza del “Parallelograms” de Perhacs, o los discos de Judee Sill, Vashti Bunyan y los de Karen Dalton; ya que todos ellos atesoran ese soplo de misterio.
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