Contagio fue una película que en su estreno allá en 2011 pasó sin pena ni gloria. A mí me resultó un film más que correcto y entretenido. Lamentablemente, la pandemia del Covid-19 ha confirmado como cierto buena parte de lo mostrado en Contagio. Es tal la precisión de lo narrado en Contagio con todo lo que ha pasado en 2020 que parece como si el guión hubiera sido escrito consultando una bola de cristal en la que se viera el futuro. No creo que los guionistas fueran visionarios, más bien apuesto a que estuvieron muy bien asesorados por virólogos y expertos en pandemias. Cierto que la tasa de mortalidad del virus del film era más letal que la Covid-19 y se propagaba únicamente por contacto, pero en casi todo lo demás el film dio en la diana con una asombrosa puntería.
Teniendo en mente los virus de la gripe aviar de 2004, el H1N1 o los brotes de ébola, el director Steven Soderbergh nos presentó un film que nos pudo parecer exagerado en su día. Lamentablemente ahora sabemos que un invisible virus puede poner en jaque a la raza humana en pleno siglo XXI. Más de 80 millones de infectados y casi 2 millones de fallecidos en el mundo parecen darle la razón a esta película. Para más inri, el virus del film tiene su origen en China y está involucrado un murciélago. Repito que la película es de 2011.
Soderbergh se metió de lleno en el cine de contagios y catástrofes e intentó hacer la película definitiva sobre el tema. Algo que logró involuntariamente al adelantarse casi una década a lo que el mundo está viviendo con el Covid-19. Contagio se sumó al carro de películas como la recomendable La amenaza de Andrómeda (1970) o la prescindible Estallido (1995). Esta vez el enfoque realista y veraz unido a un montaje muy acertado le otorgaron a Contagio un ritmo ágil que te atrapaba desde el primer minuto. Con un montaje endiablado asistimos al imparable desarrollo del contagio y cómo los diferentes organismos internacionales intentar frenarlo. También hay espacio para los esforzados sanitarios y científicos que se juegan la vida para frenar la pandemia. Más aciertos de Contagio: la importancia de los rastreadores y los test para frenar la expansión del virus.
Soderbergh optó acertadamente por el tono documental y por no tener un protagonista claro, no hay un héroe en esta historia, evitando así caer en el género de aventuras o en la ciencia ficción. Soderbergh mostró varias historias de afectados, parientes, bloggeros, militares y médicos convirtiendo al film en todo un crisol de los distintos puntos de vista e intereses que una epidemia de este tipo genera. Me pareció especialmente interesante el personaje de Jude Law: un bloggero que desconfía por defecto siempre de la versión oficial y al que la verdad quizás le importe menos de lo que predica. Ahora se confirma que el miedo puede ser aún más dañino que el propio contagio.
Pero lo realmente aterrador de este film es que nos muestra lo frágil que es nuestra salud y lo fácilmente que se puede expandir una epidemia de este tipo. Algo tan simple y habitual como un estornudo o un apretón de manos puede convertirse una amenaza mortal. El contagio es tan fácil que realmente me entró una sensación de angustia mientras estaba viendo el film. Incluso tuve que levantarme a lavarme las manos. Tal es la sensación de paranoia que generó en mí esta película. Supongo que esa era la intención de Soderbergh pero, tristemente, menos de una década después buena parte de la población mundial ha estado confinada, las restricciones continúan y las mascarillas son omnipresentes. La realidad ha superado a la ficción una vez más.
Los actores están muy bien, algo fundamental si se pretende dar realismo a la trama. Me gustaron mucho las siempre más que correctas Marion Cotillard y Kate Winslet. Incluso me sorprendieron gratamente Matt Damon y Gwyneth Paltrow. Hasta Jude Law dio la talla como bloggero/portavoz de la teoría de la conspiración. Otra cosa en la que acertó el guión: siempre hay irresponsables, negacionistas de lo evidente y quienes ven estúpidas conspiraciones en cualquier cosa.
Contagio logró en su día conectar con el espectador y aterrarle, ahora nos hemos dado cuenta que no era un miedo infundado.
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