El neozelandés Taika Waititi saltó a la fama en 2014 con»Lo que hacemos en las sombras», un divertídisimo falso documental sobre unos modermos vampiros que compartían piso en el pais austral, lo que le permitió ser conocido fuera de sus fronteras y acometer una serie de televisión sobre el filme y, con posterioridad rodar con Marvel la tercera entrega del dios-superhéroe de Asgaard «Thor: Ragnarock», un «taquillazo» con cosas positivas y mucho sentido del humor, uno de los principales puntos fuertes en el realizador de las antípodas, pues su fina ironía y su normalización de situaciones extremas con un chiste, «gag» o gracia le dotan a sus películas de un tono único.

Con «Jojo Rabbit» llega un paso más allá, pues se atreve con uno de los géneros más complejos y peliagudos como es la sátira política, de la que la última muestra en pantalla fue la irreverente y estupenda «La muerte de Stalin» (https://rockthebestmusic.com/2018/03/la-muerte-stalin-armando-ianucci.html) de Armando Ianucci con el comunismo de «telón de fondo», pero donde en el pasado se han conseguido obras maestras del tamaño de «Ser o no ser» de Lubitch o «El gran dictador» de Chaplin. Como ellos, Waititi utiliza el nazismo para su crítica pero con un tono menor que va en «crescendo», narrándonos la historia de un solitario niño de las juventudes hitlerianas que tiene como amigo imaginario al propio «fuhrer», viendo como su mundo se viene abajo al descubrir que su madre tiene escondida en casa a una chica judía un poco mayor que él. Todo narrado desde el punto de vista del chaval, con un supuesto «humor blanco» que no es tal, pues la crítica al régimen nacional socialista es evidente pero tratada con pulso y acierto. Un guion trabajado y con más virtudes que defectos que firma el propio Waititi.

Como director no se queda «a la zaga» y consigue superar los obstáculos que ofrece la trama, donde impera un casi «realismo mágico», con situaciones desternillantes, sobre todo en los personajes del imaginado Hitler y el instructor militar. Además las relaciones con su madre y la chica escondida están bien tratadas, aunque ese «juego de niños» termine en algunos momentos, a pesar de su fabuloso ritmo, por quedarse corto y pedir algo más de fuerza, ya que el único momento dramático viene dado por el asesinato de un familiar, cosa que debería utilizar para elevar el tono, sobre todo tras la llegada de los aliados. Ahí Waititi amaga pero no golpea, lo que podría entenderse al ser cinta estadounidense y no mostrar esas «tropelías» que exigiría el argumento, cosa que solo se ha mostrado en largometrajes- denuncia, como una buena parte del cine de Oliver Stone, Michael Moore o en la infravalorada «Corazones de hierro» de Brian De Palma, por poner algunos ejemplos.

En lo que nadie puede quejarse es en las interpretaciones, pues son todas inmejorables con los «primerizos» Roman Griffin Davies y Thomasin Mc Kenzie «a la cabeza», acompañados de una acertada Scarlett Johansson y unos histriónicos (en el buen sentido de la palabra) Taika Waititi y Sam Rockwell, que son los que acaparan el centro de las miradas, con dos roles donde es imposible que pasen indiferentes. Un entretenimiento que nos hace reflexionar desde el punto de vista de la comedia, llegando al extremo de los peligros que conlleva dejar la instrucción pública a los gobiernos, pues tanto en esta Alemania como en la Unión Soviética la educación era solo un medio para conseguir el fin de crear un «hombre nuevo» sometido a las «ideas superiores» creadas por el estado, de ahí que los progenitores no debieran ser los educantes sino el propio poder ejecutivo, mediante una serie de dogmas, consignas y «lavado de cerebro», consiguiendo seres aleccionados que incluso llegaban a la delación de los padres. Es complicado el camino de la libertad (incluimos la de pensamiento) pues conlleva no solo derechos sino múltiples responsabilidades, siendo más sencillo dejarse influir por lo que opina la mayoría, mientras cubra sin esfuerzo nuestras necesidades básicas, aunque seguro que acabará utilizando la prohibición o el terror para perpetrar su siniestro régimen. Solo por eso «Jojo Rabbit», a pesar de sus defectos (menos que sus virtudes), merece un serio reconocimiento y aplauso por su particular forma de abordar un siniestro episodio de nuestra historia, no complicado de repetir con tantos, y peligrosos, «ismos» repartidos por el orbe.

 

 

Jojo Rabbit

by: Jose Luis Diez

by: Jose Luis Diez

Cinéfilo y cinéfago, lector voraz, amante del rock y la ópera y ensayista y documentalista con escaso éxito que intenta exorcizar sus demonios interiores en su blog personal el curioso observador

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