Existe un potente sentimiento que apenas ha sido tratado en la historia del cine. Existen miles de films sobre el amor, el odio, la pena, la soledad, etc incluso hay films sobre la locura, pero muy pocos sobre la frustración. La frustración es la imposibilidad de lograr un objetivo y el sentimiento de decepción que dicha imposibilidad conlleva. La frustración no es un tema positivo ni edificante, tampoco sirve para motivar al personal a consumir o hacer olvidar las miserias cotidianas. Todo lo contrario. La frustración es una de las más terribles miserias cotidianas que uno puede encontrarse a la vuelta de la esquina. La frustración es un lobo negro agazapado tras cada sueño. Un lobo que nos recuerda que la voluntad y el trabajo duro a veces no son suficientes para lograr un sueño. ¿Por qué crees que los cuentos de hadas acaban el día de la boda? Porque el día a día de la idílica pareja formada por la princesita de un reino lejano y el príncipe azul puede estar lleno de sueños rotos, promesas incumplidas y reproches.
El británico Sam Mendes saltó a la fama con su peculiar acercamiento a la frustración en American Beauty (1999) y retomó el tema casi una década después en Revolutionary road, aunque desde una perspectiva más amarga. En Revolutionary road no hay espacio para el humor o la ironía. Basada en una novela de Richard Yates, Revolutionary road narra la historia de un joven matrimonio en la idílica Norteamérica de los 50, historia que le sirve a Sam Mendes (marido de Kate Winslet por aquella época) para mostrarnos todas las mentiras y frustraciones del sueño americano. Ninguno de los miembros de la pareja protagonista DiCaprio/Winslet ha conseguido su sueño: ella no es actriz y él trabaja en la misma compañía en la que lo hizo su padre. No tienen un talento especial para nada, son mediocres. Toca enfrentare a la frustración y asumir que han fracasado en sus sueños. Como habrás podido adivinar a estas alturas, Revolutionary road es un drama familiar en toda regla. Un drama sobre personas atrapadas en una realidad que no es la que ellos desearían. Una pareja atrapada en los convencionalismos de una sociedad que les oprime casi tanto como sus propia frustración.
No deja de ser curioso que casi todos los personajes del film intentan guardar las apariencias y reprimen sus sentimientos. Se engañan, mienten y ocultan sus verdaderos deseos. Sólo el personaje del enfermo mental (estupendo Michael Shannon) se atreve a decir la verdad. Me pareció muy significativo que sea el personaje con problemas mentales el que realmente se libere de todas las ataduras sociales y hable con total libertad. Sin importarle las consecuencias. Sus diálogos serán los desencadenantes de la tormenta. Quizás sólo un loco pueda ser realmente libre en nuestra sociedad, quizás porque nadie espera nada de ellos. Un último apunte de este magnífico guión, no os perdáis la metáfora sobre la felicidad dentro del matrimonio con la que se cierra magistralmente esta película.
Sam Mendes se mueve como pez en el agua en este intenso drama y le saca todo el partido a la historia. Así mismo, consigue una dirección de actores magistral. Los diálogos tienen una viveza inusitada y por momentos el dolor traspasa la pantalla y golpea irremediablemente al espectador. Ni que decir que Kate Winslet está perfecta. Tanto en sus silencios, sus miradas o sus gritos enfurecidos su interpretación es memorable. Habían pasado 11 años para volver a juntarse con Leonardo DiCaprio tras Titanic. Ya en aquel film me pareció que Winslet estaba bastante mejor que su compañero. Diez años después de Titanic ambos demostraron lo mucho que habían mejorado en ese tiempo. En mi humilde opinión, tanto Winslet como DiCaprio nos ofrecieron las mejores interpretaciones de sus carreras hasta la fecha. El resto del elenco está igualmente perfecto: Kathy Bates, Jay O. Sanders y el citado Michael Shannon completan un reparto excelente.
Revolutionary road me pareció en su día un film muy interesante y sigue estando entre lo más destacado de la primera década del siglo XXI.
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