Hoy cumplen años los «Use your illusions». Como tantos otros discos, pensaréis. Incluso algunos más importantes en el devenir de la historia del rock. Apostillará alguien. Con razón. Pero teniendo en cuenta que Guns n Roses son una de mis bandas de cabeceras, me vais a permitir que hoy dedique unas palabras a posiblemente el último gran monumento a los excesos del rock en todos los sentidos. Algo que ha quedado ya en el pasado como representación de una época de gloria, al menos si entendemos como ello el reflejo de las grandes luces sobre la piel del rock and roll. Sobre los «Use your Illusion I & II» ya se han realizado concienzudas reseñas, estudios, críticas y todo aquello habido y por haber. Así que me vais a permitir la licencia de centrarme en mis recuerdos de aquel disco, de aquellos días, de mis circunstancias que seguramente eran las mismas de mucha gente que soñábamos -y lo seguimos haciendo hoy en día- con el rock and roll. Tiempos inciertos. No nos engañemos. Fantaseamos con visitar el Roxy, el Whiskey a Go Go, pasear por Sunset Boulevard, tomar unas copas en el Rainbow apoyados en la tragaperras donde Lemmy hacía vida y milagros, pillar el flyer de alguna nueva banda de glam que acababa de llegar a la ciudad… porque aquí las cosas eran diferentes, los mismos muros, topes e intransigencias de siempre.

Mantengo la absurda teoría -como suelen ser casi todas- que aquellos dos muy buenos discos se podían haber convertido en un solo disco de leyenda. Quizás no a la altura del «Appetite for destruction», -del que algunos siguen manteniendo que estaba en el lugar y momento adecuado, y yo afirmo que esa pizca de fortuna también forma parte de la sal de la vida- pero si muy cerca. Guns n Roses representan posiblemente la mejor definición del rock de aquellos tiempos. Extravagancia, excesos, caprichos, pasión y gloria. Cuando una banda reparte besos y odio a partes iguales es que algo grande se está cociendo. En el momento que con la misma intensidad alguien defiende que eres la banda de su vida mientras a su lado otro argumenta lo sobrevalorado que pareces vivir, estás llamado con fuerza a las puertas de la grandeza, de la inmortalidad. «Use your Illusions» era el grito de una banda que tenía todas las papeletas para morir en el momento. Su historia de rebeldía, drogas, peleas, infundios… copaban portadas de revistas y periódicos, para lo bueno y para lo malo. Vivían como rock stars de un tiempo presente que amenazaba con convertirse pronto en pasado. Porque los chicos agradables no tocan rock and roll, como bien nos enseñaron Rose Tattoo. «Use your Illusion» se convirtieron en una patada en la puerta de la polémica. De los que ya los tachaban de acabados. De los que morían por sus nuevas canciones.

El mundo del rock estaba preparado para una banda como Guns n Roses. Su actitud no era nueva, no nos engañemos. El mundo del rock and roll siempre ha podido presumir de ella, con mayor o menor atención mediática, pero igual de peligrosa como identidad. Guns n Roses llegaron en ese momento en el que el rock se estaba volviendo demasiado amable. Devolvieron la mala leche a una escena más interesada en introducirse en los hogares a través de la todo poderosa MTV que en revolver conciencias, aunque su mensaje estuviese ahogado en un trago de Jack Daniels. En una papela de heroína. Al final me he dado cuenta que no profundizado en «Use your Illusion», en sus canciones, en su impacto. Que más da. Estoy seguro de que todos o casi todos conocéis ambos discos de sobra. Y si no, nunca es tarde para hacerlo. Guns n Roses serán todo lo que queráis. Admiten todos los adjetivos, incluso los despectivos, que pretendáis adjudicar. Pero nadie puede negar que fueron banda sonora de una generación. Y que fueron adoptados como propios por otras posteriores. 28 años hace ya que nos pidieron que no llorásemos, que nos empapásemos de la lluvia de noviembre o fuésemos prisioneros de nuestras malas obsesiones. Yo lo sigo haciendo. Y como en aquel vídeo, cuando pongo sus discos saco mi cartel de ¿Dónde está Izzy?, al que sigo echando de menos.

by: Carlos tizon

by: Carlos tizon

Licenciado en el arte de apoyar el codo en la barra de bar. Comencé la carrera de la vida y me perdí por el camino, dándome de bruces con el rock and roll. Como no pude ser una rock star, ahora desnudo mi alma cual decadente stripper de medio pelo en mi blog, Motel Bourbon.

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