No creo que me caracterice por mi afición a las polémicas, pero voy a levantar ampollas: estoy hasta los cojones del pensamiento de provinciano. Ejemplo: tú hablas con un madrileño, estando en Madrid, y le preguntas de dónde es, casi nunca te va a decir “Madrid”. Te dirá Malasaña, Hortaleza, Vallecas, Fuenlabrada… y cuando le dices que eres de Logroño, de Cáceres o de Socuéllamos, provincia de Ciudad Real, te va a hablar con respeto, porque el siente que es de un barrio como si fuera una pequeña ciudad dentro de una urbe. Si alguna vez hablas con alguien que se las da de madrileño, de barcelonés, de valenciano… y cuando le dices que es fiesta en Logroño, Badajoz o Zamora, te responde un: “ah, ¿es fiesta en tu pueblo?”, no falla: maqueto. Eso es lo que tiene más cojones, los supuestos urbanitas que nos miran a los demás como si estuviéramos bajando al río para limpiarnos el culo suelen haber visto su primer sol bien lejos de la polis. En un panorama político cada vez más centralista, que nos condena al olvido cada vez más al resto de territorios, es imprescindible que reaccionemos con respeto y con solidaridad. Que las películas de Paco Martínez-Soria ya pasaron. Y por cierto, Logroño es ciudad desde el siglo XV. No tendremos metro, pero tampoco nos paseamos en diligencia. Un, dos, tres… ¡Calentón!
[divider]CANCIONES QUE GEMÍAS TÚ[/divider]
Cartílagos. Hombre, viniendo de donde vienen y haciendo el tipo de música que hacen, va a ser difícil no mentar a Extremoduro a cada párrafo. Voy a tratar de contenerme, pero estas primeras guitarras llaman a concreté la fecha de mi muerte, con Satán… sin embargo, una vez que están todos los instrumentos a pleno rendimiento, hacen una transición de Marea a los Platero (cuántas adolescencias estallando en pedazos cuando Fito apareció con Riverita, pero no el primo, el otro). Estribillo a pleno pulmón, con una leve transición al todo era flexible como un cartílago. Habría que comprobarlo, pero creo que esta banda tiene que ganar mucho en directo.
A pulso de garrapatea. Un breve coqueteo con el hard rock, no llega tampoco a heavy metal, pero sí que tiran de punteo como en varias de Su Ta Gar por ejemplo (por favor, no me hagáis escribir los títulos, que me han de nombrar persona non grata en territorio euskoparlante). Un recurso que suele funcionar en el rock es, después de un punteo poderoso, seguir con una transición batería-bajo hasta que entren las voces. No sé por qué, quizá la ciencia no ha encontrado una explicación plausible, pero el bajo, lejos de cojear al quedarse solo, se yergue poderoso desde la sala de máquinas. En este caso, tengo en mente las estrofas de Cartas desde el asilo, de los Reincidentes. Es cierto que es poco más que un espejismo, que llevan un ritmo más alto, y derivan a unos estribillos enérgicos y a un puente casi Rage Against The Machine.
A bandazos. Con un poco de bombo y otro poco de cross stick (gracias Marcelo, vas a conseguir que parezca un sabio), que es ese truquito de darle suave al arillo de la caja con la baqueta apoyada en el parche, la voz intuida, como si Al acabara de levantarse, susurrando. Un par de estrofas después, retoma su fuerza, esa mordiente en las guitarras, y esos punteos de toda la vida, rock auténtico.
Vivir mata. Sólo ha faltado el un, dos, tres, ¡Va! Un par de guitarrazos y salimos disparados a lomos de una batería que no hace concesiones. Las guitarras punteando a coro y unos estribillos de la vieja escuela, donde estamos esperando cada frase para terminarla con un ¡mata! tan alto como nos permitan los pulmones, como si reclamáramos un fuera de juego que no es a un linier que nos ha cogido manía. Harto de beber ron / como un pirata / la vida mejor / es la que ¡MATA! y así sucesivamente.
Embriagada. Los primeros acordes quieren coquetear con el indie, con el pop alternativo, podría coincidir con Dr. Trotski, por ejemplo, aunque seguramente los puntos en común van a ser tan breves como escasos. Venga, una vez más: Extremoduro en la que para mí es su mejor canción: Golfa (cierto, ni Jesucristo García ni hostias, venga, abucheadme). Por lo menos en las estrofas, tiene un aire al puente de Golfa, con la guitarra traqueteando por debajo en un crescendo que parece no estallar nunca… hasta que llega el punteo.
Sa maquillao. Aquí sí que nos ponemos burros. No hay que dejarse engañar por el comienzo, tranquilito, con el bajo presidiendo la parte melódica y las guitarras supeditadas. De repente, todo se convierte en berridos, distorsión, punteos como navajazos y baterías al ritmo de ataques de epilepsia.
Blanca y negra. La mejor canción del disco de largo (sin desmerecer a las demás). Que tal vez es una cosa mía, que expresar sentimientos no lo llevo bien… lo que sea, pero sí que es cierto que con esta conecto hasta el tuétano. Porque estoy hasta los mismos huevos de que te miren por encima del hombro, de que se piensen que vas con la gallina atada con una lía y duermes pared con pared con el establo del burro. Que Los santos inocentes se extendían más allá de la blanca y negra que ponen verde. Ponen el grito en el cielo por el tren, pero en mi tierra que con tanto orgullo menciono ha hecho falta un par de riojanos muertos todos los días del mes para que desvíen el tráfico pesado a la AP-68 (que me moriré a los 150 años y no la veré liberalizada). ¿Hacemos Logroño-Plasencia en tren? Igual llegas antes a Mongolia con el transiberiano. Y esta bendita tierra maldita / sólo lo grita: Milana, bonita / y este bendito grito malito / ha de asustar al señorito.
En fin, aunque me convierta en mala persona, este disco me hace sonreír, no porque me alegre de la comunicación terrestre decimonónica que padece Extremadura, sino porque veo similitudes. Estamos a unos setecientos kilómetros, y sin embargo nuestra canción es la misma. Solidaridad y dignidad entre los pueblos. Que nadie nos mire por encima del hombro.
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