Rob Gordon es un joven que está a punto de cumplir 36 años y todavía no sabe qué demonios pasa por ahí. Las chicas pasan por su vida, los días llegan a ser rutinarios, los amigos van desapareciendo y sus empleados son un par de tarados. Parece que nada es halagüeño porque, además, su novia Laura, le da la patada y Rob se recluye en su única pasión, en lo único que nunca le ha abandonado, en lo que realmente le hace feliz… o no: LA MÚSICA.

 

LIBRO

 

Alta fidelidad – Nick Hornby

 

Hornby comienza la obra con una lista, y es que el libro está repleto de listados, de las 5 rupturas que más daño le han hecho en su vida, y las va contando cronológicamente al trascurrir de su vida, para intentar entender cómo ha llegado a esa situación. La novela está contada en primera persona y lo primero que nos llama la atención es que, pese al patetismo y a la continua condescendencia y estancamiento vital en que el protagonista vive, el sentido del humor con el que va desarrollándose la acción es simplemente genial. Ese toque de humor británico, con cierto toque de humor negro y autoflagelación moral es sencillamente sobresaliente.

Rob es dueño de una tienda de discos, y la música es algo más que su trabajo. No entiende la vida sin ella y su colección es tan importante como su tienda, escondida en el callejón del Londres más oscuro, donde una panda de coleccionistas se dejan los cuartos para hacerle seguir adelante. Sus empleados, Barry y Dick, están casi más locos que él. Barry es un bocazas al que nada le parece bien y al que le encanta meterse con los clientes menos musicómanos (brutal la escena en que larga a un padre que busca un single de Stevie Wonder para su hija); y Dick es un tímido reprimido que desata el aura más protectora en su jefe.

La de vueltas que se va dando a la inmadurez, a la lista de canciones para esto o aquello, al continuo fracaso en las relaciones personales, a la lista de películas para esto o aquello, a la insatisfacción perpetua en la que vive el protagonista, a la lista de discos para esto o aquello, al arte de grabar cintas para otros, los cinco trabajos en los que hubiera querido trabajar, etc…

El lío de Rob, Marie La Salle; el lío de Laura, Ian; el lío de Dick, Anaugh; las ex de Rob (Charlie, Sarah, Penny…); la muerte del padre de Laura (que sirve excusa para otra de las famosas listas); los pubs de Londres; los chispeantes y ácidos diálogos, algunos estrambóticos, en el mostrador de la tienda; etc… Todo hace que el libro sea un regalo para los que alguna vez nos hemos enamorado, para los que alguna vez hemos destrozado nuestro corazón, para los que alguna vez hemos buscado algo que realmente no tiene importancia, para los que una canción es algo más que una canción. Y es que Nick Hornby consigue que Rob, con todo, sea uno de los nuestros, sea fácil de identificar para cada uno de nosotros, porque al final cada uno es como es y hay que aceptarlo y aceptarse tal cual, y a ser posible con toneladas de sentido del humor.

 

PELÍCULA

 

Alta fidelidad – Stephen Frears

 

La adaptación cinematográfica que Stephen Frears abordó sobre la novela de Nick Hornby, en su mayoría, es muy leal a ella. Algún cambio radical (la acción se centra en Chicago en lugar de Londres…), pero los personajes y la acción es prácticamente idéntica.

¿Qué hace que la película sea tan disfrutable como la novela? Pues hay varias cosas a destacar. Por un lado, y casi lo principal, es el elenco de actores elegidos para interpretar cada uno de los personajes. Muchas veces se cita esto como una de las claves, pero en este caso es primordial. No veo a ningún otro actor capaz de darle el toque perfecto que John Cusack le da a Rob Gordon. Iben Hjejle está fantástica como Laura. Y si nos metemos en los secundarios, qué queréis que os diga, hasta el insoportable de Jack Black está genial. El reparto en general es perfecto, desde Todd Louiso como el retraído frikie que trabaja para él hasta la propia hermana de John, Joan Cusack, que hace de amiga de Laura y vive entre la desesperación de Rob y su fidelidad a Laura, sin dejar de lado a Catherine Zeta-Jones como la alocada Charlie Nicholson, Lisa Bonet como la atractiva cantautora Marie De Salle, o Tim Robbins como el ligue chiflado de Laura.

El otro gran punto a su favor es la adaptación del guión (a cargo de D.V. De Vicentis, Steve Pink, Scott Rosenberg y el propio Cusack), que consigue que los continuos flashbacks, los memorables diálogos, las estrambóticas listas o la continua charla de John Cusack a la cámara sean un punto a favor, dando más carga al punto cómico en el momento necesario, o al dramático en el que lo requiere, pero siempre bañado de un buen rollo y de un apego hacia los personajes que consiguen atraparnos, incluso en los momentos más hirientes.

Para los que, como yo, además somos melómanos, esta cinta supone algo más. Y es que hemos pasado por muchas de las situaciones por las que pasa Rob, ya sea al grabar una cinta para alguien, al limpiar nuestros vinilos o reordenar nuestra estantería por cualquier cosa. Si le añadimos que las referencias musicales, cinéfilas y literarias son abundantes, por no decir continuas, y que la BSO está repleta de grandes éxitos del pop y el rock de los 70 y 80, el círculo está prácticamente cerrado.

Hay muchas comedias románticas que, especialmente últimamente, se pasan con el azúcar, y otras que se pasan con los diálogos soeces y algo alejados de la realidad, pero algunas de ellas, como es el caso, consiguen traspasar la pantalla y sacarnos una carcajada o un achuchón en el momento adecuado. Alta fidelidad es eso y bastante más, porque hay muchos Rob y Laura por el mundo, y porque quizás, aunque no te lo creas, lo verdaderamente importante lo tienes. Como dice el tema favorito de Rob y Laura (Let’s get it on” de Marvin Gaye), sigamos adelante.

 

Libro vs Peli – Alta Fidelidad

by: Eduardo Garrido

by: Eduardo Garrido

Roquero, cinéfilo, lector empedernido que estudió Derecho para trabajar en una biblioteca y disponer de pelis, discos y libros a mano

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