Decimos que andan las cosas revueltas de los Pirineos hacia abajo. Anda que si fuera solo aquí. Mira la que se ha formado en la Perfida Albión. Boris el populista arrasando en las elecciones a unos Tories que se han ido encargando ellos mismos de ir cavando su tumba durante mucho tiempo. No demos a Boris más méritos de los que merece. El caso es que el Brexit ahora si que corre viento en popa. Leo que viene bien a Europa. No se yo. Pienso en mis paisanos del Campo de Gibraltar. Y los colegas que tengo exiliados en las Islas. Un candidato más rancio que Maggie compartiendo honores con alguien como Churchill. Ver para creer. Aunque viendo lo nuestro, ya ando curado de espanto. Victorias soberanistas en Escocia e Irlanda. Ecos en voz alta de independencia por una acera. De reunificación por la otra. No se esto será capaz de provocar otra revuelta musical como a final de los setenta. No future. ¡Que días!. 40 años no son nada. Los que se cumplen desde que The Clash parieran “London calling”. Ese disco que mata fascistas.
The Clash son el punk, aunque en su música se den la mano el rock, el ska, el reggae o lo que les saliese de los cojones en es momento a Strummer, Jones y compañía. Porque tenía las ideas claras, y sabían que la forma de llegar a la gente era a través de su música, de extender su mensaje, de llamar a las filas del inconformista, de la ruptura, de la deserción de este sistema que nos atrapa. Y que verdad, es que los grandes discos, por muchos años que vayan acumulando en sus surcos, siguen sonando frescos cuando los vuelves a poner, pero es que además, los textos de The Clash, vuelven a estar al orden del día, como cuchillas afiladas contra los que nos gobiernan y nos tratan como mercaderías.
¿Que queréis que os cuente de este disco?, que «London calling» -la canción- es ya un clásico intemporal, una joya que podría cambiar su título por Madrid, Barcelona o cualquier ciudad de este cada vez mas deprimido país, y que además, musicalmente no se alinea en ningún estilo fijo, excepto en expresar todo lo que lleva dentro, como debería de ocurrir con la gente de a pie, a los que muchas veces, la identificación con unas siglas políticas les lleva a una fe ciega. Las cosas pueden cambiar y evolucionar, igual que The Clash cambiaron ese blues llamado «Brand new cadillac», hasta convertirlo en punk rock, con ese bajo que te machaca sin piedad. The Clash jugaban a lo que les daba la gana,y si querian bajar a New Orleans para resucitar su espíritu reencarnado en «Jimmy Jazz», pues lo hacian, porque creian en ello.
Si alguna vez el punk tuvo cánones, ese rockabilly llamado «Hateful» podria ser una de las canciones que se acercase a ellos, siempre entendiendo por donde se pasaba la banda cualquier posicionamiento. Strummer siempre amo los ritmos jamaicanos, y se conviertieron en marca de la casa, como evidencia «Rudie can`t fail», con ese aire pop del estribillo. Sin lugar a dudas, no puede pasar inadvertida, hablando de este disco, y en nuestras circunstancias, «Spanish bombs», en el que The Clash nos recuerdan otra de las cuentas pendientes de nuestra «modélica» transición, donde hubo que tragarse el dolor por el bien común, principalmente de los que habian vivido mas que bien.
El punk es el ritmo de la calle y de la desazón, pero también callejero y reprimido es el espíritu del blues, que aparece en «The right profile», como motor de arranque junto a esos vientos, en este tema de rock. El principio de los 80 vio el esplendor de la new wave, y The Clash ya apuntaban maneras con «Lost in the supermarket», con su ritmo pop. «Clampdown» mira a los inicios del grupo, pero sin perder de vista el futuro, una perfecta simbiosis entre lo vivido y lo por vivir. Hay que olvidar las viejas figuras de los lideres, todos podemos tomar partida, como hizo Simonon en «The guns of Brixton», donde pone la voz principal, entre los ritmos jamaicanos que se dan en la canción.
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