Llevamos reseñados unos cuantos trabajos compuestos durante la pandemia. En muchos casos, miembros de formaciones que forman parte de la historia de la música que por estos avatares inesperados han tenido que guardar un férreo confinamiento en sus hogares, lejos del brillo de los ensayos, los conciertos y las giras. Es lo que le ha sucedido a Tom Morello, alguien que lleva colgado décadas a su guitarra como solista en Rage Against the Machine (siempre que Zach De la Rocha esté disponible y con ganas) y con el resto de sus compañeros en proyectos tan ambiciosos como aquel con Chris Cornell llamado Audioslave o en los últimos tiempos Prophets of rage, con integrantes de Public enemy y Chuck D, líder de Cypress hill.
Formaciones que le han dado fama y prestigio, con su peculiar manera de entender las seis cuerdas, con esos efectos únicos en su pedalera. Pues para que nadie se engañe; quien espere el sonido que le ha acompañado durante toda su carrera quedará decepcionado pues “The atlas underground fire” continua la idea de “The atlas underground” de 2018 donde bajo material original, Morello interpretaba cada canción con un cantante o músico diferente. Un disco que no termina de definirse optando por una extraña mezcolanza entre rock y electrónica con múltiples invitados y de sonido irregular, bien producido pero con demasiados altibajos. Cosa que podemos comprobar desde el inicio con el casi instrumental “Harlem hellfighter” que alterna momentos de cierta brillantez con otros que descolocan al oyente. Tres cuartos de lo mismo sucede con la versión de un clásico como es el “Highway to hell” de AC/DC, nada menos que acompañado de Bruce Springsteen y Eddie Vedder pero que aunque consiguen llevarlo a su terreno no termina de convencernos. “Let’s get the party strarted” es el corte que más recuerda a Rage Against the machine, quizás porque el invitado en esta ocasión es Oliver Sykes y sus Bring me the horizon, formación que ha bebido de los de Morello, Commerfold, Wilk y De La Rocha. Una de las mejores canciones del álbum que contrasta con la melodía pop electrónica de “Driving to Texas” junto al duo neoyorkino Phantogram. Choca ese cambio tan radical pero más sorprende “The war inside”, un medio tiempo clásico de rock sureño con Chris Stapleton donde, por fin, en el punteo podemos ver los célebres efectos de Morello con la guitarra y los pedales. “Hold the line” es otra muestra de electrónica con toques de rap, con la colaboración del solista Grandson que le otorga un toque actual aunque no termina de convencernos.
Llegados a la segunda mitad de “The atlas underground fire” no terminamos de entender hacia donde transita y que pretende Tom Morello con esta colección de canciones, alternando ritmos diferentes sin ningún tipo de conexión. Lo que sucede con el deslucido “Naraka”, junto al cantautor Mike Posner, un ejercicio electrónico que se queda a medio camino mejorando con “The Achilles list”, junto, con el hijo de Bob, Damien Marley, una interesante fusión de electrónica con reggae-ska y el toque guitarrero de Morello que nos avanza el final de las doce canciones que componen “The atlas underground fire” con “Night witch” en la voz pop femenina de Phem aunque con algún breve momento de sonido reconocible en una melodía pop electrónica para seguir con la más experimental “Charmed i’m sure” con Protohype, la similar “save our souls” con Dennis Luxzén de Refused para poner el colofón con la discotequera “On the shore of eternity” con la dj Sama Abdulhadi, digna de los mejores locales de Ibiza.
Un disco que sin estar mal, deja con ganas de más sabiendo quien está detrás pues Tom Morello aunque le pese es parte de la historia de la música de finales del siglo XX y lo que llevamos de XXI. Un álbum de transición compuesto en un momento difícil y que sirve con punto y seguido antes de volver a componer o girar con sus proyectos más ambiciosos.
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