Vamos con el poema LXXVI de las Flores del Mal. El segundo titulado igualmente Spleen. En el que Charles Baudelaire se describe a sí mismo con una comparación, además de subjetivamente. Un poema en el que se puede apreciar tanto el peso que conlleva ser poeta maldito en aquellos años, como la endiablada adjetivación que utilizaba Baudelaire al crear esas descripciones.
LAS FLORES DEL MAL – CHARLES BAUDELAIRE
SPLEEN (II)
J’ai plus de souvenirs que si j’avais mille ans.
Un gros meuble à tiroirs encombré de bilans,
De vers, de billets doux, de procès, de romances,
Avec de lourds cheveux roulés dans des quittances,
Cache moins de secrets que mon triste cerveau.
C’est une pyramide, un immense caveau,
Qui contient plus de morts que la fosse commune.
— Je suis un cimetière abhorré de la lune,
Où comme des remords se traînent de longs vers
Qui s’acharnent toujours sur mes morts les plus chers.
Je suis un vieux boudoir plein de roses fanées,
Où gît tout un fouillis de modes surannées,
Où les pastels plaintifs et les pâles Boucher,
Seuls, respirent l’odeur d’un flacon débouché.
Rien n’égale en longueur les boiteuses journées,
Quand sous les lourds flocons des neigeuses années
L’ennui, fruit de la morne incuriosité,
Prend les proportions de l’immortalité.
— Désormais tu n’es plus, ô matière vivante !
Qu’un granit entouré d’une vague épouvante,
Assoupi dans le fond d’un Saharah brumeux ;
Un vieux sphinx ignoré du monde insoucieux,
Oublié sur la carte, et dont l’humeur farouche
Ne chante qu’aux rayons du soleil qui se couche.
HASTÍO (II)
Tengo más recuerdos que si tuviera mil años.
Un grueso mueble con cajones lleno de contabilidades,
de versos, de cartas de amor, de pleitos, de romances,
con fuertes cabellos enrollados en los recibos,
esconde menos secretos que mi triste cerebro.
Es una pirámide, una inmensa tumba,
que contiene más muertos que la fosa común.
— Soy un cementerio aborrecido de la luna,
donde como remordimientos, se arrastran largos gusanos
que se ensañan siempre con mis muertos más queridos.
Soy un viejo tocador repleto de rosas desteñidas,
donde yace todo un batiburrillo de modos anticuados,
donde pasteles quejumbrosos en pálidos Boucher*,
únicos, respiran el aroma de un frasco descorchado.
Nada iguala en longitud a esos patéticos días,
cuando bajo los pesados copos de los años nevados,
el aburrimiento, fruto de la monótona indiferencia,
toma las proporciones de la inmortalidad.
— Ya no eres más ¡oh materia viva!
que granito rodeado de un vago temor,
adormecido al fondo de un Sahara brumoso;
una vieja esfinge ignorada del despreocupado mundo,
olvidada en el mapa, cuyo humor feroz
no canta más que a los rayos del sol que se pone.
Nota* – Boucher, pintor. En este caso se refiere a cuadros de Boucher.
0 comentarios