Hubo un niño que vivía solo, en la Luna, hasta que pronto abrió los ojos,
tomando consciencia de sí mismo, y se lo llevaron a otros mundos, donde
libró batallas innombrables consigo mismo.
Un día, al volver a la Tierra, se dio cuenta de que el bien y el mal, luchaban
con odio por la hegemonía de su culpa, para controlarlo y que así se desviara
hacia alguno de esos dos extremos. Así creció como chivo expiatorio, resistiendo,
llevando una aparente vida normal, hasta que comprendió que su verdadero hogar, era él.
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