Durante la tristemente famosa Revolución Cultural que el presidente Mao impuso en China durante los años 60 y primeros 70, un par de jóvenes amigos, castigados por los trabajos “burgueses” de sus padres y la educación recibida, son enviados a un pequeño poblado de las montañas cercanas al Tíbet para cimentar su reeducación. Al llegar entablan relación con el Cuatrojos (única persona que lleva gafas) que guarda una caja de madera secreta y que, desde un principio, intriga a sus dos nuevos amigos.

LIBRO

El trabajo diario en las minas y el campo es durísimo, pero los dos amigos afianzan todavía más su amistad, mientras socavan el aguante de Cuatrojos para saber lo que contiene la dichosa caja de madera. Finalmente, llegan a la conclusión de que el contenido no puede ser otro que libros prohibidos por el régimen político, ya que los padres de Cuatrojos también se encuentran en ese grupo de burgueses cultos.

Nos presentan a la preciosa hija del sastre de la zona que recorre los pueblos para confeccionar los vestidos y prendas que las familias de los distintos poblados requieren, se hacen amigos de ella, y Luo se enamora perdidamente, pero se empecina en educarla y culturizarla y para ello necesitan que Cuatrojos les preste los libros. La familia de Cuatrojos encuentra la manera de sacar a su hijo de la reeducación, y para ello los avispados amigos se prestan a ayudarle a cambio de uno de los libros y así nos llega el segundo enamoramiento de la novela. El amor por la literatura, el amor por la libertad, el amor por lo desconocido, por todo aquello que las grandes obras nos transmiten y que los tres jóvenes viven en propias carnes por obra y arte de Balzac, Dumas, Víctor Hugo, Gogol o Flaubert.

Dai Sijie compone una pequeña joya, en apariencia casi insignificante, pero fuerte como una roca. Una crítica durísima a la revolución cultural, a las dictaduras impositoras, a las prohibiciones descerebradas (maravilloso ese pasaje casi al final donde el fuego devora los sueños de Luo). La ensoñación de los campesinos ante la maestría de los protagonistas al contar las películas que han visto en la ciudad, la maravillosa historia con el viejo molinero borracho para conseguir las antiguas canciones tradicionales que permiten a Cuatrojos volver a la ciudad, el miedo a las alturas como metáfora del miedo a trasgredir las normas impuestas por el poder, un compendio de sencillos fragmentos  que conforman un todo casi perfecto.

PELI

El propio autor de la novela (director de cine en realidad) se encarga de rodar su adaptación cinematográfica y quizás encontremos ahí el principal fallo. Para evitar las inevitables críticas hace muchos cambios en el guión, algunos de ellos incomprensibles para mi gusto, aunque aprovecha los preciosos escenarios naturales para dotar a la filmación de unos bonitos paisajes de montaña y unas imágenes evocadoras que sirven de contraste al duro trabajo de los campesinos y al férreo mando de la política revolucionaria de Mao, no consigue mejorar la historia con esos cambios y para los que hemos leído la novela la empobrece.

El sastre pasa a ser el abuelo de la joven costurera que aquí sí viaja con él por los pueblos de la zona, además de ser ella la que conoce a Cuatrojos, por lo que es quien conoce su secreto y la que propone hacerse con los libros. Cuatrojos no se presenta de igual forma ni su madre parece tan desconfiada como en el libro. Luo sufre malaria en lugar de paludismo y varios detalles más, pero lo que realmente se pierde en la versión cinematográfica es la magia y el romanticismo poético que Dai Sijie sí transmite en la novela.

Lo que sí me ha parecido resaltable es el final, donde el director se inventa que, 20 años después, nuestro protagonista vuelve al pueblo porque va a desaparecer por una inundación provocada por el gobierno para construir una presa y, posteriormente, se reúne con Luo, rememorando aquellos años y el recuerdo de aquella pequeña costurera de la que ambos se enamoraron.

No consigue emocionar ni tocarnos la fibra con las imágenes y las palabras como lo hizo con las letras impresas. Quizás otro director más alejado de la historia habría sabido transmitirlo mejor, aun así merece que le des un vistazo y te dejes atrapar por este canto a la libertad.

by: Eduardo Garrido

by: Eduardo Garrido

Roquero, cinéfilo, lector empedernido que estudió Derecho para trabajar en una biblioteca y disponer de pelis, discos y libros a mano

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