Ash Grunwald es un músico australiano que, desde hace un tiempo, va llamando a las puertas de los aficionados a la música de raíces. Desde las antípodas es capaz de hurgar en las claves del blues a la vez que dota a sus composiciones de un halo de modernidad y nuevos sabores que lo hacen más que interesante.
Su constante crecimiento le ha llevado a colaborar con un montón de gente, incluso grabó un excelente disco con su compatriota Josh Teskey hace poco, y su nombre ya es conocido entre los aficionados.
En este 2022 nos ha regalado el que puede considerarse su mejor trabajo, por lo menos un servidor lo encumbra junto a “Gargantua” entre sus mejores creaciones. 10 canciones en apenas media hora, donde la melodía y la fuerza van al unísono. Los rasgueos de su guitarra van cogidos de la mano con los sonidos que su garganta va impregnando las composiciones.
10 cortes de corta duración pero recorrido infinito, con un deje tan clásico como moderno, donde una producción actual conjuga efectos presentes con sonidos tradicionales, donde un riff es tan importante como un ritmo, una melodía vocal o los efectos empleados en la grabación. Canciones como “Surrender”, “Let me go” o “Good thing” son una clara muestra de lo expuesto.
Un músico en evolución constante, creciendo con cada entrega, poniendo de manifiesto que algo se está cociendo en las antípodas. Casi nunca se habla del rock australiano, salvo cuando una banda nos visita o se vuelve a hablar de AC/DC o Rose Tattoo, pero cada vez que descubro algo que ha salido de un país tan grande como Europa entera, me doy cuenta que Amyl & the sniffers, The Teskey Brothers, King Gizzard & the Lizzard Wizzard o el protagonista de estas líneas, son muestra de ello.
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