Segunda parte de la delirante trilogía que nos propone la banda francesa Carpenter Brut que se inició con “Leather teeth”, uno de los grandes álbumes que nos dejo el 2018 donde en un ejercicio conceptual se nos presentaba a un joven estudiante de ciencias que quedaba desfigurado por intentar seducir a la chica de sus sueños, una animadora enamorada de un jugador de fútbol americano, acabando convertido en el cantante de una formación rockera. En esta segunda parte, titulada “Leather terror”, Bret Halford se ha consolidado como estrella musical y aprovechando su nuevo estatus decide vengarse de los que le humillaron en el pasado o lo que se interponen en sus deseos, asesinándolos con arma blanca como un perfecto “serial killer”. Todo bajo el prisma de ser la banda sonora de esa inventada película de terror creada en 1987.
Tras la extraordinaria idea se encuentra Franck Hueso, un genio de los sintetizadores que intenta evocar las partituras ochenteras creadas por John Carpenter (de ahí el nombre del proyecto) aunque también nos recuerden esas soberbias composiciones de los Goblin, Claudio Simonetti, Keith Emerson o el mismísimo Ennio Morricone para Dario Argento y George Romero o Fabio Frizzi para Lucio Fulci. Y lo sorprendente es que a pesar de no existir ni una sola guitarra (en directo sí se apoya de seis cuerdas y batería como pudimos comprobar en su anterior gira) su sonido puede perfectamente escucharse en un festival rockero o metalero. Un inclasificable electro rock que une el industrial con el synthwave y que vuelve a seducir desde la primera escucha. Encima con el añadido de utilizar más temas cantados con colaboradores de entidad.
El Lp comienza fuerte con el “Opening title” con fuerte presencia de percusión en su primer minuto para pasar a unos riffs de sintetizador espectaculares tan propios de las cintas de horror de los ochenta que enlaza con “Straight outta hell”, casi tres minutos y medio a toda velocidad con un ritmo endiablado tan propio de los scores del terror europeo de esa década. El primer tema con voz es “The widow maker” con Alex Westaway de Gunship, con esa estructura tan característica de la época que intenta rememorar de medio tiempo en las estrofas con potencia en el estribillo. Además la melodía es estupenda con una segunda mitad para enmarcar. Mismas constantes tiene “Imaginary fire” con el antiguo vocalista de Dillinger Escape Plan, Greg Pucciato. Dos canciones similares pero que funcionan a la perfección. Y si alguien cree que “Leather terror” va a seguir por los mismos derroteros ahí está “Good night, goodbye” para demostrarnos que no. Una delicada balada que podría encontrarse en cualquier recopilatorio gótico perpetrada por Kristoffer Rigg de los noruegos Ulver donde la nostálgica voz comparte protagonismo con los adecuados sintetizadores, dejando paso a otro pasaje instrumental como “Day stalker” menos rápidos que los primeros cortes pero que sirven de presentación y perfecto “crescendo” para la segunda mitad del disco que continua con otro instrumental que hará las delicias a cualquier seguidor del electro- dark y que deja paso a la más festiva “Lipstick masquerade” con la voz de la parisina Persha con un irresistible fondo funky- disco para enlazar con otro “pelotazo” electrónico como es “Color me blood” y la siniestrísima “Stabat mater” con la colaboración de Sylvaine que según va tomando protagonismo con la voz va ganando enteros la canción acompañada de un órgano de iglesia simulado por el sintetizador (¿acaso hay un sonido más gótico que ese?) y que sin prisa pero sin pausa nos va conduciendo hacia el final de las doce canciones con “Paradisi gloria” que parece la evolución o una variación instrumental de la anterior y que precede al descacharrante desenlace con el homónimo “Leather terror”, perfecto colofón con el apoyo de los guturales y voces graves distorsionadas en demoníacos parlamentos del cantante de Tribulation Johannes “Jonka” Andersson.
Un álbum inclasificable pues su público puede ser de lo más variopinto desde amantes de Jean Michel Jarre, Daft Punk hasta de Fear Factory o The Prodigy sin olvidar a los seguidores del techno, el gótico y el metal pues aunque no haya guitarras la contundencia de los riffs de Carpenter Brut con los sintetizadores están a la altura de cualquier banda “heavy” más o menos oscura. Lo dicho, tan ecléctico e inclasificable como bien elaborado y disfrutable.
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